El copiloto del Airbus A230 “tuvo la voluntad de destruir el avión” de Germanwings que se estrelló el pasado martes contra los Alpes. Esa es la conclusión a la que han llegado los investigadores franceses, según informó el fiscal de Marsella encargado del caso del Airbus A320, Brice Robin.
Brice explicó que el copiloto, de nacionalidad alemana y llamado Andreas Lubitz, inició el descenso del avión “de forma voluntaria” cuando se hallaba solo en la cabina del avión, ya que el comandante había salido de la misma.
Nuestra interpretación es que el copiloto mediante una acción voluntaria se negó a abrir la puerta de la cabina al comandante del avión y accionó el botón que ordenaba al avión una pérdida de altitud. Ignoramos qué motivó esta decisión que podría considerarse como la voluntad de destruir el avión”.
El relato de los hechos narrado por el fiscal Robin establece que en los primeros 20 minutos el copiloto mantuvo una conversación “normal y cortés” con el comandante. Poco después se escucha al comandante preparar el informe de aterrizaje en Düsseldorf, al que el copiloto responde de forma “lacónica”. “No se puede hablar de que hubiera una conversación”, explica el fiscal francés.
Posteriormente, el comandante pide al copiloto tomar el mando —presumiblemente para ir a hacer sus necesidades— y se escucha el movimiento de una de las butacas y una puerta que se cierra.
En ese momento, cuando el copiloto ya está solo, acciona el sistema de descenso y ya no vuelve a hablar hasta el momento de la colisión.
Cuando el comandante regresa e intenta acceder a la cabina, se encuentra con la puerta cerrada e intenta comunicarse con Lubitz. Al comprobar que éste le impide el acceso, el comandante intenta derribar la puerta blindada y empieza a dar reiterados golpes desde fuera. Pero Lubitz le ignora: el fiscal ha explicado que dentro de la cabina “no se escucha absolutamente nada al margen de la respiración durante los diez últimos minutos”.
“Había silencio total”, ha subrayado el fiscal.
Robin también cuenta que en los últimos minutos antes de que el avión chocara contra el suelo se escucha al copiloto “respirar con normalidad”, lo que indica que siguió vivo hasta el momento del impacto y que “a priori” no sufriría ningún problema de salud.
Lubitz contaba con una experiencia de 630 horas de vuelo con la aerolínea, en la que trabajaba desde septiembre de 2013. De 28 años, era natural de Montabaur, un pequeño pueblo entre Dusseldorf y Frankfurt. Su formación la desarrolló en Bremen, al norte de Alemania, según el diario Bild.
Se inició de adolescente en el mundo de la aeronáutica, primero con vuelos sin motor. Lufthansa ha informado además de que anteriormente estuvo destinado en la escuela de aviación civil de la compañía. Era miembro de la asociación de vuelo alemana LSC Westerwald, desde la que el pasado miércoles lanzaron un mensaje de pésame por la muerte de su antiguo compañero.
Robin acusa al copiloto de estrellar deliberadamente el avión, pero al mismo tiempo ha afirmado este jueves que en estos momentos “no hay nada que haga pensar en un atentado terrorista”. Robin defiende la hipótesis de que Lubitz de haber estrellado “intencionadamente” el aparato después de quedarse al mando del mismo tras abandonar la cabina el piloto y ha indicado que estaba vivo hasta que se produjo la colisión contra el suelo.
Dentro de la tragedia, Robin destacó que al menos las víctimas no se dieron cuenta de lo que iba a suceder hasta el último momento, porque en la grabación no se escuchan gritos hasta poco antes del impacto.