Moscú.- Una larga noche espera a los negociadores de un cese del fuego en el este de Ucrania antes de que puedan terminar de consensuar un acuerdo para este miércoles. El documento, antes de ser firmado en la cumbre de Minsk, debe contar con la aprobación del mandatario ucranio, Petro Poroshenko, y de los líderes separatistas de Donietsk y Lugansk, Aleksandr Zajarchenko e Igor Plotnitsky, así como de la canciller federal de Alemania, Angela Merkel, y los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Francia, François Hollande.
Bastaría con que uno de ellos dé marcha atrás en el último momento para que se ponga en entredicho el complejo proceso de negociación que se inició con la visita a Kiev y Moscú, el jueves y viernes de la semana anterior, de Merkel y Hollande, quienes expusieron a sus homólogos una nueva iniciativa de paz, cuyos detalles se han mantenido en estricto secreto.
Hasta ahora se ha cumplido la hoja de ruta definida el domingo pasado en la conferencia telefónica simultánea entre los dirigentes: el lunes, grupos de expertos encabezados por viceministros de Relaciones Exteriores elaboraron un borrador preliminar que hoy se discutió, ya en Minsk, con los representantes de los separatistas y los miembros del grupo de contacto (Ucrania, Rusia y la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa).
Separatistas han ensanchado su control territorial
La reunión duró apenas dos horas y no se excluye que el grupo vuelva a reunirse por la mañana de este miércoles, ante las propuestas que formularon los representantes de los separatistas.
Esta noche, según la agencia noticiosa rusa Tass, que cita una fuente no identificada, se llegó a un acuerdo para establecer el cese del fuego, retirar la artillería pesada e implementar el control de su cumplimiento, pero no ofrece información sobre ningún otro aspecto de la negociación.
Y no son asuntos menores por dónde pasará la línea de demarcación que separe a las partes beligerantes y quién asumirá el cumplimiento de los entendimientos, si se votará en el Consejo de Seguridad de la ONU el envío de cascos azules y con soldados de qué países se conformaría el contingente, cuándo se levantaría el bloqueo económico de los territorios bajo control de los separatistas, entre muchas otras cuestiones que requieren la aprobación de todas las partes implicadas en el conflicto y, como garantes de lo acordado, de los promotores de la iniciativa de paz.
Por poner sólo dos ejemplos, desde que se firmaron, en septiembre de 2014, los protocolos de Minsk que impusieron un cese del fuego que no se respetó, las milicias separatistas han ensanchado el territorio bajo su control en 500 kilómetros cuadrados, y es de suponer que éste ha sido uno de los puntos de mayor controversia en las negociaciones.
Tampoco se sabe si los territorios que no reconocen al gobierno de Kiev renuncian a su independencia a cambio de una amplia autonomía y si se convocará ahí a nuevas elecciones.
Por ello, hasta que no se conozcan los acuerdos alcanzados, y sellados con la firma de todos los dirigentes, es imposible sopesar la viabilidad del cese del fuego en el este de Ucrania como paso ineludible para comenzar a negociar un arreglo político.
Y no contribuyen al optimismo los ataques que tanto el ejército ucranio como las milicias separatistas emprendieron mientras los políticos negocian cómo poner fin al derramamiento de sangre.
El gobierno ucranio, según reportan las agencias, informó hoy que los separatistas lanzaron misiles sobre la ciudad de Kramatorsk, al tiempo que el ejército inició una ofensiva contra las posiciones de las milicias en los accesos del puerto de Mariupol para romper el cerco que éstas quieren cerrar en torno a la ciudad de Devaltsevo.
Los mismos hechos, narrados por medios afines a los separatistas, son que el ejército bombardeó Kramatorsk para inculparlos a ellos, pues murieron 12 civiles y 63 resultaron heridos, mientras sus combatientes mantienen rodeados a miles de soldados ucranios.
Por esto, al margen de lo que se pudiera o no firmar este miércoles en la cumbre de Minsk, lo que realmente importa es que Alemania y Francia –y sobre todo Estados Unidos, que tiene mucha responsabilidad por lo que sucede en Ucrania– obliguen al gobierno de Poroshenko a cumplir los acuerdos, de igual manera que Rusia haga lo propio con las milicias separatistas.
Sólo así, si se logra un cese del fuego efectivo, se podrá evitar que siga aumentando el número de víctimas entre la población civil y se abrirá la puerta a que, pasado un tiempo, comience a negociarse un arreglo político de este conflicto.