La corrupción no sólo se limita a la casta política y empresarial, sino que también se extiende a la iglesia que, en vez de proteger la rica doctrina evangélica, trazada por Jesús, se dedica a promover a pastores indignos, como es el caso del recién nombrado Obispo de Osorno, Juan de la Cruz Barros Madrid, uno de los discípulos predilectos del degenerado cura, Fernando Karadima, que escapó de ser condenado por la justicia chilena, basada en la prescripción de sus delitos de pedofilia y abuso de poder. La iglesia católica sí lo condenó a una vida de silencio y retiro, que ni siquiera cumple a cabalidad.
Algunas de las víctimas del pederasta Karadima, Juan Carlos Cruz, Jimmy Hamilton y José Andrés Murillo, han denunciado la complicidad de los Cardenales Francisco Javier Errázuriz y Ricardo Ezzati, no sólo respecto de los delitos de Karadima, sino también de la complicidad del ahora Obispo de Osorno, Barros Madrid. Según Cruz, este personaje no sólo manoseaba al degenerado cura Karadima, sino que también observaba y aplaudía cuando el famoso cura besuqueaba a niños chicos.
Por mi parte, conozco personalmente al padre Pedro Kliegel, que fuera director de la Aldea Juvenil – hogar para niños estudiantes huilliches – e impulsor de grandes proyectos en pro de los sin techo, en la ciudad de Osorno, es un verdadero sacerdote, seguidor de las enseñanzas de Jesucristo que, indignado y con justa razón, envió una carta al Vaticano denunciando las tropelías y dudosa reputación del Obispo recién nominado.
Por otro lado, 51 diputados y casi todos los sacerdotes y agentes pastorales de la zona, han dirigido sendos mensajes al Papa Francisco, solicitándole la remoción de semejante personaje a la cabeza de la diócesis, y aún esperan la respuesta positiva que ha tardado mucho en llegar. Cabe preguntarse qué metodología emplean para designar semejante escoria como pastores. Pienso que la terna surge sea de la cabeza de la iglesia de Chile, el Cardenal Ezzati o, lo que es más grave, el nuncio apostólico, Monseñor Ivo Scapolo – que se “dignó” acusar a los sacerdotes Felipe Berríos, José Aldunate y Mariano Puga, de alejarse de la doctrina de la iglesia – en cualquier caso, no sería extraño que engañaron al Papa exaltando las virtudes y los valores de personajes negativos, que aún integran la jerarquía de la iglesia católica.
Muchas personas se preguntan, con razón, si la revolucionaria reforma del actual Papa es un puro volador de luces o bien, está tocando a fondo la muy corrupta curia vaticana, encargada de impedir cualquier cambio dentro del seno de la iglesia. No debemos olvidar que existe un catolicismo heredero de Constantino, cuya única meta es la riqueza y el poder, y otro catolicismo evangélico, de opción por los pobres y, entre ambos sectores – el conservador y el progresista – no hay ninguna relación -.
La dirección del Cardenal Ezzati está conduciendo a la iglesia católica chilena a ser una de las más reaccionarias de América Latina, inmiscuyéndose en temas como la educación, la sexualidad y, sobre todo, tratando de volver a un Estado clerical, dando órdenes a los parlamentarios católicos de votar. por ejemplo, contra la ley de despenalización del aborto, ignorando que católicos practicantes, como el ex Presidente Eduardo Frei Montalva, no sólo mantuvo esta ley, sino que también la profundizó. Recordemos que desde 1925 Chile es un Estado laico. Por desgracia para la iglesia, el pueblo de Dios, definido así en el documento del Concilio Vaticano II, ahora no juega ningún papel y, más bien, se ha vuelto al más reaccionario clericalismo. Personajes como Ezzati, Barros Madrid e Ivo Scapolo hacen que la gente huya de la iglesia y que sólo sigan acudiendo las viejas y viejos beatos.
Rafael Luis Gumucio Rivas (el viejo)