Todas las dictaduras requieren para subsistencia de “pan y circo”, con el supuesto de que el populacho es atrasado mental y que se puede someter fácilmente al poder omnímodo. Nada mejor que, año tras año, presentar a “beldades” – y otras no tanto”- en trajes transparentes, o bien, sacados de las cortinas de sus casas, pero en todos los casos, muy costosos y de alta costura y, lo que es peor, insultantes para la pobreza en que vive nuestro pueblo. Nada más siútico y relamido que los comentarios de los críticos de moda y de espectáculo, con relación a los “trapos”, colores, peso y corpiño que llevaban las damas, como también el traje de los galanes que, en este caso, no se les puede llamar “rurales” – moquete usado por Dávalos al referirse al ministro Peñailillo -.
Como escribió en alguna ocasión mi hijo Rafael, don Francisco fue animador de cuanto espectáculo se hizo, para meterle el dedo al pueblo mientras se torturaba y asesinaba a miles de chilenos. Antonio Vodánovic fue el animador de moda del Festival de Viña, un arribista lame-culo de doña Lucía Hiriart de Pinochet, y aún se mantiene fresco en la memoria cuando presentó al dictador y su siutiquísima esposa en una de las presentaciones de este alienante Festival.
Los chilenos, además de ser los más pesados y engreídos de América Latina, en estos últimos días de febrero pretendemos convertir a la ciudad de Viña del Mar en una “especie de Miami”, pues siempre queremos imitar a los más poderosos, sea de Europa o de Estados Unidos – disimulando la pobreza que se vive en los cerros de Viña y de Valparaíso <recordemos que no hace más de un año hubo un incendio, justamente en las poblaciones más pobres de Valparaíso>-.
Los gobiernos regionales y la comuna de Valparaíso especialmente, se han hecho conocidas por escándalos de malversación de fondos públicos – actualmente, el Alcalde de Valparaíso está acusado de responsabilidad al no prevenir el gran incendio -.
Nuevamente, el Tontódromo” de la Quinta Vergara, que otrora fuera utilizado por la dictadura, ahora le sirve a la casta política para tapar los ilícitos en que ha incurrido, descubiertos a raíz del Penta Gate-UDI, el Nuera Gate-Concertación y el Soquimich-Gate-Nueva Mayoría.
Durante seis días con sus noches las pantallas de televisión, los medios escritos y la Radio no harán otra cosa que mostrar los carachos de los cantantes, famosos algunos y otros de barrio y, como siempre, nadie le dará importancia al concurso folklórico – incluso, es posible que premien a Bolivia para que su Presidente, Evo Morales no siga provocando a nuestro adocenado Canciller -. El común denominador de cada Festival es que haya un invitado famoso, preferencialmente cantante, que removerá las hormonas de las adolescentes y que, en su histeria colectiva, querrán acercarse a su ídolo y hasta remecerle el “paquete”. No faltará tampoco los humoristas, algunos con una rutina de hace 20 años que, a veces se lleva una pifia de los asistentes, otros, como Bombo Fica, que salva la situación, con humor de buena calidad.
Nada más frívolo, ramplón, zafio, mediocre, ordinario y chabacano – no escribo más sinónimos para no parecerme al ignorante ex Presidente Sebastián Piñera – adjetivos que caben a los comentaristas Festival, ¡miren que llamarle “monstruo” a un conjunto de calcetineras con baja autoestima – que se enajenan ante lo que ellas llaman “su ídolo”! – y más despistadas que el diputado Pablo Lorenzini, al referirse a las niñas violadas. De nuevo, el “circo” acude a salvar a los corruptos de la casta política-empresarial.
Rafael Luis Gumucio Rivas
22/02/2015