Todos los cambios económicos, sociales y políticos importantes en Chile se han hecho por las fuerzas de las armas. El primero de estos cambios se produjo entre 1810 y 1820. La sociedad chilena cambió de atrasada colonia española a país independiente y dirigido por una nueva elite que creó la primera república liberal. Esta elite revolucionaria eventualmente fracasó, ya que Chile tenía una población poderosamente influenciada y condicionada por valores coloniales, conservadores y tradicionales.
El liberalismo era una creencia ideológica sólo compartida por un pequeño segmento de la sociedad. Para colmo, las luchas entre distintos grupos liberales antagónicos entre sí, terminaron por arruinar el país entre 1820 y 1829.
De esta forma, no fue difícil para las fuerzas conservadoras y estatistas derribar militarmente a los liberales y ello dio inicio a la república portaliana. La constitución de 1833 dio el marco jurídico al sistema político chileno y este se implementó hasta 1891. Esta constitución antiliberal, le dio un rol fundamental al Estado en el proceso de desarrollo socioeconómico. De esta forma el proteccionismo y el intervencionismo estatal fueron palancas fundamentales que empujaron el desarrollo chileno en este periodo. El triunfo conservador de estas seis décadas de dominio, se debió en parte al hecho que existió una gran congruencia politológica entre los valores dominantes de la sociedad chilena y su sistema económico, político y social. En estas seis décadas Chile pasó de ser la más pobre de las colonias españolas al país más desarrollado y poderoso de América Latina.
Desafortunadamente, la enorme riqueza acumulada durante estas seis décadas de desarrollo sostenido, tuvo un impacto enormemente negativo sobre la ética y la moral de la elite chilena. El virus de la corrupción se apoderó primero de la elite, luego corrompió a la clase media y finalmente infectó al proletariado y al campesinado. Para finales del siglo XIX, muy pocos chilenos tenían el amor y dedicación al trabajo productivo y ético que habían tenido sus padres, abuelos y generaciones anteriores. En esta sociedad corrupta hasta sus cimientos, fue fácil para una ideología individualista, egoísta y excluyente apoderarse de las instituciones del país. Una corrupta oligarquía con fundamental ayuda de parte del imperio británico, fueron capaces de destruir por la fuerza de las armas al gobierno progresista del presidente Balmaceda. El pueblo corrupto fue incapaz de defenderlo. En aquella nefasta fecha se inició la segunda república liberal y el país cayó en una vorágine de decadencia entre 1891 y 1919. No obstante, la crisis del salitre hundió a la economía chilena y ello creó las condiciones objetivas para el proceso de cambio que se inició en 1920 y que luego se consolidó en las siguientes cinco décadas.
Gracias a militares progresistas de clase media, el gobierno de Chile cayó en manos de esta clase social. Los militares dieron un golpe militar en 1925 y así nació la constitución de ese mismo año que creó un marco jurídico para el país entre 1925 y 1973. Fue en este periodo donde se desarrolló la segunda república estatista e intervencionista. Desafortunadamente el virus de la corrupción, no pudo ser erradicado durante esta segunda república estatista. Debido a ello el modelo de desarrollo industrial y sustitución de importaciones fracasó. Este fracaso agudizó enormemente la lucha de clases y gravemente dañó el tejido social. Esta fractura facilitó la penetración de intereses extranjeros. Esta vez la intervención fue de los Estados Unidos, el país volvió a sus estatus semicolonial y fue obligado a aceptar el nuevo modelo neoliberal. Este modelo fue impuesto a sangre y fuego por la dictadura militar. Fue así como nació la tercera república neoliberal y es este sistema el que hoy día está en serios problemas existenciales.i
No obstante los gravísimos problemas de corrupción política, económica y social; Chile está aún muy lejos de alcanzar el estatus de “Estado fallido” y con inminente peligro de revolución violenta. En la ciencia política contemporánea, el proceso de cambio revolucionario ha sido estudiado a fondo por cientístas políticos estadounidenses de excelencia. De estos estudios ha salido la llamada Teoría de la Revolución. En ella se señala que un Estado entra en un proceso pre revolucionario cuando sufre primero, un largo periodo de decadencia económica. Este periodo es de al menos siete años, donde el producto bruto del país se reduce constantemente. Esto es similar al ciclo bíblico de los siete años de las vacas gordas seguido por siete años de vacas flacas. En otras palabras, cuando primero hay un largo periodo de crecimiento sostenido (vacas gordas) la población cae en la creencia de que por fin la prosperidad ha llegado para quedarse y que muy pronto el país será por fin, justo e integralmente desarrollado. La curva de la línea de la esperanza es siempre más elevada que la curva de la línea de la realidad empírica (crecimiento per cápita). No obstante, la separación o brecha entre las dos curvas es tolerable y por lo tanto a pesar del rápido proceso de modernización, la paz social se logra mantener. De esta forma, las dos curvas crecen en forma paralela. La curva de las expectativas siempre va por encima de la curva del crecimiento real del ingreso.
Sin embargo, se produce un punto de inflexión y se desata una crisis económica. La curva de la expectativa sigue creciendo, pero la curva del crecimiento económico real se desploma. La brecha entre las dos curvas se transforma en un abismo infranqueable. Esta enorme grieta presagia una inminente catástrofe. Con cada año de depresión económica real, el descontento social se acumula y crece. Este es como un inmenso lago de amargura que es contenido por una frágil represa. Cuando la mayoría de la población ha caído en la pobreza extrema, se ha llegado al límite y este límite se denomina: “las condiciones objetivas de la revolución”. Pero para que la avalancha de agua caiga como un torrente incontenible sobre el valle, es necesario que se den también las “condiciones subjetivas de la revolución”. Todas ellas tienen que ver con la conducta política que la elite tiene para enfrentar la gran crisis. Entre los errores fatales de la elite está el cometer aberrantes injusticias económicas que perjudican a la mayoría de la población, tales como salvar los intereses de unos pocos ricos y perjudicar gravemente los intereses de las masas. Pero las bombas que finalmente destruyen la represa de las frustraciones populares está por lo general en la conducta que la elite adopta para reprimir las manifestaciones del pueblo. Si la elite pierde el control de sus fuerzas de orden, y estas fuerzas cometen graves crímenes contra la humanidad, la represa del orden social se rompe y estalla la revolución.ii Este fenómeno, pareciera ser lo que está ocurriendo en México en los últimos meses. Si la crisis económica continúa y la represión política se incrementa, es probable que se produzca una nueva revolución mexicana.
Volviendo al caso chileno, es preciso señalar con claridad, que la economía chilena aún está creciendo y por lo tanto se necesitaría un número considerable de años, donde el producto nacional se reduce constantemente, para que las condiciones objetivas de la revolución se den en Chile. En otras palabras, el país debería entrar en un ciclo depresivo similar al que en los últimos años ha afectado a Grecia, Irlanda, Portugal y España. Otro ejemplo que es preciso tener en mente, es la revolución árabe. Ahí el Medio Oriente sufrió varios años de depresión económica antes que la revolución estallara en el año 2010. Naturalmente, hoy día esta revolución continúa su inexorable marcha de destrucción y muerte. Así como la tragedia económica de los Balcanes antecedió a la primera guerra mundial, hay una posibilidad que la tragedia económica y social de Medio Oriente pueda provocar la tercera guerra mundial.
¿Pero qué factores o causas podrían producir un largo periodo de depresión económica en Chile? La caída de los precios de las materias primas iniciada el año pasado, se debe en gran parte a la recesión que está sufriendo el noreste de China. Este es el centro de la industria pesada de ese país. Si esta crisis no se resuelve pronto, todo el planeta podría caer en recesión. Si ello ocurre, se repetiría el colapso económico que afectó al mundo entre 1910 y 1914 y luego entre 1929 y 1939.iii
Cuando Chile ya no pudo vender su salitre, debido a la invención del salitre sintético, la economía chilena se desplomó, y esto permitió el cambio del liberalismo al intervencionismo estatal en 1920. De igual forma, si los minerales chilenos siguen perdiendo su valor de mercado debido a la crisis global, entonces el país podría experimentar una repetición de los durísimos años que sufrió Chile en la segunda y tercera década del siglo XX. Dada la calidad de la elite política chilena actual se podría anticipar que las condiciones subjetivas del cambio revolucionario podrían producirse unos cinco a siete años después del inicio de la crisis económica. Si todo esto llegar a pasar, los chilenos viviendo a comienzos de la tercera década del siglo XXI, deberían prepararse para enfrentar problemas similares a los que sufrieron sus antepasados a comienzos del siglo XX.
i Para detalles de la evolución política, económica y social de Chile, ver: “Comunidad y desarrollo humano: Los casos de Noruega y Chile, una comparación” en F. Duque Apuntes de Ciencia Política Dictus Publishing Saarbrüken, Alemania, 2013 Pgs. 140 – 153
ii Ver: Brinton, C. The Anatomy of Revolution Prentice Hall, New York, 1952; Davies, J. D. “Toward a Theory of Revolution” The American Sociological Review Vol. XVII. Nº1; un resumen de la Teoría de la revolución se puede encontrar, en F. Duque Apuntes de Ciencia Política ob. cit. pgs. 180-188
iii Ver: F. Duque “La Crisis Económica del Noreste de China y la caída de los precios del cobre: Bolsa de Shangai baja 7.8%” Clarín Digital, del 19 de enero del 2015.
F. Duque Ph.D.
Cientista político
Puerto Montt , abril 2015.