Una potente explosión arrasó las paredes del apartamento de Abdel Rahman Shalodi, este miércoles, sobre las cuatro de la madrugada. Israel volvió a destruir las casas de autores de atentados en Jerusalén, retomando una práctica intolerable para los palestinos y cuestionada por los propios israelíes.
Este derribo, el primero desde 2009 en Jerusalén Este, la parte palestina de la ciudad anexionada y ocupada por Israel, llega mientras el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, defiende la mayor firmeza tras un atentado mortífero el martes contra una sinagoga.
Los policías “llegaron a las 0H30 (22h30 GMT)” a Silwan, barrio popular de Jerusalén Este, cuenta Amer Shalodi.
“Tumbaron la puerta y nos obligaron a salir del edificio”, cuenta el tío del palestino de 21 años que, el 22 de octubre, mató a un bebé y a una joven ecuatoriana al embestirlos con su coche, justo antes de ser abatido por la policía. “Y, a las cuatro, oímos una enorme explosión”.
La casa de Abdel Rahman Shalodi ya no es más que un boquete en la fachada, entre la segunda y la cuarta y última planta de este edificio que construyeron distintos miembros de la familia.
Los artificieros israelíes derribaron todas las paredes interiores y exteriores del apartamento. Solo quedan los pilares de hormigón sobre los escombros para sostener la infraestructura.
“¿Adónde podemos ir? Ya no tenemos casa”, lamenta Nibras, una joven acogida por sus parientes.
– Mujeres y niños son las “primeras víctimas” –
Las fuerzas israelíes no habían llevado a cabo ningún derribo punitivo en Jerusalén desde 2009, según Daniel Seidemann, un abogado israelí especialista en asuntos relacionados con la ciudad santa.
Netanhyahu acaba de ordenar que se reanude esta práctica ante los atentados que vive Jerusalén.
El objetivo de estas destrucciones es dejar huella entre la población. Las autoridades creen que, aunque no teman por su vida, los posibles autores de atentados quizás pensarán en sus familias antes de actuar.
“Las primeras víctimas de los derribos son los parientes: mujeres, niños y ancianos que no tienen ninguna responsabilidad en el atentado y no son sospechosos de haber cometido ninguna infracción”, denunció la organización israelí de defensa de los derechos humanos, B’Tselem.
Se cuestiona, sin embargo, el efecto disuasivo de la medida. Washington cree, por ejemplo, que solo añade tensiones.
Entre 2001 y 2005, 664 viviendas fueron destruidas en los Territorios Palestinos ocupados, hasta que, en 2005, el ministerio de Defensa ordenó el fin de esta práctica. En vez de disuadir a los palestinos, los llevaba a cometer más atentados, consideraba entonces el ejército.
Esto no impidió que las autoridades israelíes tapiaran dos casas en 2009 en Jerusalén, dejando a 24 personas en la calle, según B’Tselem, y que destruyeran una tercera, la de la familia del autor de un atentado mortífero.
– 48 horas para recurrir –
Era el último derribo registrado en Jerusalén hasta el de este miércoles, aunque nunca se abandonó esta práctica en el resto de Israel. En el territorio ocupado de Cisjordania, las fuerzas israelíes derribaron en agosto, en Hebrón, las casas de Amer Abu Eisha y Marwan Qawasmeh, acusados de haber secuestrado y matado a tres adolescentes judíos en junio.
Tras el derribo de la casa de Shalodi, le notificaron a tres familias de Jerusalén Este que sus casas serán las siguientes: las de Mohamed Jaabis, en el barrio de Jabel Mukaber,Muataz Hijazi, en el barrio de Abu Tor, e Ibrahim Al Akari, en el campo de refugiados de Chuafat.
Los tres hombres fueron abatidos tras los atentados por las fuerzas de seguridad.
Los familiares tienen 48 horas tras el anuncio oficial para recurrir la decisión ante el Tribunal Supremo.
La familia de Udai y Ghasan Abu Jamal, que mataron el martes a cinco personas en una sinagoga, pueden prepararse a afrontar el mismo procedimiento.
Los Shalodi no recurrieron la sentencia. “Sabemos que la decisión es política y que no tiene nada que ver con la ley. El resultado se sabía de antemano”, dice un familiar, Abdel Karim.