Diciembre 26, 2024

Qué hacer ante el vacío de poder por la pérdida total de credibilidad y asalto a la fe pública

Cuando Michelle Bachelet asumió su segundo mandato, nadie –ni el más conspicuo de los analistas -, pudo imaginar que en poco más de un año el país estaría viviendo una crisis político/institucional de tal envergadura.

 

 

 

Ya antes, los sectores más progresistas (extra duopolio) y aún muchos de los que le prestaron su voto, manifestaban su frustración e indignación al verse defraudados en el cumplimiento de un programa, que consultaba precisamente las reformas estructurales al modelo neoliberal, “pirateadas” desde las organizaciones sociales y el movimiento estudiantil -como gancho electoral populista- y ver como eran vilmente transvestidas, en meras reformas periféricas consensuándolas –en un abrazo fraternal de mutua complicidad-, con los que hace ya 42 años se adueñaron de nuestro país. Fuimos testigos de los burdos conciliábulos de cocina, con que se birló la reforma tributaria, camino que han seguido y seguirán todas aquellas reformas dizque “estructurales” con el objeto de dejar indemne el modelo, que -recién ahora- terminamos de enterarnos el porqué razones su estructura no se podía tocar.

 

Luego fue el turno de las catástrofes: incendios en Valparaíso, y 15.700 Hts., de bosques nativos: Lengas y Araucarias centenarias, que fueron arrasados por el fuego totalmente fuera de control.

 

Sin embargo, tanto allí como en los aluviones del Norte, quedaron al descubierto la descoordinación de las autoridades, la precariedad e insuficiencia de equipamiento adecuado, la improvisación de los organismos encargados en un país donde sabemos, que -año a año- estos eventos son recurrentes.

 

Entonces, hay que pedir ayuda a países vecinos (que no es malo cuando pueblos hermanos espontáneamente concurren con su ayuda solidaria), pero cuando es por incapacidad, por falta de inversión en implementos modernos, imprevisión etc., nos damos cuenta cuánto hemos retrogradado como país y cuán desprotegidos estamos con este un modelo, hecho a la medida para los grupitos de audaces delincuentes que saquean a diario nuestro país.

 

Lo mismo en la gran catástrofe del Norte donde el alud de agua, lodo, relaves mineros, arrasó como una tromba, cegando vidas (hasta ahora 26 muertos y 150 desaparecidos) casas, enseres, rompiendo cañerías de desagüe y contaminando el aire de olores fétidos e irrespirables de lodo contaminado.

 

Allí también, se replicaron la improvisación, descoordinación, uso abusivo de maquinarias por parte de autoridades locales, especulación y robo de la ayuda –cosa muy en consonancia con el ejemplo de las autoridades centrales.-

 

La verdadera solidaridad vino del propio pueblo de los pueblos vecinos y de la juventud generosa, siempre dispuesta a ayudar.

.

Más de alguno podría argüir que son catástrofes naturales que de tanto en tanto asolan nuestro país, pero no es tan así; primero porque siempre se advirtió del peligro que encierran estos tranques y piscinas donde se acumulan relaves mineros que representan un constante peligro para las poblaciones aledañas, además de la contaminación de ríos y napas subterráneas.

 

Segundo, porque esa forma de llover en tres o más días lo que en el norte no llovía en años, claramente es una manifestación del calentamiento global, en la cual la intervención a la atmósfera -del sistema del capital- con toneladas y toneladas diarias de monóxido de carbono, hacen que los ritmos ecológicos naturales y necesarios para la vida, sean ahora erráticos y extemporáneos.

 

Pero el alud principal que reventó todas las cañerías envenenando el aire de olores corruptos y nauseabundos se produjo en pleno centro político del duopolio.

 

Los datos abruman y ya no es posible seguir y –tampoco vale la pena-, el desfile de personajes, operadores, recaudadores, boletas y facturas falsas, mentiras y contra mentiras, ganancias especulativas al paso etc. etc. Nadie se escapa y si alguna excepción hubiese, tiene de todas maneras el pecado original de estar compartiendo el aire enrarecido de una Constitución espuria y un parlamento de generación ilegítima (binominal) y corrupta, cuyos hábitos -aunque uno no quisiera en el caso de algunos de la bancada estudiantil-, -operan como una enfermedad progresiva y contagiosa.

 

En este momento podríamos decir que existe un vacío de poder por la pérdida total de credibilidad y el asalto a la fe pública, todo lo cual origina un cuadro de total ilegitimidad del gobierno y la institucionalidad actual –que por lo demás nunca la tuvo-,

 

La diferencia nuestra respecto a otras situaciones similares de otros países vecinos o aún mas lejanos (Grecia, España), es que ellos lograron pergeñar una oposición fuerte, un pueblo en lucha, que logró desembarazarse de aquellos impostores.

 

Desgraciadamente en Chile no estamos en aquella condición.

 

Aún sufrimos la secuela de la derrota, la despolitización, la abulia, la abstención y la quimera del consumismo: tarjetitas de crédito, celulares galácticos etc. etc. Solo atinamos a abstenernos de votar, lo que a ellos (el duopolio encasquetado en el poder), les da más o menos lo mismo, les basta una pequeña parte como ritual procedimental de legitimidad para seguir succionando la teta, robando el patrimonio de todos los chilenos y usurpando el legítimo derecho de participación del pueblo soberano en los destinos del país en función del desarrollo y el bien común.

 

Ahora sabemos porqué tenemos que esperar años para ser operados y además la progresiva y soterrada privatización de la salud pública, el porqué de las jubilaciones miserables, los trabajos precarios, los exiguos aumentos de sueldo, -mientras el costo de la vida sube y sube-, los intereses leoninos de la banca y sus fabulosas ganancias, las alzas de las Isapres, AFPs, la evasión y elusión de las grandes empresas y por añadidura, la arrogante actitud de los malhechores que las manejan, la compraventa de políticos, la mascarada de elecciones “democráticas” etc. etc.

 

Y yo como chileno de a pie me pregunto ¿nos merecemos estas autoridades? Nosotros trabajadores honestos que con nuestros impuestos y sudor llevamos sobre nuestras espaldas el peso de mantener un país potencialmente riquísimo, pero -que sin embargo-, con una de las distribuciones del ingreso más regresivas del mundo. Por qué. Porque así es la esencia del modelo: privatizar las ganancias explotando y robando egoístamente los recursos y socializando las pérdidas.

 

En medio de toda esta miseria moral e ilegitimidad, debemos declarar este parlamento técnicamente nulo y/o vigente como interino, mientras -y solo mientras- la Sra. Bachelet encabeza el proceso de una Asamblea Constituyente, que culmine con su aprobación en un plebiscito nacional, cuyo primer acto oficial será decretar elecciones nacionales de parlamento y presidente eligiendo aquellos dirigentes legítimos -que surjan de aquel proceso-, como auténticos representantes del pueblo soberano.

 

Eso es lo que correspondería desde el punto de vista de la ética más elemental y no -lo que de facto se hará -; que es buscar una salida institucional (léase barrer toda la basura debajo de la alfombra), con una ley que emanará de la comisión asesora que legislará acerca de la transparencia y la relación más moderada del dinero empresarial y la autodenominada “clase política”

(gatopardismo clásico).

 

¿Será ese un destino fatal? Toda la basura que ha salido a plena luz del día ¿no terminará de operar la esperada transición de la gran mayoría del pueblo chileno de resignados a indignados y se levante masivamente para cumplir su rol ético de saneamiento y potestad que le cumple a un pueblo soberano ¡Ahora la pelota está en nuestro campo!

 

 

Stgo. 08.04. 15 P. Valenzuela.

 

 

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *