Varios peligros amenazan a la humanidad, pero dos de ellos son decisivos y están lejos de resolverse: la guerra nuclear y el cambio climático, según ha señalado Fidel Castro[1]. La pesadilla nuclear no acabó con el fin de la “Guerra Fría” que enfrentó a las dos superpotencias (Estados Unidos y la URSS), nuevos países (Israel, India, Pakistán, Corea del Norte) se unieron al “club” de los poderosos países poseedores de las armas nucleares (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia y China). Poco a poco, el stock ha ido creciendo hasta alcanzar la cifra de 20 000 proyectiles nucleares. El empleo de apenas un centenar de estos sería suficiente para crear un invierno nuclear que provocaría, en un breve lapso, una muerte espantosa de todos seres humanos que habitan el planeta[2].
No menos mortífero, pero a un plazo más largo, se presenta el cambio climático por acumulación de gases de efecto invernadero (GEI)[3] que ya está causando serios estragos en todos los continentes. En 2013, la concentración de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales gases de efecto invernadero, ya superó la frontera de las 400 partes por millón cuando en 1900, la concentración era de 300 partes por millón[4].
Si las emisiones de GEI continúan al ritmo actual, y no se toman medidas urgentes para tratar de frenar esta situación, la capacidad de la Tierra para absorber los GEI se habrá agotado en los próximos cincuenta años, y se presentaría el temido aumento de la temperatura en dos grados (o más), lo que provocaría daños generalizados y graves, con un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos[5].
La pesadilla ya llegó
Ya se sienten los impactos del cambio climático en todo el planeta, pero afectan más a las regiones y a los países más pobres. Exceso de lluvias o sequías extremas, derretimiento de los glaciares de los polos y de los nevados, acidificación de los océanos, aumento de los niveles y de la temperatura de los océanos, mares y ríos, fuertes inundaciones, huracanes e incendios incontrolables, son algunos de los fenómenos que se están presentando y tienen consecuencias en la salud, la alimentación, la economía, el hábitat y la vida de millones de personas.
“Las proyecciones apuntan a que el cambio climático hará que aumenten los riesgos conexos al clima existentes y se generen nuevos riesgos para los sistemas naturales y humanos”, señala un informe del Grupo de Trabajo II al Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático[6], documento que pone énfasis en los siguientes aspectos:
-Problemas relacionados con el acceso de agua dulce, especialmente para las poblaciones que sufren las inundaciones fluviales.
-La extinción de especies de los ecosistemas terrestres debido a la modificación de sus hábitats.
– La mortalidad arbórea y el decaimiento forestal debido al aumento de las temperaturas y las sequías.
– Los estados insulares situados a baja altitud tendrán que afrontar impactos muy fuertes por efectos de la elevación del nivel del mar.
– El aumento de la temperatura en 2 grados afectará a la producción de los cultivos de trigo, arroz y maíz en regiones tropicales y templadas, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de poblaciones enteras.
– Las zonas urbanas se verán afectadas por las precipitaciones extremas, las inundaciones, la contaminación del aire, las sequías y la escasez de agua.
– Las zonas rurales enfrentarán conflictos por el suministro de agua, la seguridad alimentaria y la merma de los ingresos agrícolas.
– Aumentará el desplazamiento de personas. Según un informe elaborado por siete universidades europeas, los desplazados por causas del cambio climático llegan a 25 millones -más del doble de los refugiados políticos- y pueden llegar a ser 200 millones en el 2050[7].
-Indirectamente el cambio climático será la causa de conflictos violentos. No lo menciona el informe pero varios de los conflictos armados y violentos actuales están relacionados con las disputas por el agua.
Principalmente, son los países industrializados los mayores responsables de la emisión de gases de efecto invernadero. Estados Unidos encabeza la lista de los más contaminadores (con un 22,2%) , seguido por China (18,4%) , la Unión Europea (11,4%), Rusia, India, Japón, Alemania, Canadá, Reino Unido, Corea del Sur, Italia, que en conjunto significan más del 70% del total. Los países de América Latina y el Caribe en total emiten el 11%[8].
Si tomamos en cuenta, sin embargo, el consumo per cápita de petróleo tenemos que un estadounidense consume, en promedio 25 barriles de petróleo anuales, un europeo 11, un chino menos de 2 y un latinoamericano y caribeño menos de uno.
Aunque a veces no se quiera reconocer, el cambio climático mucho tiene que ver con el modelo capitalista de acumulación material e infinita de bienes, que pone énfasis en el consumo ilimitado e irracional de mercancías innecesarias, nocivas y desechables, que produce una alta cantidad de desperdicios y contamina el aire, los ríos, los lagos y mares; un modelo que concentra la riqueza y el poder en unas pocas personas y corporaciones (asentadas principalmente en países del Norte) mientras cientos de millones de personas se debaten en la pobreza, carecen de alimentación adecuada o son desplazadas por las inundaciones, sequías, deslaves o huracanes.
Muchas de las situaciones graves que vive actualmente el mundo a causa del cambio climático quizá serían menos dramáticas si los países – especialmente los mayores contaminadores- habrían cumplido los compromisos adquiridos en el marco de las Naciones Unidas. Durante la Conferencia de Río en 1992, se aprobó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en la que los países asumieron compromisos para reducir las emisiones de efecto invernadero y proteger el sistema climático en beneficio de las generaciones presentes y futuras, sobre la base de la equidad y de conformidad con sus responsabilidades comunes pero diferenciadas y sus respectivas capacidades. (Las negritas son nuestras).
De la misma manera, en 1997 se suscribió el Protocolo de Kioto, en el que los 38 países más industrializados del mundo asumieron de manera legalmente vinculante el compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un porcentaje de al menos un 5 %, dentro del periodo que va de 2008 a 2012, en comparación a las emisiones a 1990. Estados Unidos, que, con 5% de la población mundial emite el 25% de dióxido de carbono, jamás suscribió el Protocolo de Kioto. Este mal ejemplo, fue seguido a partir de 2011 por Canadá, Japón y la Federación Rusa que se negaron a suscribir el segundo período de compromisos del protocolo de Kioto del 2013 al 2020 establecido en la Conferencia de Cambio Climático llevada a cabo en Doha (COP 18).
Varios países industrializados no han cumplido el compromiso de reducir las emisiones de efecto invernadero, pero además empezaron con una campaña en Durban y Doha para diluir el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, a la vez que dieron luz verde a proyectos de captura y almacenamiento de carbono basados en mecanismos de mercado, y crearon el denominado Fondo Verde para el Clima que debía aportar con 100.000 millones de dólares hasta el 2020 para luchar contra el calentamiento global en los países en desarrollo, y de los cuales se ha recaudado menos de 10.000 millones de dólares que resultan visiblemente insuficientes.
Los países industrializados en vez de introducir drásticos cambios a sus patrones de vida y consumo insustentables (que son la causa principal del cambio climático), impulsan lo que se ha denominado falsas soluciones para el cambio climático que combinan mercados de carbono, producción de biocombustibles, monocultivos y geoingeniería (manipulación artificial del clima a escala planetaria) que, según la investigadora Silvia Ribeiro, conllevaría enormes riesgos sobre todo para los países del sur global[9].
Nuevo acuerdo
En la Conferencia de las Partes (COP20) prevista para los primeros días de diciembre de 2014 en Lima se pretende avanzar en la elaboración de un borrador de un nuevo acuerdo global sobre cambio climático que entrará en vigencia en el 2020 y que deberá ser aprobado en la COP 21 a realizarse en París en el 2015.
Un elemento que complejiza las negociones climáticas es el anuncio conjunto de reducción de GEI de Estados Unidos y China (que representan el 45 % de las emisiones). Estados Unidos prevé una reducción de 26 a 28% en 2025 en comparación con los niveles de 2005, mientras China prevé un pico en sus emisiones de gases de efecto invernadero en torno a 2030. Una primera pregunta que surge es ¿dónde quedan y para qué sirven las negociaciones multilaterales en Naciones Unidas y el establecimiento de metas globales? Una segunda pregunta es si las metas propuestas por las dos superpotencias son realmente históricas y significativas, como se ha señalado. Según el analista Maxime Combes, Estados Unidos ha establecido sus orientaciones de emisiones sobre la base del nivel de 2005, año con las mayores emisiones de la historia de Estados Unidos, con casi 7.200 Mt CO2e (millones de toneladas de carbono equivalente), lo que, en comparación con los niveles de 1990 -el año utilizado como punto de referencia internacional- las metas de EE.UU. son más que modestas, ya que equivalen a una reducción anual de -0,43%[10].
Días antes de este anuncio, los Estados llevaron a cabo del 20 al 25 de octubre de 2014, en Bonn, Alemania, las sesiones del Grupo de Trabajo de la Plataforma de Durban, que se reúne bajo la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas, y que permiten ver cuáles son los puntos de discrepancia entre el Norte y el Sur, en preparación para la reunión de Lima.
Los países en desarrollo sostuvieron que se deben abordar de manera equilibrada y comprehensiva los seis elementos identificados para las negociaciones: mitigación, adaptación, financiamiento, transferencia de tecnología, construcción de capacidades y transparencia de acción y apoyo. Señalaron que este debe ser el eje del nuevo Acuerdo que se pretende alcanzar en París en 2015 en la COP21. Reiteraron que esto se debe realizar en un proceso abierto, transparente e incluyente, que sea dirigido por los propios Estados en un espacio multilateral en el cual se desarrolle un proceso de construcción de consensos. No coinciden con el énfasis sobre la mitigación que pretenden los países desarrollados.
En relación a las metas de mitigación, los países en desarrollo señalaron que era fundamental mantener el enfoque de “arriba hacia abajo”, que implica que la distribución del presupuesto global de emisiones[11] entre los países en desarrollo y los países desarrollados, debe basarse en los principios de equidad y de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Señalaron que se debe establecer un límite a las emisiones de gases de efecto invernadero, incluyendo las emisiones históricas y futuras. Los países con mayor responsabilidad histórica, alta huella ecológica, mayores capacidades y mayor nivel de desarrollo, tendrán una menor participación en el presupuesto de emisiones. Se debe reconocer, dijeron, que los países en desarrollo aún deben alcanzar el desarrollo sostenible y las metas de erradicación de la pobreza.
Otro tema fundamental es el del financiamiento, con igual importancia tanto para mitigación como para adaptación. Según la Convención de Cambio Climático, los países desarrollados deben asumir su responsabilidad en proveer financiamiento para la adaptación a los efectos adversos del cambio climático que afectan a los países en desarrollo. Los países desarrollados intentan evadir su responsabilidad en el tema del financiamiento, por lo cual se debe establecer una clara relación entre financiamiento y los mecanismos requeridos para atender las necesidades de adaptación, la transferencia de tecnología y la construcción de capacidades que requieren los países en desarrollo.
Los países en desarrollo enfatizaron que los compromisos de financiamiento deben ser legalmente vinculantes dentro del Acuerdo, y no como pretenden hasta ahora varios países desarrollados que solamente se incluyan en la Declaración Política de la COP. Los países en desarrollo expresaron que se requiere una hoja de ruta clara en el tema de financiamiento, que incluya metas, cronogramas y fuentes, resaltando que estas deben ser de fuentes públicas, y complementariamente del sector privado. Varios países desarrollados indicaron que no le sería posible asumir compromisos financieros cuantificables.
Los países en desarrollo han enfatizado en las sesiones previas a la COP 20 en Lima, que es fundamental reafirmar que para el Acuerdo del 2015, no sean redefinidos los principios y contenidos de la Convención de Cambio Climático, por lo cual los países desarrollados deben respetar y cumplir dichos principios, y más aún fortalecer su implementación.
– *Eduardo Tamayo G. es periodista e integrante del Consejo de ALAI.
(Con la colaboración de Helga Serrano Narváez)
Notas
[1] Fidel Castro, El derecho de la humanidad a existir, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2012, p. 56
[2] Ibid, p. 57
[3] Los gases de efecto invernadero están compuestos por el dióxido de carbono (CO2), el metano, el vapor de agua, el óxido nitroso, los clorofluorocarbonos y el hexafluoruro de azufre que producen un efecto de invernadero natural, que permite que no se congele el agua en el mundo. La acumulación de estos gases como producto de las actividades humanas como la combustión de derivados de petróleo, deforestación, manejo inadecuado de la basura, entre otros, está elevando la temperatura del planeta, dando origen al caos ambiental. (El Telégrafo, Ecuador, 1-04-2012)
[4] Fander Falconí, Cambio climático y activos tóxicos, América Latina en Movimiento N° 498, Quito, septiembre 2014. http://alainet.org/publica/498.phtml
[5] Martín Khor, Mensajes del fin del mundo, Agenda global, Instituto del Tercer Mundo, Montevideo, 14-11-2014
[6] IPCC, 2014: Cambio climático 2014: Impactos, adaptación y vulnerabilidad, Organización Meteorológica Mundial, Ginebra, Suiza.
[7] Xavier Caño Tamayo, Cambio climático y capitalismo (26-09-2014), América Latina en Movimiento http://alainet.org/active/77486
[8] Víctor Mendoza Andrade, Contencioso del cambio climático, El Telégrafo, Ecuador, 7-10-2014
[9] Silvia Ribeiro, Injusticia climática y geoingeniería, América Latina en Movimiento N°498, Quito, septiembre 2014. http://alainet.org/publica/498.phtml
[10] Maxime Combes, Clima: ¿es histórico el anuncio de Estados Unidos y China? En realidad, NO, 2014-11-17, http://alainet.org/active/78819
[11]“Los científicos del IPCC por primera vez han calculado un límite superior para tener una probabilidad del 66% de mantener el aumento de temperatura por debajo de 2 °C. Para no sobrepasar este límite, no se podrá emitir más de 1.000 giga toneladas (Gt) de dióxido de carbono en total. Ya se han emitido 531 Gt, que es más de la mitad del presupuesto global. Para comparación: Las reservas comprobadas de fuentes de energía fósil (carbón, petróleo y gas) en el mundo producirán 3.000 Gt de dióxido de carbono. Por consecuencia lógica resulta que se debería dejar en el suelo más del 80% de estas reservas conocidas para evitar una catástrofe climática”. Dirk Hoffman, AR5 – el nuevo informe climático de Naciones Unidas, http://cambioclimatico-bolivia.org/pdf/cc-20131007-AR5__el_nu___.pdf