Diciembre 26, 2024

Pese a sanciones de Occidente, economía rusa tiende a recuperar el aliento

¿Hay vencedor cuando se cumple un año de guerra  en el este de Ucrania? Ni Kiev, ni los separatistas prorrusos. Vladimir Putin  es seguramente quien ha ganado más que perdido en su confrontación con los occidentales, estiman los analistas.

 

 

 

    Al brindar su apoyo a los rebeldes ucranianos, el presidente ruso asumió un  riesgo considerable que le ha supuesto a Rusia una serie de sanciones europeas  y estadounidenses, pero a la postre ha logrado alejar las perspectivas de integración de Ucrania en la OTAN y ha castigado a sus autoridades  pro-occidentales por haber dado la espalda a Moscú.

 

    “Lo que Putin quería estaba claro hace un año: una ‘minoría de bloqueo’ en  Ucrania o al menos un conflicto controlado para poder bloquear las decisiones  de Kiev que no gusten a Moscú, como la adhesión a la OTAN”, resume a la AFP  NikolaiPetrov, profesor de la Alta Escuela de Economía de Moscú.

 

    “En conjunto, el Kremlin ha logrado sus objetivos”, subraya.

 

    Al tiempo que los separatistas pueden festejar el primer aniversario de su  llegada al primer plano, las autoridades ucranianas viven horas bajas,  lastradas por una economía de capa caída, sin ilusiones sobre las perspectivas  de adhesión a la OTAN sobre todo porque no logran recuperar los territorios  separatistas.

 

    Al otro lado de la frontera, Putin bate récords de popularidad, sobre todo  por la anexión de Crimea por Rusia en marzo de 2014, una península ucraniana con  mayoría de rusoparlantes que muchos rusos consideran territorio propio desde la  época soviética.

 

    “Crimea fue anexada a Rusia sin un solo disparo y la popularidad de Putin  se puso por las nubes”, constata Dmitri Trenin, director del Centro Carnegie de  Moscú en un informe.

 

    Según un reciente sondeo del centro independiente Levada, un 72% de rusos  aprueban las acciones de Putin como presidente y un 57% -el doble que en  diciembre de 2013- verían con buenos ojos que se presente a un cuarto mandato presidencial en 2018.

 

    – Un riesgo bien calculado –  

 

    El presidente ruso siempre pensó que los occidentales no pasarían de las  sanciones que han impuesto. Los hechos le dieron la razón. Washington no ha  cesado de acusar con rabia a Rusia de que han mandado soldados a Ucrania para apoyar a los rebeldes, Moscú lo desmiente y Estados Unidos ha decidido no  suministrar armas letales a Kiev por temor a una escala del conflicto.

 

    Del mismo modo, la Unión Europea y Estados Unidos, que adoptaron una serie  de sanciones para atacar el corazón de la economía rusa contribuyendo al  hundimiento del rublo, renunciaron a medidas radicales como la exclusión de  Rusia del sistema bancario SWIFT.

 

    “Las sanciones occidentales han ayudado mucho a Putin para unir al pueblo  ruso en la resistencia a las presiones externas”, recuerda Trenin.

 

    La economía rusa, que ha vivido un año negro, parece recuperar el aliento,  y el rublo, que había perdido la mitad de su valor ante el dólar en 2014, se  consolida.

 

    El ministro de Finanzas, Anton Siluanov, ha estimado que el “pico negativo”  queda atrás y el titular de Economía, AlexeiUliukayev, señaló “señales  significativas de estabilización”.

 

    Señal de que las tensiones con Occidente se rebajan, Putin podría viajar a  Nueva York en otoño para pronunciar un discurso en la 70  sesión de la Asamblea  General de la ONU, y sería su primera visita a las Naciones Unidas en diez  años, según el Kremlin.   

 

    – ‘Putin no cederá’-  

 

    El presidente ruso se enfrentó a Occidente en la crisis ucraniana sin un  plan de acción concreto, aseguran ciertos analistas.

 

    “Tenía algunos objetivos en mente y la célebre máxima de Napoleón: ‘Vamos y  ya veremos'”, afirma Konstantin Kalashev, director de un grupo de expertos  políticos.

 

    Pero una cosa es segura: “Putin no se rendirá ni cederá”, estima Trenin.

 

    “Moscú seguirá desafiando la hegemonía mundial de Estados Unidos y actuando  en interés propio, guiada por sus propios valores y sin buscar la aprobación de  Estados Unidos o la UE, recalca el experto.

 

 

 

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