Diciembre 26, 2024

Ampuero y yo (Respuesta contra la injuria)

Ampuero, que ha escrito y publicado injurias en su último libro,”Detrás del muro”, se ha tratado de cubrir ante eventuales reacciones de sus injuriados con el subtítulo de “Memoria imprecisa”. Las injurias serían, si se alega, parte de sus “imprecisiones”. Yo he escrito sobre mis memorias, sobre Perú, sobre Cuba, donde viví exiliado, y hasta, de pasada, también he escrito algo (media página) sobre Ampuero. Pero nunca se me ocurrió decir, por ejemplo, que “En La Habana, en 1979, conocí a un joven escritor comunista, llamado Ampuero, que fue acusado por vecinos allí de contrabandear marihuana, y que huyó de la isla a la RDA, de la que también, una y otra vez, intentó escapar por supuestas acusaciones de contrabandear”. Habría sido considerado por Roberto Ampuero como calumniador o injurioso, con justa razón.

 

Sin embargo dice el ex embajador y ex ministro de Piñera, Roberto Ampuero, en la pág.125 de su libro “Detrás del muro”, recién lanzado:

 

“Ismael, un chileno instalado en una señorial oficina con aire acondicionado del Comité de la Resistencia, estuvo a cargo de organizar mi salida de la isla y de justificarla ante los “compañeros cubanos” (todas estas comillas son suyas). “Siempre le agradeceré su apoyo en esa gestión”, continúa.”Él también estaba hastiado de Cuba, pero no tenía adonde ir. Había intentado infructuosamente trasladarse a México y Venezuela, incluso a Italia, donde contaba con un familiar, pero no le había resultado. Le frustraba haber encallado en Cuba. “Disfrutaba, sin embargo, de un buen pasar como funcionario pagado por los cubanos. Por ello simulaba ser un revolucionario de tomo y lomo, un “comecandela”, y era capaz a la vez de criticar con gracia el socialismo y contar los mejores chistes de la isla sobre Fidel. Ante los cubanos actuaba empero como un revolucionario duro. En verdad, lo único duro de su vida era la suspensión del impecable Lada azul que los cubanos ponían a su disposición”.

“Ismael”, a quien agradece y muerde inmediatamente Ampuero, con sus incisivos de derecha, es Ismael Llona, es decir, el periodista que ahora escribe esta columna. Yo era, hace 35 años, secretario del partido MAPU OC en Cuba y representante del partido ante el gobierno y el Partido Comunista de Cuba. Antes, desde el golpe hasta enero de 1978, había estado, con mi familia, asilado en Perú y trabajé allí en un periódico de izquierda. Era, en 1979, miembro del CC del MAPU OC y de su Comisión Exterior. Había sido, en 1969 (diez años antes) uno de los fundadores del MAPU. Entre mis obligaciones partidarias, en Cuba, estaban las de apoyar el desarrollo personal de los militantes de mi partido, también ante las autoridades cubanas, que nos habían dado asilo, y el PCC, que se relacionaba normalmente con nosotros, entregándonos su solidaridad. Sin esa solidaridad no habría podido vivir en Cuba el comunista liberal Ampuero ni habría podido viajar como viajó a la RDA, después de renunciar al PC e ingresar al MAPU OC.

El militante en el MAPU OC, Roberto Ampuero, ingresó al partido el 19 de mayo de 1979, fecha del 10° Aniversario del MAPU. Nunca antes de este libro, a pesar de sus reiterativas memorias, Ampuero se había atrevido a hablar de mí y menos a injuriarme.

A 35 años de distancia me recuerda en su libro de posar como un “comecandela” (algo así como un decidido “tiro fijo”, un perenne y fiero pistolero, en el habla coloquial cubana) y me lanza impresiones y falsedades propias de un “comemiedda” (también en esa habla). Porque en Cuba hay “comecandelas” y “comemieddas”. Aparentes y verdaderos.

Habla de mis “mejores chistes” sobre Fidel. Siempre he tratado de espantar la seriedad y la severidad con algo de humor, incluso en la prisión de Pinochet, pero no creo haber tenido con Ampuero la suficiente confianza e intimidad como para contarle ese tipo de chistes, habituales por lo demás en la Cuba de entonces y que habla de la “brutal tiranía” que sobre él se ejercía. Él era un militante y yo un dirigente.

Trata, en fin, de ponerme mal ¡a estas alturas! con los que llama “los cubanos”, como si nuestras vidas no hubieran sucedido y no pudieran haber sido y ser probadas por las instituciones correspondientes, por decenas de testigos y por la memoria común del exilio chileno en Cuba, para no hablar de la historia. Son 35 años de pruebas para todos, para Ampuero y para mí.

Sobre mi vida en Cuba conocieron y conocen mi familia, mis amigos, mis camaradas y los compañeros de izquierda de otros partidos, las diferentes instituciones cubanas, y por cierto la CNI y el COVEMA, que me secuestraron en Chile en 1985 y me acusaron, según don Jaime Castillo Velasco que me defendió, de ser “un correo cubano” o “un correo del MIR”. Nada pudieron probar y mi libertad se produjo después de una fuerte solidaridad internacional, también de “Granma”.

La vida es más fuerte que los inventos de plumíferos.

Trata también Ampuero de distinguirme de otros chilenos que vivían en Cuba destacando que “los cubanos” me pagaban un sueldo y habían puesto a mi disposición un Lada azul y una oficina “con aire acondicionado” en lo que llama, con interesado error, “el Comité de la Resistencia” (!) “Los cubanos” no sólo me pagaban por mi trabajo permanente en el Comité de Solidaridad, como lo hacían con todas las chilenas y todos los chilenos que trabajaban, y por mi trabajo político; pagaban el usufructo de nuestro pequeño apartamento alhajado con un inmenso televisor ruso, los estudios de mis hijos, la salud de nuestra familia, los estadios de béisbol y fútbol que eran gratis para todos, los velorios, entierros y sepulcros, si hubiéramos muerto allí; los pasajes que utilizábamos para viajar a Panamá o Perú para insistir ante los consulados chilenos sobre nuestro derecho al retorno; muchas diversiones como las del Parque Lenin que también eran gratis, los libros a bajo precio, el teatro y el ballet a bajo precio y etc. A Ampuero le pagaban todo eso, más los pasajes con que viajó a la RDA. Los cubanos no me pusieron un Lada azul (el MAPU OC, el partido al que Ampuero ingresó en 1979, tenía a su disposición un Lada rojo, como, en diversos colores, cada uno de los partidos chilenos en La Habana, y como la Presidencia y la Vicepresidencia del Comité Chileno de Solidaridad con la Resistencia Antifascista (que así se llamaba), y yo lo usaba en la calidad de Secretario Local del MAPU OC y representante de mi partido, para nuestro trabajo allí). En lo de la oficina señorial tiene razón: era una hermosa oficina de varias muy hermosas que tenía una antigua mansión señorial del barrio El Vedado, en La Habana, calle 13 entre D y E, donde operaba el Comité, y el aire acondicionado (¿o era un viento de cola que se colaba cuando este Secretario conversaba con el destacado joven comunista?) no era excepcional en el Comité, cuando no había apagones, ni lo era en oficinas públicas, cines, algunas tiendas de ropa como los “ten cents”, y por cierto las embajadas, las oficinas del Comité Central y de la Federación de Mujeres Cubanas, donde Ampuero tenía familiares cercanos que visitaba más asiduamente que a éste, a quien dice ahora “agradecer”.

Pero lo grave está en la injuria con publicidad y alevosía.

Afecta mi prestigio, mi honra y la de mi familia.

Dice que yo había “encallado” en Cuba. Y no tenía a donde ir (!). Que estaba allí a disgusto (!). Que “intenté infructuosamente” salir, a México, a Venezuela, a Italia, a cualquier lado, pero no podía, no podía (!). Me frustraba esa inventada situación, según el inventado sicólogo, conocedor e historiador de mi inventada alma, escrutador de mi inventada conciencia. E inventor de mis inventados intentos infructuosos.

¿Cómo, alguien que “no podía salir de Cuba”, como yo, podía conseguirle a él ese salto, con los compañeros cubanos, hacia la RDA? ¿No podía yo, si estaba en esa lamentable situación subjetiva, desesperada, inventada por quien cree a los otros de su misma condición, volar a la RDA o a otro lado? ¿Cómo pudo él, siendo recién militante del MAPU OC, hacerlo y no yo, que era un viejo dirigente que me relacionaba con Correa en Berlín, mi hermano en Roma, Bau en Moscú, Insulza y Vega en México, Bell en Inglaterra, Vargas en Holanda y, de alguna manera, Buenos Aires y la Dirección Interior?

Me inventa acciones, no sólo pensamientos y deseos. “Intentar” es realizar acciones, actuar, moverse, solicitar, juntar recursos, preparar a la familia (mi esposa y mis tres hijos estudiantes) para partir de nuevo, como de Chile a Perú, de Perú a Cuba, ahora de Cuba a… cualquier parte.

Escribe que intenté infructuosamente salir a Venezuela (?)

Escribe que intenté infructuosamente salir a México (?)

Escribe que intenté infructuosamente salir a Italia (?) donde tenía “un familiar” (Ampuero sibilinamente se refiere con seguridad a mi hermano Eugenio que, él sabe, era exiliado en Italia. Así le da a su injuria un aire de seriedad).

Todo eso, hay que desprenderlo de sus inventados “intentos míos”, yo lo acometía, según el difamador, con el vértigo de un recién llegado al purgatorio cubano, en el que había “encallado” en 1978 (en enero de 1978 llegué a Cuba) sólo un año antes (16 meses para ser exacto) de que Ampuero ingresara al MAPU OC (mayo de 1979), y por tanto de que me conociera recibiéndolo, exhibiendo mi “hastío”, mis chistes y mi condición de aparente “comecandela”. En ese brevísimo tiempo ¿había yo, ya desesperado, intentado tantos intentos?

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