Diciembre 26, 2024

Piñera: de Tantauco a Lago Ranco

Sebastián Piñera es uno de los Presidentes más superficiales que han pasado por nuestra historia: dueño de una crasa ignorancia – dudo de que haya leído un libro profundo durante su vida, salvo los autoayuda que le ha puesto en sus manos su esposa, Cecilia Morel, aunque dudo que los haya entendido, pues se chasconea con las letras, que forman parte de algunos de sus enemigos – en cultura general, pues ha dedicado su vida sólo a ganar dinero. El único caso de de intelectual y especulador que se me viene a la mente es Voltaire, que se dedicaba a atesorar dinero con la venta de pertrechos al ejército francés. Además de ser un poco ignaro nuestro héroe tiene un enorme ego, característica útil para convertirse en líder de la derecha mercantil chilena.

 

 

               Sebastián Piñera, previo a su candidatura presidencial cita a sus amigotes a uno de sus muchas propiedades que posee a lo largo y ancho del territorio nacional – podría decir, con toda propiedad,  “soy millonario y lo luzco, ¡y qué!” En la candidatura de 2009 invitó a sus amigos a Tantauco, en Chiloé, y como es atragantado y lleno de tics, pero muy seguro de sí  mismo, sostuvo que contaba con profesionales de alto nivel (¿técnico?) para copar todos cargos del Estado, pero cuando llegó a la presidencia se comprobó que no contaba con suficientes idóneos, razón por la cual se vio obligado a nombrar empresarios que confundían los negocios con la administración del Estado.

 

               El gobierno de Piñera ostentó el récord de la mezcla entre la política y los negocios, asunto que ahora está en plena explosión y, de paso, anuncia la destrucción de la casta política, cada día más rechazada y despreciada por la ciudadanía – confieso que nunca pude saber si el Presidente gobernaba desde La Moneda, la Casa de Piedra o del edificio de la Bolsa de Comercio – así, como todo financista, su único norte ético es la rentabilidad y todo lo reduce a cifras contables de indicadores macroeconómicos, incluso, la salud y la educación que, para él, siguen siendo bienes que se transan en el mercado al mejor postor.

               Habría que ser muy ingenuo o tonto para no darse cuenta que el “paseo y estadía” alrededor del Ranco, que albergaba a 80 personas, tenía un precio: la proclamación del dueño de casa a la presidencia de república para las elecciones de diciembre de 2017. Es cierto que, incluso en su tienda política, hay varios niños para el trompo, entre ellos, el que más le hace sombra es Manuel José Osandón quien, con toda razón no le tiene simpatía al multimillonario líder de la derecha.

               Por muy poco querido por el pueblo que sea Piñera, es el único líder de la derecha hoy por hoy, por el sólo hecho de haber ocupado el sillón de O´Higgins y, aun cuando a muchos de los dirigentes de la derecha les caiga muy mal este ambicioso personaje, al fin y al cabo terminarán apoyándolo, pues “es lo que hay”.

               La diferencia entre Tantauco y Ranco radica en que no sólo han pasado seis años, sino que los partidos de derecha están mucho más a mal traer actualmente que en 2009: Renovación Nacional ha sufrido sucesivas divisiones – Evópoli, Horizontal, Amplitud – además de las incontables fracciones que conviven en RN; por su parte, la UDI está en su peor momento, especialmente por escándalo del PentaGate.

               El encuentro de Sebastián Piñera y sus incondicionales amigos no asegura que la derecha pueda salir de su crisis política y moral; por el momento, sólo sirve para incluirla en las páginas sociales de El Mercurio, con una lucida foto del dueño de casa, su primo y sus amigos, entre quienes se cuenta a la “negra” Cecilia Pérez – al decir del clasista Carlos Larraín -, que de haber sido invitado, se hubiera preguntado si iba de enfermera o  para servir la mesa.

        

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