Moscú.- Ante la estrepitosa devaluación del rublo, que hace añicos los ahorros de casi todos los rusos en esta ya poco festiva víspera de fin de año, muchos se acostaron a dormir este martes en Rusia convencidos de que mañana les espera un día… peor.
Estamos en una situación crítica. Lo que ahora sucede no podíamos imaginarlo ni en la más terrible pesadilla hace apenas un año, resumió esta noche el vicegobernador del Banco Central de Rusia, Serguei Shvetsov.
Nadie sabe hasta dónde seguirá cayendo la moneda nacional y a qué se debe que hoy hubo un momento de auténtico pánico en que el tipo de cambio llegó a 80 por dólar y a 100 por euro, estableciéndose la cotización hacia el final del día en 72.4 por dólar y 90.9 por euro, lo que representa una depreciación del rublo de 60 por ciento respecto de comienzos de año.
Tras el descalabro de este lunes –cuando el rublo sufrió la mayor caída en un día desde 1998 al descender hasta 63.4 por dólar y 78.8 por euro–, en la madrugada de este martes el Banco Central de Rusia tomó la decisión de subir de 10.5 a 17 por ciento la tasa de referencia anual, en lo que constituye el sexto aumento este año desde el 3 de marzo anterior, cuando estaba en 5.5 por ciento.
Mucho más malo
Al encarecer el crédito a la banca comercial se pretende evitar que ésta use el dinero del Banco Central para adquirir divisas, lo cual incrementa su demanda y deprecia la moneda nacional, según puede leerse en cualquier manual de macroeconomía.
Tuvimos que elegir entre algo malo y algo mucho más malo, intentó justificarse el Banco Central.
Su titular, Elvira Nabiulina, argumentó que la subida del tipo de interés básico en 6.5 puntos busca evitar la devaluación del rublo y los riesgos de inflación. A la vez, advirtió que no traerá beneficios inmediatos y exhortó a todos a vivir de acuerdo con una nuevas reglas del juego, determinadas por un rublo débil.
La economía rusa tiene que adaptarse a las nuevas condiciones, asumir que nos encontramos en la zona del rublo y que éste debe ser la fuente principal de financiamiento, remarcó Nabiulina.
La medida tuvo un efecto positivo y el rublo registró una leve mejoría, pero muy pronto se frenó la recuperación y la moneda nacional marcó nuevos mínimos conforme se expandían los rumores de que el gobierno podría aprobar algún tipo de control de capitales.
No todos culpan del colapso del rublo a los precios del petróleo y las sanciones económicas contra Rusia, las causas que más se mencionan. También corrieron este martes especulaciones que atribuían a la petrolera Rosneft parte de la responsabilidad por el desplome de la moneda nacional.
Se llegó a dar por hecho que Rosneft se beneficiaría de una multimillonaria conversión a dólares para afrontar sus compromisos internacionales, lo cual desmintió hoy de manera categórica su presidente, Igor Sechin, al calificar la especie de una provocación.
Aunque no fuera cierto, la desconfianza de otros participantes del mercado financiero hacia las autoridades hizo que éstos se anticiparan a comprar el billete verde, generando escasez y el consiguiente efecto negativo en el tipo de cambio, opinó Natalia Orlova, analista en jefe de Alfa-Bank.
Para el vicepresidente del Comité de Política Económica de la Duma, el diputado de Rusia Justa, Mijail Emelianov, esta subida de la tasa de referencia hasta 17 por ciento es una locura, que a corto plazo puede detener la caída del rublo ciertamente, aunque al impagable precio de condenar la economía a la recesión.
Si el precio del petróleo se estabiliza por debajo de 60 dólares por barril (el viernes pasado ya se vendió a 58 dólares, informó la OPEP) –mientras el Banco Central de Rusia sostiene que Rusia resistiría los próximos tres años con un precio en torno a los 80 dólares–, la economía de este país sufriría una contracción de 4.7 por ciento.
Los noticierios de la televisión estatal enviaron la noche de este martes el mensaje tranquilizador de que un rublo débil en realidad es bueno para la economía, ya que debe estimular la producción nacional y alentar las exportaciones al volverlas más baratas.
Lo malo es que la gente, curada de espanto por crisis anteriores, no cree ese tipo de mensajes y mañana, desde temprana hora, se lanzará a las tiendas para intentar salvar los pocos rublos que le quedan