“Los señores políticos”, como decía el abominable tirano, que debe estar en las profundidades del báratro, nos tienen acostumbrados a sus despliegues de parafernalia, fuegos de artificio y cantos de sirena, para congratularse y felicitarse por los logros que obtienen, en sus maquinaciones, contubernios y componendas. Ahora, acaban de celebrar “el fin del binominal”, interpretando la canción nacional; por cierto me refiero a la Nueva Mayoría, con el agregado del Partido Comunista, y otros descolgados de por aquí y por allá.
Por lo visto, creen que la calidad de la democracia mejorará, por arte de magia, incrementado el número de diputados y senadores; no concienciando al amplísimo sector de la ciudadanía que no sufragó, por hallarse atrapada en un apoliticismo extremo, que el propio sistema le inoculó por tanto tiempo, y en que en términos burdos, se traduce en que: “para que voy a votar, si al final da lo mismo; si siempre resultan electos los mismos; y uno tiene que seguir trabajando”. La idiotez de que hablaron los antiguos griegos, es decir, la condición de la persona que no se compromete en los asuntos “de la polis” o sea “el idioté”, y que sólo se preocupa de los asuntos privados, ha devenido realidad.
Tampoco se preocupó de entablar diálogo, plural y abiertamente, con quienes no sufragamos por sentir repugnancia absoluta, al haber tomado conciencia que siempre son las cúpulas las que deciden por quien votar, sobre la base de la lógica del cacicazgo, del compadrazgo, de la instauración de un delfín, del nepotismo, de la prevalencia de la oligarquía y de la plutocracia; y que, frente a la evidencia de que son círculos inaccesibles, herméticos, cerrados, a los cuales acceden unos besamanos, abyectos y rastreros, nos cansamos de confiar.
Todavía recuerdo la última primaria que se hizo en Rancagua, a modo de ejemplo, en vistas a la elección de alcalde que ganó el candidato Udi por paliza, a la que se presentaron Carlos Arellano por la Democracia Cristiana; Edison Ortiz por el Partido Socialista; Raúl Guiñéz, por el Partido Por La Democracia; y Claudio Sule. Lo cierto es que a nadie le preguntaron si querían que ellos fueran los precandidatos; y con una primaria de pacotilla, se emborracharon de un triunfalismo, que no los preparó para recibir un derrota proverbial, en una ciudad que históricamente había sido de centroizquierda…¿Quién diantres puede explicar lo que sucedió?
Ni hablar de la señora Bachelet, quien fue ungida para la última elección presidencial, porque no había nadie más que pudiera salir al paso a un candidato de derecha, dada la descomposición terminal que afectaba a su conglomerado, que hoy ostenta un nombre de fantasía; que no es una presidenta socialista, ya que goza de la simpatía del imperialismo- alguien dijo algo así como “ para inducir un golpe de estado en Chile, si éste es un país suficientemente domesticado-; y ha blanqueado sus papeles ante los empresarios tanto a nivel mundial como a nivel del país, para tranquilizarles sobre futuro de sus inversiones, la confiabilidad de nuestro país, y la estabilidad de “las reglas del juego”; que no ha tenido la voluntad política de resolver la situación del pueblo mapuche; de hecho, tiene manchadas las manos de sangre de este pueblo; etc.
Pues bien, me devano la sesera, una y otra vez, y no se me ocurre en qué medida o de qué forma pueda afectar la calidad la democracia que se incremente el número de profesionales partidarios, que ejercen los “cargos de representación pública”, los cuales, salvo casos excepcionales y aislados, tanto así que pudiéramos considerar anomalías o singularidades extremas, pertenecen a los monopolios de las diferentes agrupaciones partidarias, que viene gobernando Chile a su amaño, desde el retorno a la democracia, que nunca fue, ya que de una dictadura feroz, pasamos a una dictadura de ropajes democráticos, un travesti que se entrega sin pudor en los brazos y las manos de las grandes corporaciones económicas, y que cobra muy poco, pero a cambio entrega todo: desde la soberanía hasta los recursos naturales.
En todo caso, propongo y barajo algunas ideas: Lo primero, es que se rebajen los sueldos, ya que, según un dato de Ciper Chile, el promedio anual es diputado, como botón de muestra, es de $103.265.772, en el informe “OPINIÓN Democrática desigualdad: Diputados chilenos son los mejor pagados en los países de la OCDE” (Por: Colombina Schaeffer, Patricio Segura Ortiz y Leonardo Valenzuela en Opinión Publicado: 11.06.2014).
Por consiguiente, no resulta moral ni ético, ni siquiera mínimamente creíble o confiable, que un funcionario de algún partido político pontifique acerca de la miseria o de las injusticia sociales, con un sueldo que les sufragamos; y que más encima esperan obligarnos a aumentar el caudal, para tener que sostener a más parásitos; habida cuenta que: un trabajador o trabajadora que perciba el sueldo mínimo de $250.000- que no es lo que paga en concreto-: necesitaría entre 34 a 35 años de vida laboral activa para llega a reunir tamaña fortuna, sin descuentos de ninguna especie, lo que es imposible, ya que tenemos la rapiña, la voracidad, la hemorragia de las Afp.
Luego, lo segundo que les pido- a título personal, pues no tengo la pretensión mesiánica de hablar en nombre de “Chile” como lo hace ellos, es que se sometan a un referéndum revocatorio, cada cierto período, no cada cuatro años; es decir, cualquier persona que haya sido electa; que, sin embargo, en un período que se puede establecer constitucionalmente, no haya demostrado una real capacidad de trabajo, que no hay propuesto ninguna ley, o que no haya aportado en nada en beneficio de los electores y electoras que le escogieron; que haya desparecido de su distrito o circunscripción, de forma injustificada, sin presentarse a dar cuenta de su gestión o a compenetrarse de cuál es la problemática que les afecta o cuáles son las necesidades más imperiosas, inmediatamente ha de ser sometido- sin su consentimiento, ni beneplácito, por cuanto se debe al pueblo- a un referéndum revocatorio, para determinar si continúa ejerciendo el mandato que se le ha otorgado; o lisa y llanamente que, como se dice en buen romance, “ se vaya para la casa” por demostrar ser cero aporte; sobre todo, una incompetencia que causan estupor, como es en la mayoría de los casos.
Ahora que estoy en franquía de poner las cartas sobre la mesa: Considero que es un idea plausible reservar cuotas de género, para las mujeres- 50% como mínimo-, así como también las minorías étnicas, sexuales; por qué no para quienes que hayan demostrado una excelencia en su quehacer académico o profesional, y que quieran contribuir a la grandeza del país, desde una diputación o una senaduría.
Por último, lo otro que requerimos, es una nueva constitución, que ya no podemos seguir tolerando un día más la camisa de fuerza que nos impuso el pinochetismo guzmaniano. Aquí, no trata de cegarse, de desconocer el hecho de que ha habido reformas; eso sí, a medio morir saltando; precisamente, han sido retoques, que han beneficiado a minorías, que no han tocado los fundamentos del statu quo que legó la dictadura.
Necesitamos, como corolario, una asamblea constituyente- hay un dicho que dice que en pedir no hay engaño-, para volver a inculcar al pueblo el sentido de la política; que la ideología sí importa, que todos podemos intervenir, aportando ideas, a través de canales establecidos; que las decisiones que se toman para “enfrentar los problemas reales de la gente”, eslogan manoseado y trillado con que la derecha quiso convencer a la ciudadanía que ello nada tenía que ver con los abstrusos y peliagudos trabajos que quedaban reservados para técnicos y especialistas, y que la concertación con su tropa de diputados y senadores también hizo suyo; y que, ¡oh sorpresa!, contrario a todos los pronósticos, sentencias, tesis, de toda clase de ”ingenieros sociales” tiene una directa relación con la política y la economía, como ha quedado demostrado en el caso Penta, y otros tantos más que jalonan el derrotero e historial de la corrupción, a través del cual han ido avanzado a lo largo de todos estos ingratos, amargos y dolorosos años.
Arturo Jaque Rojas.
10.789.448-9