Diciembre 26, 2024

Cómo los PS, DC y PPD se convirtieron en más pinochetistas que el mismo Pinochet

Como buen profesor de historia, Francisco Vidal resumió en un sola oración la historia del maridaje entre los dirigentes de la Concertación y los dueños de las empresas, privatizadas y vendidas por Augusto Pinochet a sus esbirros y émulos, a precio de huevo: “Hay que cerrar los ojos”. Durante 25 años, los concertacionistas callaron sobre el robo a las empresas del Estado, que pertenecían a todos los ciudadanos. Según René Abeliuk, ex funcionario del gobierno de Patricio Aylwin, se pudo conocer, en detalle, el monto en dinero defraudado al Estado, así como el número de empresas enajenadas y sus beneficiarios, incluso, en esa época, existió una comisión investigadora de la Cámara de Diputados, y sus conclusiones fueron acalladas, pues los traidores al pueblo, pertenecientes a la coalición del gobierno, decidieron no tocar a dichas empresas. El líder de esta maniobra fue el ex ministro de la Presidencia, Edgardo Boeninger .

 

 

Desde ese entonces y, hasta nuestros días,” había que callar”, al decir del ex vocero del gobierno del primer gobierno de Bachelet, Francisco Vidal. Es cierto que durante los primeros cuatro años reinó el pánico ante los requerimientos del dictador que, en ese tiempo era comandante del ejército y, con ese poder omnímodo se daba el lujo de amenazar con “ejercicios de alistamiento y enlace”, así como el logro de que un Presidente temeroso hiciera uso de la “razón de Estado” para salvar de la cárcel a su hijo ladrón – en el concurso entre Agustito y Sebastián Dávalos, el primero le gana, de lejos, en codicia y estupidez – pues en ese entonces el miedo servía a los concertacionistas de excusa para no tocar la herencia del dictador.

 

De tanto cerrar la boca y los ojos, los socialistas, los democratacristianos y los PPD se fueron convirtiendo en más pinochetistas que el mismo Pinochet: en los encuentros de empresarios, personajes como Enrique Correa, Oscar Guillermo Garretón, Jaime Estévez y hasta Osvaldo Puccio mostraban mayor inteligencia y devoción al culto del “dios mamón” que los mismos antiguos empresarios de apellidos vinosos y bancosos . Una conversión tan radical de esos izquierdistas marxistas althusserianos, que “el Mapu, un partido marxista para gente bien”, francamente, merecía sendos premios integrándo a sus miembros a las empresas de los discípulos y continuadores de la obra de Pinochet o, al menos, como en el caso de Enrique Correa, nombrándolo como estratega “jurídico” y “lobista” principal de los dueños de Penta y de Julio Ponce Lerou y sus amigotes fascistas, entre ellos, Hernán Büchi y Patricio Contesse.

 

A quién le puede extrañar que Ponce Lerou, hombre mucho más inteligente, hábil y flexible que los controladores del Grupo Penta, haya hecho tan buenas migas con los ex seguidores de Allende – hoy movidos por la codicia el culto al dinero – que, al final, pinochetistas y allendistas puedan olvidar las contradicciones que los separaron hace cuarenta años, y encontrarse en la tarea común de compartir los sucios negocios de SQM.

 

“Hay que cerrar los ojos”, como genialmente lo expresara nuestro locuaz pedagogo, Pancho Vidal, a fin de salvar a la plutocracia – ahora Nueva Mayoría – que está a punto de caer en las fauces del Fiscal Gajardo debido al destape despiadado de la “compra” de políticos por parte de SQM. Este conglomerado no ha encontrado mejor salida que seguir los consejos del fascista Jovino Novoa, es decir,” un acuerdo nacional” que permita echarle tierra a este nuevo escándalo y, de esta forma mantener cargos y prebendas, idea que está madurando en algunos dirigentes de la Nueva Mayoría. Afortunadamente esta sucia maniobra a espaldas de la ciudadanía les puede fracasar, pues el pueblo ha despertado del largo letargo en que estaba sumido y ha llegado a su mayoría de edad y bien puede enviar a los sinvergüenzas del duopolio al basurero de la historia.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

31/03/2015

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