En el acelerado proceso de concentración monopólica que vive el mundo, se destaca la industria farmacéutica, pequeño grupo de compañías trasnacionales ultra concentrado, que actúa como cartel, presiona a Gobiernos, controla medios de comunicación y atemoriza a la humanidad. Las denuncias de John Le Carré, ex agente británico, en su novela El Jardinero Fiel, crispan la piel, más aún cuando en su Epílogo afirma: “esto es pura ficción, la realidad es infinitamente peor”.
La crisis de rentabilidad que comenzó a vivir el sector privado en los 80, en el caso de la industria farmacéutica fue grave debido al vencimiento del pago de las patentes de muchas medicinas que ya pasaban a ser genéricas. Con los TLC atenuó pérdidas, al aumentar los plazos de los pagos a la propiedad intelectual, pero no logró paliar el alto costo de los innumerables juicios que pierde en forma sistemática. Finalmente, ninguna maniobra tampoco podrá compensar la crisis estructural que la afecta: el descubrimiento del genoma humano, que cambiará la concepción de la medicina, por tanto de la farmacéutica, y que pronto significará que cada individuo deberá usar un medicamento específico adecuado a su genética individual. Es decir, la industria pierde el pago de todas las patentes existentes. Esta situación ha estimulado aún más las prácticas ilegales de la industria, para acumular rápidamente, patentando nuevas marcas o nuevas líneas de producción, entre las que se destaca la creación de enfermedades y en los últimos años se ha incorporado de lleno al negocio de las vacunas contra epidemias inventadas como las gripes porcina, aviar y ahora el ébola.
Aunque aburrido para un artículo corto, veamos algunos datos sobre prácticas de la industria, para estimular la lectura del Internet, ya que la prensa en Chile oculta información concentrándose en detalles mínimos, como la concertación de precios de nuestras inefables cadenas de farmacias, dedicadas a “servir a los enfermos”. La prensa nacional, concentrada en la publicidad, no denuncia la usura de la que son víctimas los más viejos y enfermos al casi forzarlos a tomar tarjetas de crédito y menos la práctica aberrante de llamarlos a pedir avances en efectivo. La Teletón jamás ha informado sobre las causas de muchas de las enfermedades que apoya, gran parte de las cuales se han originado en efectos secundarios de medicamentos como el Talidomida que ha pasado piola, pese a que los afectados aún luchan, después de que el laboratorio alemán Chemie Grünenthal la sintetizara hace sesenta años.
La GSK (GlaxoSmithKline), llamada por el mundo alternativo norteamericano, los Global Serial Killers, lleva la delantera en las atrocidades: en 2001, la Asociación Americana de Endocrinología la obliga a retirar del mercado mundial el Avantia. Ya antes, en 1999, la FDA lo había prohibido en EEUU. En 2002, fue acusada por la Agencia para el Control de Medicamentos de Gran Bretaña, de haber causado 57 muertes con el Bupropión, comercializado en España como Zintabac, antidepresivo para dejar de fumar y prohibió el uso de antidepresivos inhibidores selectivos de la serotonina en menores de 18 como el Paxil. Estos medicamentos, que reciben distintos nombres como Prozac, Paroxetina, Paxil en EEUU, Seroxat en Gran Bretaña, habían incentivado el suicidio en niños menores de 18 años que lo consumían, según se comprobó en 12 experimentos. Lo peor, informa la prensa internacional, fue que la empresa conocía esta situación y siguió comercializandolo. En 2003, muere en Chile bebé de tres meses por un experimento de la GSK, con la vacuna contra el rotavirus. Nuestro Ministerio de Salud dictaminó que se debía seguir con los experimentos. En EEUU, siete estados la acusan de pagar a médicos y farmacéuticos para que elijan su marca. En 2004 paga 147 millones de euros por violación al reglamento antimonopolio norteamericano al comercializar el antiinflamatorio Relafén. También perdió el litigio en EEUU por cobrar por la patente del Paxil después de pasado a genérico. En 2004, The Observer informó que la GSK hizo experimentos con drogas contra el SIDA en bebés huérfanos en un Centro para niños infectados en Nueva York. La GSK ya se había destacado con otras multinacionales farmacéuticas por sus experimentos en África y por su lucha por impedir allí la comercialización de genéricos, especialmente los que combaten el SIDA, por ser dueña de las patentes anti SIDA en Sudáfrica como el AZT llamado Retrovir, el Lamivudine llamado 3TC y el AZT/Lamivudine llamado Combivir. Acusaciones similares tuvieron Bayer, Baxter Healthcare, Armour Pharmaceutical y Alpha Therapeutic que actúan como cartel, por vender medicinas fabricadas con sangre contaminada de SIDA o Hepatitis B en Europa y EEUU. Las continuaron vendiendo en Asia y América Latina, aún después de que estas se retiraran del mercado norteamericano. En Hong Kong y Taiwán, más de 100 enfermos contrajeron el VIH tras usar el medicamento, pero no se sabe cuántos lo hicieron en Argentina, Japón, Indonesia, Singapur y Malasia, países donde se vendió incluso después de que la nueva versión estaba disponible. En 2007 murieron 81 personas a causa del adelgazante de sangre, Heparina, de Baxter International, hecho en China -entre otras cosas- con intestino de cerdo. La Heparina contaminada también incapacitó seriamente a cientos de personas y se reveló que la fábrica del suplidor chino de Baxter jamás fue inspeccionada por agencias de “protección” estadounidenses o chinas. En Chile, El Mercurio se refirió al tema en forma sigilosa y la televisión obvió la noticia.
En la India, desde 2012, están acusados frente a la Corte Suprema, la OMS, la Fundación Bill Gates, el Programa para una Tecnología Apropiada en Salud, la Alianza Global de Vacunas e Inmunización, por Kalpana Mehta, Nalini Bhanot y el Dr. Rukmini Rao, que desde 2010 han estado denunciando el asesinato de miles de niños, y la enfermedad de millones, en varias ciudades, debido a los ensayos clínicos con la vacuna Gardasil supuestamente contra el virus del papiloma humano.
Esta industria criminal se ha hecho la América con la venta de vacunas y, se apresta a ganar otro tanto con la invención del ébola, pero no sólo por el negocio de la vacuna.
Es innecesario reiterar acá, el escándalo de la gripe aviar en 2005 y la porcina, o H1N1, en 2009, cuyas vacunas causaron más traumas que los que hubiesen producido la enfermedades. La vacuna contra la H1N1, fabricada por Baxter International y Novartis, sobre un producto anteriormente conocido como Fluvirin, causa una gran cantidad de efectos secundarios, como Síndrome de Guillain-Barre, Vasculitis, Shock anafiláctico e incluso la muerte. La periodista científica austríaca, Jane Bürgermeister presentó cargos de bioterrorismo en el FBI contra la OMS, Novartis International AG, basado en Basel, Suiza, Baxter AG, basado en Austria y su pariente Baxter International en Deerfield, Illinois (EEUU) por querer producir artificialmente una epidemia. Demostró que la famosa pandemia de la gripe porcina no era más que un negocio creado artificialmente y que no había ningún virus que amenazara a la población. Presentó pruebas de que ambas gripes habían sido creadas en laboratorios de ingeniería, utilizando fondos de la OMS.
Esta industria criminal se ha hecho la América con la venta de vacunas y, se apresta a ganar otro tanto con la invención del ébola, pero no sólo por el negocio de la vacuna. Según el africano Nana Kwama el virus no existe, que solo se han enfermado los atendidos por la Cruz Roja que ha sido usada para diseminar la enfermedad a través de la vacuna. Así se ha creado el temor a nivel mundial y se ha traído la enfermedad a Nigeria, Liberia y Sierra Leona con el objetivo de introducir tropas de tierra encargadas de continuar la extracción de petróleo y diamantes y no de combatir la supuesta pandemia. El método de incorporar tropas y estimular guerras fraticidas, ya los han aplicado multinacionales en Ruanda y el Congo, primero por los diamantes y, recientemente por el coltan, metal esencial en la industria digital.
No cabe duda, Pablo Escobar es un niño de pecho al lado de los cerebros de esta industria.
ALICIA GARIAZZO
Directora CONADECUS