En entrevista con Punto Final, medio asociado a Clarín, la doctora María Isabel Matamala Vivaldi, investigadora del Observatorio de Equidad de Género en Salud, de la Universidad de Chile, e integrante de Articulación Feminista por el Derecho a Decidir, criticó al gobierno por la salida de Helia Molina del Ministerio de Salud al aplicarle un “castigo ejemplar disciplinario” que evidencia el desigual trato entre las mujeres y hombres que ocupan cargos públicos.
“Michelle Bachelet es coherente con las mujeres que acceden a cargos de alta responsabilidad, sin ser plenamente consciente de cuáles son las transformaciones que tenemos que hacer para lograr plena igualdad de derechos y libertades”, advierte la doctora Matamala, quien trabajó en la Organización Panamericana de la Salud en el área de Género y Reforma a la Salud.
La investigadora fue encargada de Género del Ministerio de Salud en el primer gobierno de Michelle Bachelet. Entonces conoció a Helia Molina, que se desempeñaba como jefa de la División de Políticas Saludables y Promoción en la Subsecretaría de Salud Pública. “No la conocí mayormente en lo político, por el carácter técnico de su labor, pero le tengo mucho respeto como ser humano, como persona honesta y profesionalmente idónea”, dice.
María Isabel Matamala rechaza el proyecto de despenalización del aborto del gobierno, porque no es consonante con la libertad de decidir. Asegura que Chile no será un país democrático si el Estado no garantiza el respecto de los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres.
BACHELET Y EL FEMINISMO
¿Qué señal está dando el gobierno al no respaldar a su ministra de Salud?
“En primer lugar, es una señal muy defensiva frente a los sectores conservadores y fundamentalistas. Una suerte de miedo permanente a lo que puedan decir o interpretar esos sectores. Por lo tanto, rápidamente trata de cubrir la situación, incluso sacrificando a su colaboradora. Esa actitud defensiva también nos pone en alerta respecto a cuál es la verdadera voluntad política para llevar a cabo la despenalización del aborto.
Segundo, el gobierno da una señal de asimetría en el trato de mujeres y hombres en el gabinete, y en general entre las autoridades. La mayoría de las salidas de altos cargos públicos en forma un poco humillante ha sido de mujeres. Así ocurrió en el primer gobierno de Bachelet (Paulina Veloso, de Segpres, y María Soledad Barría, de Salud). Son formas poco ‘sororas’, como decimos las feministas, es decir poco hermanables”.
¿Cómo se explica que esto ocurra en un gobierno presidido por una mujer, que fue la primera directora de un organismo de Naciones Unidas destinado a fomentar el empoderamiento de la mujer y la igualdad de género?
“Ahí hay que entrar a cuestiones más profundas del feminismo. Se refieren a la cualidad que en este caso debe tener la máxima autoridad de acoger a sus congéneres de una manera distinta a como se las acoge en el sistema patriarcal, que las considera implícitamente inacabadas para ocupar cargos públicos.
Por consiguiente, si existe voluntad para transformar las relaciones de género entre las propias mujeres, la máxima autoridad en este caso tiene que interactuar, apoyarlas en su desarrollo, acogerlas con sus fortalezas y errores, brindar oportunidades de avanzar. En este caso no ocurrió así y se aplicó un castigo ejemplar disciplinario para restituir el ‘orden’.
Una vez más, las exigencias a las autoridades mujeres son mayores que las dirigidas a los hombres. Queda demostrado en la diferencia abismal entre los casos del embajador Eduardo Contreras y el de la ministra Helia Molina. Además se agrega un hecho inédito: la emisión de un comunicado del Ministerio de Salud quitándole el piso a la ministra. No es creíble que la idea haya surgido desde el Ministerio. La decisión se adoptó más arriba”.
UN HECHO INACEPTABLE:
LA SALIDA DE HELIA MOLINA
¿Se equivocó el gobierno? ¿Podría tener un costo político para la presidenta?
“Me parece que es un hecho inaceptable, impresentable a nivel nacional e internacional. Sin embargo, no se podría calificar de un error, porque está dentro de la actitud permanente del gobierno, con una lógica de escasa transparencia, donde predominan el silencio y el secreto. Es muy difícil saber qué piensa la presidenta Bachelet.
Si se examinan los discursos de los presidentes de América Latina, nos gusten o no, podemos saber lo que piensan, cuál es su proyecto de país, sus convicciones… En cambio en Chile nos hemos acostumbrado a que predomine el silencio. Esta manera de hacer política no contribuye a la democracia”.
A su juicio, considerando que la presidenta Bachelet fue la primera directora de ONU Mujer, ¿existe incongruencia en la reacción de su gobierno?
“Es una incongruencia con el feminismo. Pero no le podemos cobrar coherencia con el feminismo porque Bachelet no es feminista. Si bien creo que en ONU Mujer ella fue ampliando su mentalidad, no logró transformarse totalmente. Bachelet es coherente con las mujeres que acceden a cargos de alta responsabilidad sin ser plenamente conscientes de cuáles son las transformaciones que tenemos que hacer para lograr una plena igualdad de derechos y libertades”.
Lo que dijo Helia Molina, ¿es una verdad incómoda?
“Es una verdad incómoda para los que no quieren que se enfaden los sectores conservadores y fundamentalistas. Todas y todos sabemos que eso ocurre, sobre todo las personas que trabajamos en el área de la salud. No hay nadie que no haya hecho una recomendación respecto a una clínica o médico a quien acudir ante una situación de emergencia. Es una verdad incómoda para algunos sectores del gobierno, porque han surgido sectores disidentes de la medida”.
Entonces, ¿comparte los dichos de la doctora Molina, en cuanto a que las personas con recursos no requieren leyes y pueden acceder al aborto seguro en clínicas de lujo?
“Es verdad que cuando se dispone de recursos es posible no respetar las leyes y abortar en forma segura, casi sin riesgos jurídico-penales. Pero tenemos que destacar que desde el punto de vista de los derechos humanos y la justicia de género, tanto las mujeres ricas como las que son pobres, no gozan de igualdad de derechos y libertades en lo que atañe a su sexualidad y reproducción. Las diferencias se establecen en la posibilidad de acceso a un aborto más o menos seguro, por desigualdades de clase y de etnias.
En este punto, tenemos diferencias con las feministas jóvenes. Ellas consideran que desde que apareció el misopostrol las mujeres somos libres. Nosotras planteamos que no somos libres porque igual tenemos que mentir. La venta de este medicamento es una libertad que se amplía para ciertas mujeres que tienen los recursos para comprarlo, la información necesaria y el apoyo de un profesional que acompañe el procedimiento, de manera que ante una hemorragia mayor no se vean obligadas a ir a un centro asistencial donde muchas veces se denuncia a la policía. La libertad total tiene que ver con la cultura de la sociedad. No existe la libertad de todas las mujeres en este país, y por tanto tenemos que luchar porque cambie la legislación punitiva vigente”.
CHILE: LA MÁS ALTA TASA
DE ABORTOS EN LA REGION
¿Hay cifras oficiales sobre los abortos que se registran en Chile?
“La falta de cifras oficiales es consecuencia de la clandestinidad en que se realizan los abortos. Ningún país en que el aborto esté absolutamente prohibido tiene cifras oficiales. No obstante, existen estimaciones e investigaciones cualitativas que entregan un panorama ajustado, que se basa en fórmulas consensuadas internacionalmente. En Chile se registran unos cien mil abortos al año, lo que está fundamentado en fórmulas que se realizan en países donde no hay cifras oficiales.
Podemos afirmar que la tasa de abortos en Chile es la más alta de América Latina, junto a República Dominicana. Dos países en los cuales el aborto está prohibido bajo toda circunstancia. Los países que han despenalizado el aborto tienen tasas de interrupción del embarazo significativamente menores”.
PROYECTO DE ABORTO TERAPEUTICO NO GARANTIZA
EL DERECHO A DECIDIR
Chile tiene una de las normativas más restrictivas del mundo en materia de aborto y penaliza la interrupción del embarazo en cualquier circunstancia.
En la misma entrevista que precipitó su salida, Helia Molina anunciaba que el gobierno enviará a mediados de enero al Congreso un proyecto de ley de aborto terapéutico que permita interrumpir el embarazo antes de las 12 semanas de embarazo y solo por tres causales: violación, inviabilidad fetal y riesgo vital de la madre. Es un proyecto “suave”, describía la ex ministra.
¿Cuál es su opinión respecto del proyecto de ley del gobierno?
“Es insuficiente, porque los motivos que llevan a una mujer a abortar son generalmente determinados socialmente. Tanto en países donde está permitido el aborto como en los que está prohibido, sabemos que esas tres causales son porcentualmente muy bajas frente a la magnitud del problema de los abortos. En Chile los abortos bajo esas causales no superarían los 4 mil al año. Entonces, legislar y desencadenar todo un proceso para cubrir problemas que pueden ser resueltos en el ámbito de la ética médica, amerita que lo pensemos más críticamente.
En el gobierno del Dr. Salvador Allende existió una actitud solidaria y compasiva respecto de las razones que pudiesen tener las mujeres para abortar. Esto se fue ampliando en la respuesta basada en el Código Sanitario. Primero por razones de falla de los anticonceptivos, después por problemas socio-económicos e incluso, hubo un proyecto de ley en que se despenalizaba el aborto.
Se hace necesario volver a tener ese pensamiento más abierto en términos de entender cuáles son las razones que tienen las mujeres para abortar. En los países donde el aborto está permitido baja considerablemente su número. En el caso de Uruguay llegó a cero la mortalidad materna por abortos. Aunque sean tres o cuatro los casos de mortalidad por abortos, son hechos inaceptables que no pueden ocurrir en el siglo XXI”.
¿El proyecto de aborto de la presidenta Bachelet no garantiza el derecho a decidir de las mujeres?
“El proyecto en absoluto responde a los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres. La libertad de decidir tiene que ser para todas las mujeres que se vean en el evento de interrumpir un embarazo no deseado. La libertad de decidir, para ser tal, no admite recortes. Obligar a una mujer a una maternidad que no es voluntaria es una violación de sus derechos sexuales y reproductivos”.
¿Lo ocurrido con la ex ministra Molina complica el debate sobre despenalización del aborto?
“Es un anticipo de lo que ya es un secreto a voces. No es auspicioso en relación a lo que pueda hacer el gobierno, aunque han surgido voces disidentes en el Parlamento, por lo que no sabemos qué pueda pasar con el proyecto. Creo preferible confiar en lo que podemos hacer desde la ciudadanía y la capacidad de movilización de la sociedad civil. Lo alentador de este suceso es la reacción en las redes sociales. Fue algo inesperado, demuestra que la cultura de la ciudadanía chilena está cambiando y se ha transformado mucho más que la cultura de las elites políticas.
Este debate se va a dar poniendo la carreta delante de lo bueyes, porque sólo una nueva Constitución -decidida por el conjunto de la ciudadanía mediante una Asamblea Constituyente-, que incorpore la libertad de decidir de la mujer, podrá salvaguardar la igualdad, la autonomía y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres”.
LA IGLESIA CATOLICA Y
SUS NUEVAS ESTRATEGIAS
¿Qué influencia tiene la Iglesia Católica para bloquear los intentos de ampliar las libertades y derechos reproductivos y sexuales de las mujeres?
“Históricamente la Iglesia Católica ha bloqueado los intentos de garantizar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. A esto se suma la complicidad que ha establecido con la Iglesia Evangélica, la cual se ha sumado a las posturas más fundamentalistas de la Iglesia Católica. Hoy desarrollan estrategias con campañas a nivel mundial que buscan la ocupación de nuevos espacios de decisión, como el Poder Legislativo. Eso lo vemos en Brasil y El Salvador, países donde buscan hacer de los Parlamentos espacios del conservadurismo. En Chile, la Iglesia Católica sin necesidad de innovar demasiado, está incidiendo ya sea a través de los sectores más conservadores o de las presiones sobre todas las elites políticas, incluidas las así llamadas de Izquierda”.
ISABEL DIAZ MEDINA