Diciembre 26, 2024

La caída de los precios del petróleo y sus probables consecuencias

¿Por qué se ha desplomado el precio del petróleo? En junio de 2014, el precio del barril de petróleo, estaba a 115 dólares, y ahora a fines de diciembre del mismo año, se cotiza alrededor de los 55 dólares el barril.

 

 

Hay diversas teorías para explicar este fenómeno. Una señala que en los últimos 200 años, los precios de las materias primas han demostrado tener ciclos. 10 años de buenos precios, son seguidos por 20 años de precios bajos. El ciclo de precios bajos se inició hace ya un par de años y por lo tanto es natural que este ciclo de precios bajos también golpee a la industria petrolera. Una segunda teoría es la de la conspiración y señala, que los Estados Unidos, en alianza secreta con Arabia Saudita, han decidido liquidar la economía de algunos de sus rivales. Es así como se han puesto de acuerdo para bajar los precios del petróleo. Arabia Saudita desea destruir la principal fuente de financiamiento del nuevo califato islámico, y también desea destruir a Irán. Por su parte Estados Unidos, desea crearle serios problemas a dos rivales molestos como son Rusia y Venezuela. Una tercera teoría señala que este fenómeno tiene su explicación en variables puramente económicas. Se señala que desde hace 35 años, se inició un proceso de deflación planetaria. Como consecuencia de esto la demanda mundial no logra recuperarse de la crisis de los años 2007-2008. Esto a pesar de que los Estados desarrollados han invertido varios trillones de dólares en su intento por revivir la depresiva economía planetaria. En octubre de este año, los Estados Unidos dieron término a su política de “quantitative easing”. De esta manera la falta crónica de demanda mundial, más el fin del dinero fácil, explicaría la abrupta caída del precio del petróleo. Esta última explicación parece ser la más adecuada para el fenómeno bajo análisis.

 

Pero es necesario preguntarse ¿Por qué existe la llamada deflación planetaria? Parece ser evidente que esta falta de demanda se debe a que, desde el principio de los años 80 del siglo pasado, las elites de los países ricos del planeta, han impuesto lo que se ha denominado el ajuste estructural de la economía. En la práctica el resultado de este ajuste estructural es que el 90% de la población, es decir la clase media del primer mundo, empezó a perder su participación en la riqueza global. En los estados Unidos a vía de ejemplo, el 90% de la población que conforma la clase media, poseía el 36% de la riqueza del país en el año de 1980. Este 90% de clase media, inició un largo proceso de pérdida de constante riqueza y para el año 2013, poseía menos del 20% de la riqueza del país. Por el contrario, el 0.1% de la población más rica y que sólo poseía el 8% de la riqueza en 1980, había logrado acaparar más del 22% de dicha riqueza en el año 2013. Es preciso señalar además, que las 16 mil familias que conforman el grupo de los súper ricos es decir, el 0.01% de la población posee en promedio una fortuna familiar de 371 millones de dólares y hoy día controla el 11.2% de la riqueza total de Estados Unidos. En otras palabras, se ha vuelto a la distribución de la riqueza que se tenía en el año de 1916. Aquellos menos ricos que conforman el 0.1% y compuesto por 160 mil familias, poseen un ingreso promedio de 73 millones de dólares cada una y así son dueños del 23% de la riqueza de los Estados Unidos. Es decir, tienen una igual distribución a la que esta elite tenía antes de la gran crisis de 1929. Por el contrario, el 10% de la población más pobre, ha visto desplomarse su ingreso en los últimos 10 años.

 

Toda esta información se obtuvo de un extenso trabajo realizado por Emmanuel Sáez de la Universidad de California y Gabriel Zucman del London School of Economics y citada por la revista “The Economist” en su artículo titulado “Free Exchange. Forget the 1%” (Ver: “The Economist” Nov. 8th. 2014 pg. 79). Este artículo señala que la investigación mencionada comprueba con meticulosos datos del servicio de impuestos internos de los Estados Unidos, que Thomas Piketty estaba en lo correcto cuando escribió su libro titulado “El capital en el siglo XXI”. La riqueza efectivamente se ha concentrado y se sigue concentrando peligrosamente en las manos de los súper ricos. Esta increíble concentración de la riqueza es así, mucho peor que la que Piketty señalaba en su libro del año 2013. El aumento creciente de la desigualdad presagiaba así una vuelta a la sumamente injusta y desigual sociedad de fines del siglo XVIII. En otras palabras, la sociedad de las herencias, donde casarse con un heredero rico era mucho más seguro y lucrativo que crear una empresa productiva. Esta fue la sociedad desigual que ha creado grandes revoluciones, tal como la estadounidense primero y luego la francesa.

 

En necesario recalcar que el mismo padrón de distribución de la riqueza se ha dado en todos los países pertenecientes al primer mundo. Particularmente Europa y Japón. Esta situación naturalmente explica el grave proceso de deflación y falta de demanda que afecta al mundo desarrollado. De esta forma, Estados Unidos, Europa y Japón están estancados. No hay suficiente demanda y esto afecta negativamente el desarrollo de China, India y otros países emergentes. En conclusión, la falta de demanda debido a la extrema desigualdad es la principal causa de la caída de los precios del petróleo.

 

Es preciso señalar que este fenómeno, seguramente tendrá un impacto trascendental en la marcha futura del planeta. Podría por ejemplo provocar guerras tales como un ataque desesperado de Irán a Israel o una invasión de Rusia a Ucrania. De esta forma el fenómeno es tan importante que no se puede descartar ningún evento catastrófico que eventualmente cambie el rumbo del planeta. La drástica caída de los precios del petróleo es un fenómeno mucho más importante que el aleteo de una mariposa que de acuerdo con la teoría del caos, puede producir un huracán a miles de kilómetros de distancia. Aquí sólo se tratará de delinear el efecto que el bajo precio tendrá en los Estados Unidos.

 

En los últimos 10 años se ha desarrollado una nueva tecnología para extraer gas y petróleo y esta se ha denominado “fraking” consiste en explotar la riqueza encerrada dentro de conformaciones rocosas depositadas en el subsuelo. Esta nueva tecnología implica hacer perforaciones profundas y luego penetrar la roca para introducir tubos de acero que lanzan una mezcla de agua y químicos a muy alta presión. Este costoso proceso consigue quebrar la roca para así poder extraer el gas y el petróleo. No obstante el combustible que se puede sacar de las rocas no tiene el volumen ni la abundancia que tienen los lagos de petróleo subterráneo explotados por los pozos petroleros tradicionales. Por lo tanto, con esta nueva tecnología sólo se puede extraer petróleo y gas por un muy corto período de tiempo. Por lo general un año y con suerte dos. Esto obliga a las empresas trabajando es este tipo de explotaciones a abrir pozos petroleros en forma constante. Ya se han abierto en Estados Unidos, más de 20 mil pozos. Gracias a esta nueva tecnología, los Estados Unidos subieron su producción de petróleo de 6 millones de barriles diarios en el año 2010 a 9 millones hoy día. Es decir, el país pasó a ser el segundo productor mundial de petróleo con sólo un millón de barriles diarios menos que el que produce Arabia Saudita.

 

Desgraciadamente para los Estados Unidos, con un barril de petróleo a 90 dólares, la industria del fraking gastaba 1.30 dólares por cada dólar que recibía de la venta de su producto. En otras palabras, la industria del fraking se convirtió en otra gran burbuja. Se proyecta que con un barril de petróleo a 56 dólares, toda la industria del fraking caerá en bancarrota en los próximos meses. Esto es lo que verdaderamente Arabia Saudita desea.

 

Pero esto no es lo peor, lo más grave radica en el hecho que varios bancos han financiado la industria del fraking, y que algunos de ellos ya están en peligro de bancarrota. En otras palabras, con el fraking se creó un fenómeno similar al que se produjo con la burbuja de las viviendas en los años 2007-2008. En dicha crisis, los préstamos impagables por la compra de viviendas fueron disfrazados en bonos sumamente lucrativos que se vendían a inversores que desconocían el origen de los mismos. Ahora, parte importante de los bonos de las compañías petroleras han sido compradas por fondos de pensiones que han tratado de mejorar la rentabilidad de sus inversiones. Es aquí donde las cosas se complican endiabladamente siguiendo la teoría del caos.

 

A partir del año 2016, los jubilados con planes de retiro, 401K y que cumplen 70 años y seis meses, deben vender papeles bursátiles a fin de pagar sus impuestos al fisco. Estos jubilados serán varios millones por año y pertenecen a la generación de los “baby boomers” (esta generación comprende a los nacidos entre 1946 y 1964 y superan los 83 millones de estadounidenses). Se estima que el año 2016 habrá 2.2 millones de jubilados cumpliendo 70 años de edad. En el año 2017 habrá casi 3 millones. El número de jubilados se incrementará en un 30% cada año por los próximos 16 años. El problema es que estos jubilados, cuando cumplen 70 años, están obligados a pagar los impuestos que le deben al Estado. Para cumplir con sus compromisos tributarios deberán vender parte de los bonos y acciones que poseen en sus respectivas cuentas de retiro 401K. La necesidad de vender papeles bursátiles se incrementará exponencialmente cuando se den cuenta que los ingresos reales que produce la jubilación después de pagar los impuestos, no son lo que ellos esperaban. Muy por el contrario, estas jubilaciones los harán caer en la pobreza y para poder sobrevivir, la única salida será vender rápidamente los papeles restantes. La venta simultánea de papeles bursátiles vendidos por millones de jubilados desesperados puede así producir un colapso bursátil parecido al que ocurrió en 1929. Este probable y futuro pandemónium bursátil es discutido en detalle Robert T. Kiyosaki y Sharon L. Lechter en su libro “Prophecy: Why the Biggest Stock Market in History is still coming…” Warner Books, New York 2002, pgs. 54-82.

 

F. Duque Ph.D.

Cientísta Político

Puerto Montt, diciembre 2014

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