De lejos, la más significativa frase del año que expira la pronunció el senador Jaime Quintana, en marzo. La famosa retroexcavadora, tan vilipendiada por los conservadores de todos los pelajes, es absolutamente necesaria, a mi parecer, para emprender reformas estructurales que se adentren en temas centrales del modelo neoliberal, heredado de la dictadura y tan bien administrado por los sucesivos gobiernos de la Concertación, que nunca se atrevieron a modificar ningún aspecto del absolutismo cruel mercado de los Chicago Boys.
Si no se demuele lo que está caduco, es imposible construir una nueva sociedad que satisfaga los desafíos a corto y mediano plazo. Nada peor que emprender reformas a medias, pues al fin va a terminar favoreciendo a quienes pretender restaurar el pasado. El drama de 2014 es que la Nueva Mayoría no se ha decidido aún si va a utilizar la retroexcavadora – propuesta por el senador Quintana – o bien, se va entregar con toda su alma a la “cocinería” indigesta del senador Zaldívar que propone, en el fondo, transar las reformas con la derecha – como se hizo con la reforma tributaria -.
El drama de este gobierno durante el presente año ha tenido un zigzagueante recorrido, ora con la retroexcavadora, ora, con la cocina, que ha predominado hasta ahora, es decir, un paso hacia adelante y tres pasos para atrás
Me da la impresión de que la Presidenta Michelle Bachelet, esta vez, no está dispuesta a repetir las transacciones que caracterizaron su primer gobierno: no me parece, por ejemplo, que esté dispuesta a llamar al gabinete a un Edmundo Pérez Yoma o a un José Antonio Viera-Gallo, representantes de lo más reaccionario de la vieja guardia concertacionista, transaccional y conservadora. Por el contrario, la Presidenta, en su segunda estadía en La Moneda, siente verdadera lealtad con personeros de la nueva generación, que la acompañaron en su campaña, y no está dentro de sus planes el cambiarlos por estos viejos carcamales pasados de moda.
El drama de este gobierno durante el presente año ha tenido un zigzagueante recorrido, ora con la retroexcavadora, ora, con la cocina, que ha predominado hasta ahora, es decir, un paso hacia adelante y tres pasos para atrás. En este contexto, la Democracia Cristiana ha logrado transmitir a sus aliados sus famosas dos almas – la que mira hacia la derecha y la que lo hace hacia la izquierda-.
Tanta duda entre retroexcavadora y cocina ha terminado por desvirtuar las tres grandes reformas propuestas en el programa de gobierno alejándolas del apoyo popular que tuvo en la elección presidencial y los primeros meses de su mandato. En el fondo, ninguna reforma puede tener éxito sin un mínimo de épica y un apoyo entusiasta y comprometido de los movimientos sociales. Otro agravante lo constituye el predominio de los tecnócratas, que construyen proyectos desde sus oficinas sin relacionarse con los verdaderos sujetos de estas reformas.
La reforma tributaria, luego de su paso por “cocina” donde la faenaron – con té y pastelitos incluidos – ha terminado por convertirse en un plato indigesto, pues los mismos técnicos tributarios no saben cómo diantres se va a implementar en abril de 2015. Muchos de los ciudadanos nos permitimos dudar de que se va a recaudar la cifra de tres puntos del PIB, es decir, U.S.D. 8.300 millones. Por lo demás, según Marco Enríquez-Ominami, como mínimo, habría que duplicar este monto a fin de poder financiar las reformas en salud, educación y previsión, fundamentalmente.
A diferencia de la reforma agraria, comenzada por el Presidente Eduardo Frei Montalva y profundizada por el mandatario Salvador Allende, la reforma educacional no ha logrado penetrar en los movimientos sociales, hecho que se debe, principalmente, a la incapacidad de este gobierno para crear una mística reformista entre los ciudadanos.
No me parece que este sea un año perdido – como lo sostiene el senador socialista Carlos Montes – pero sí creo que para el 2015 se hace imprescindible un viraje radical hacia los movimientos sociales, y resaltar el papel de la retroexcavadora para demoler el pasado, que tanto le gusta a la derecha política y a una buena parte de los militantes democratacristianos.
Rafael Luis Gumucio Rivas
30/12/2014