Septiembre 20, 2024

Plinio Mendoza: “No le doy credibilidad a la sospecha del asesinato de Neruda”

En entrevista digital desde España, el escritor Plinio Apuleyo Mendoza (Colombia, 1932), descarta la teoría del asesinato de Neruda: “Seguí estas noticias sin darle mayor credibilidad a la sospecha de que Neruda había sido asesinado. Realmente estaba muy enfermo, me lo decían sus amigos más cercanos, algunos de ellos viviendo en la clandestinidad, de modo que se trataba de una muerte esperada. Supongo que también para Matilde. Desde luego la dictadura recién instaurada era capaz de toda clase de atrocidades y atropellos, entre ellos el saqueo de la casa del poeta en la calle Márquez de la Plata. Recogí en el jardín cartas y fotos suyas que habían sido sacadas de sus archivos”. Además comparte los temas que conversó con su amigo Gabriel García Márquez: “Claro que hablé con Gabo muchas veces sobre lo que viví en Chile, y muy especialmente sobre la muerte de Neruda”.

 

 

En septiembre de 1973, fue enviado a Chile por la revista venezolana Bohemia, para cubrir las noticias del golpe de Estado de Pinochet, también había conseguido una entrevista con el poeta Pablo Neruda internado en la Clínica Santa María. El reportaje de Plinio Apuleyo Mendoza, con fotografías de Fina Torres, salió publicado en la revista española Triunfo: “La casa había sido requisada y saqueada […] Cuando charlábamos en voz baja junto al féretro, Matilde se dirigió a él [Enrique Bello] para solicitarle que se hiciera cargo de los trámites con la funeraria. Buscaba un auto. Yo le ofrecí mi taxi, que esperaba en la puerta. Así quedé también yo comprometido en esas diligencias que abarcaron el resto del día. Mientras avanzábamos hacia el centro de la ciudad por calles grises, llenas de frío, mi amigo nos contaba a Fina y a mí cómo se había descartado la idea, propuesta por algunos, de llevar el cadáver de Neruda a México. Matilde no estuvo de acuerdo porque podría ser algo malinterpretado por el pueblo chileno” (10/11/1973). Plinio Mendoza es el testigo clave en el funeral de Neruda.

 

LJM.- Usted publicó: “Aquel adiós a Neruda” (Triunfo 10/11/1973). ¿Qué significó recordar y reescribir su reportaje para “El Tiempo” 40 años después?

PM.- Siempre guardé el primer texto que escribí después de viajar a Chile y vivir con la familia de Neruda las primeras horas después de su muerte. Nunca anoté en una libreta lo visto a raíz del funeral de Neruda. Aún recogiendo lo vivido entonces por mí, hay recuerdos de lo vivido entonces que no se borran.

 

LJM.- ¿Qué pensó al leer las noticias sobre el juicio para esclarecer la muerte de Neruda?, ¿siguió con atención la polémica de la exhumación y los resultados de los análisis forenses?

PM.- Seguí estas noticias sin darle mayor credibilidad a la sospecha de que Neruda había sido asesinado. Realmente estaba muy enfermo, me lo decían sus amigos más cercanos, algunos de ellos viviendo en la clandestinidad, de modo que se trataba de una muerte esperada. Supongo que también para Matilde. Desde luego la dictadura recién instaurada era capaz de toda clase de atrocidades y atropellos, entre ellos el saqueo de la casa del poeta en la calle Márquez de la Plata. Recogí en el jardín cartas y fotos suyas que habían sido sacadas de sus archivos.

 

LJM.- En 1973, usted aportó un dato sumamente interesante: “se había descartado la idea, propuesta por algunos, de llevar el cadáver de Neruda a México”. ¿Había miedo por el funeral, o querían practicarle a Neruda una necropsia en México?

PM.- Seguramente se temía que no era posible, dadas las circunstancias reinantes, de un funeral multitudinario. Pero lo hubo para sorpresa mía. Fue algo muy emotivo y espontáneo. Me pareció algo tan imposible que en la funeraria me limité a decir que bastaba un solo coche o carruaje para las ofrendas florales que podían acompañar el ataúd.

 

LJM.- En “Aquel adiós a Neruda” (1973), usted olvidó el nombre de Enrique Bello, ¿la memoria a veces nos juega malas pasadas?

PM.- Sí era Enrique Bello, amigo mío, y me atormentaba haber olvidado su nombre. Son las trampas del tiempo y de la edad.

 

LJM.- ¿Recuerda que acompañó a Enrique Bello a la Clínica Santa María y a la casa del médico de Neruda antes de ir a la funeraria?

PM.- A Enrique lo acompañé aquel día a todas partes. Íbamos en un taxi, el mismo que yo había alquilado en Arica y que lo guardé durante todo el tiempo que estuve en Chile.

 

LJM.- ¿Comentó con Enrique Bello alguna sospecha del “asesinato” de Neruda en la víspera del viaje programado a México?

PM.- No, nunca compartí con Enrique la sospecha de que Neruda hubiese sido asesinado. Atendimos lo que nos dijo el médico.

 

LJM.- “El Mercurio” publicó: “Posteriormente a consecuencia de un shock sufrido luego de habérsele puesto una inyección su gravedad se acentuó” (24/09/1973). ¿Consultó la prensa chilena de la época?

PM.- No consulté la prensa sobre ese tema. Probablemente la salud de Neruda era tan frágil que la inyección que usted menciona pudo tener tal efecto.

 

LJM.- Las fotografías de Fina Torres muestran el cadáver de Neruda con su peso habitual (100 kilos), las imágenes contradicen la causa de muerte: “Caquexia cancerosa”, ahora sabemos que el poeta tomaba “cortisona”. ¿Habló por teléfono con Fina sobre la exhumación de Neruda?

PM.- Sí, es posible que la cortisona fuese la explicación de los aparentes 100 kilos de peso de Neruda. A Fina Torres hace mucho que no la veo, pero nos escribimos por correo electrónico, y seguramente la enteré de mi nuevo escrito publicado en el periódico El Tiempo sobre Aquel adiós a Neruda que tanto nos conmovió.

 

LJM.- El diplomático Pascual Martínez me dijo: “Había una fuerte escasez de medicamentos” (Clarín 12/02/2014). ¿Piensa que la enfermedad de Neruda se agravó por la falta de medicamentos?

PM.- Sí, no sería extraño que hubiese escasez de medicamentos.

 

LJM.- Conoció a Neruda en casa de García Márquez, la idea en 1973 era entrevistar al poeta hospitalizado. ¿Qué le hubiera preguntado a Neruda en septiembre de 1973?

PM.- Recuerdo que hablamos en casa de Gabo, como llamábamos a García Márquez sus amigos. Naturalmente que mi propósito, al buscar un encuentro con Neruda en la Clínica Santa María, era preguntarle sobre lo que estaba sucediendo en Chile en los primeros días de la dictadura de Pinochet. 

 

LJM.- Finalmente, ¿Gabriel García Márquez le preguntó sobre el funeral de su amigo Pablo Neruda?

PM.- Claro que hablé con Gabo muchas veces sobre lo que viví en Chile, y muy especialmente sobre la muerte de Neruda. Por cierto, las fotos y cartas del poeta que recogí en su residencia recién saqueada, se las devolví meses después a Matilde Urrutia en la casa de Miguel Otero Silva en Caracas.

 

*Entrevista publicada originalmente en La Jornada Morelos (Cultura, p. 13); se reproduce en Clarín.cl con autorización del autor.

 

http://www.jornadamorelos.com/hojeadas/jornada/hojeada.php

 

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