Es lamentable que Ud. no haya escuchado alguna de las sugerencias hechas desde aquí para superar el caso Dávalos-Luksic, que a Ud. salpica seriamente. O sugerencias parecidas, que estoy seguro le habrán llegado porque están en la mente y la opinión, tal vez callada, de todos los que están por el bien de Chile.
Ud. debió empujar desde el principio la reparación del daño hecho, Presidenta. Y no lo ha hecho.
Reparar el daño causado a la sociedad es, por ejemplo, destinar la ganancia económica éticamente mal habida a fines de beneficio social. Ni más ni menos.
Todo ello suponiendo que el trámite legal de la operación haya sido enteramente limpio, sin información privilegiada, sin tráfico de influencias, sin ningún tipo de sombra ilegal.
El apurar un proyecto de ley para impedir o sancionar los turbios negocios entre “dinero y política” y buscar la solución a lo que está sucediendo en una negociación congresista entre la derecha y la coalición que a Ud. apoya, es un nuevo parto de los montes, para decirlo suavemente. El país pudo haber esperado algo así antes del acuerdo Insulza-Longueira, pero ahora, como Ud. lo ha repetido reiteradamente, la gente está empoderada y exige otro tipo de política y de soluciones.
El caso Luksic-Dávalos y todos los demás casos (desde el de Velasco y de Rossi, pasando por León y llegando a RN y la UDI) tienen una dimensión legal pero, sobre todo, son casos que atropellan la ética, la imagen de la labor pública, la llave de la representación, los valores básicos de la democracia, el sentido elemental de la política.
¿O el proyecto de saneamiento legal, que se discutirá en el Congreso, va a llevar un articulado que castigue a los que actualmente están siendo objeto de acusación –por haber pisoteado la ética pública- y los condene a renunciar, a devolver lo mal habido y, lo que sería mejor, a depositar los dineros recibidos (por donaciones ilegales o ventas inescrupulosas) en un fondo que vaya en ayuda de los más pobres de los chilenos y chilenas, como gusta reiterarse hoy día?
No se deje Ud. engañar. El Mercurio no aparecerá en la línea de exigir este tipo de “sandeces”. Si lo hubiese hecho históricamente, ni él ni sus protegidos tendrían el poder que tienen. El Decano investigará, o copiará investigaciones, para informar acerca de los pasos legales que deben seguirse para especular con terrenos o mantener la relación entre grandes empresarios y representantes, o dará consejos para que la UDI pueda recibir aportes sin la chantería utilizada por Penta, o inflará la voluntad de Soquimich para crear una “comisión de ancianos” que averigüe cómo fue que pudo salir desde allí plata para favorecer a algunos señores de la Nueva Mayoría. A lo más indagará para ver si se respetó la ley y la ordenanza municipal en tal o cual comuna.
Otros medios de comunicación de masas, particularmente la TV del mismo Luksic, la del Estado (manejado por gente de la Alianza y la Nueva Mayoría, socias de los implicados) y otras, apoyarán “la solución legal consensuada en el Congreso”, que será como un nuevo blanqueo de capitales mal habidos.
La gente común y corriente, esa que la apoyó reiteradamente, Señora Presidenta, quedará huérfana de liderazgo, incrédula al escuchar en adelante “lucha contra la desigualdad”, “gratuidad de la enseñanza”, “que paguen los poderosos”, “por un mañana igualitario y equitativo”, y abierta a encontrarles la razón a los que posan de “apolíticos”, de “técnicos independientes”, de haber trabajado o apoyado a un gobierno de empresarios y a otro que sólo se dedicó a extirpar a “terroristas y delincuentes” entre 1973 y 1990.
Es muy grave lo que está pasando, Presidenta, y son pelos de la cola que a Ud. la pifien en el Festival de la Canción, o estén, usted y su familia en todos los comidillos, inventados o no, acerca de las malas prácticas de los señores y señoras políticos.
¿A cuánto subirá la abstención en las elecciones próximas? ¿Con cuántos votos se elegirá al próximo Presidente o Presidenta de la República?
Pero eso no es lo más grave.
Los casos de Penta, Soquimich y Dávalos-Luksic vienen a sumarse al papelón apestoso protagonizado por ex candidatos a la Presidencia de la República que, ahora, están submarineados en universidades norteamericanas (como si ello fuera suficiente) o parecen desaparecidos después de haber culpado a sus partidos y partidarios de oscuras pillerías de billetes, y de no haber pagado obligaciones legales y morales a sus familiares y colaboradores técnicos. O de haber recibido también platas sucias de Penta y/o Soquimich.
Lo más grave es que el país ya tiende a no creer en nada, Presidenta, y un país que no cree en nada no puede creer que pueda vivir un mañana mejor.