Sí, perdónenme, pero quien ha aterrorizado a Chile en las 5 últimas décadas, han sido las FFAA y CARABINEROS de Chile, con el apoyo cómplice de la derecha Chilena.
Asesinaron a dos Comandantes en Jefe del Ejército- sí, dos comandantes en jefe, como usted lee, en cuatro años y a un Capitán de Navío. El golpe de estado inició una nueva práctica que consistió en el ajusticiamiento o suicidio de otros altos oficiales, clases, amén de soldados. Eso para hablar de la interna. Y muy valientemente, como grandes soldados, a la esposa de uno de ellos.
A partir del golpe el terror cundió y muchos, muchos, se paralogizaron por el terror, fenómeno que duró más de veinte años incluyendo la primera etapa de la vuelta a la democracia. Como muestra, basta recordar cómo le tiritaba la pera al Ministro de Defensa del gobierno de Patricio Aylwin, Patricio Rojas – connotado demócrata cristiano- con ocasión del llamado “ejercicio de enlace”. Después del golpe, algunos de nuestros Compañeros que creíamos podían ser asesinados, no se atrevían a salir de su escondite, su casa de seguridad, pues temían al solo hecho de salir a la calle, de pisar la calle. Meterlos a una Embajada fue una proeza.
Paine, Lonquén, los Muermos, Calama, por mencionar algunos lugares pero no hay rincón de Chile que se haya salvado de la sensación de pavor; el terror cundió y se expandió hacia todos lados, y dura hasta el día de hoy, cuando muchos no se atreven a confesarlo, pero se recagan de susto con el solo pensamiento de un posible “pronunciamiento militar”, y, por qué no decirlo: muchos otros lo ansían con ganas.
Ese es realmente el terrorismo, eso es terrorismo, paralizar a una sociedad por terror, y de ello nada se dice, nadie se atreve a legislar.
Para que te acuerdes todos los días, tienes un padre, un hermano, un tío, un abuelo, un hijo, un sobrino desaparecido, eso para no hablar del que fue ajusticiado, por fusilamiento o falso enfrentamiento. Para qué decir de nuestro Estadio Nacional, uno de los campos de concentración express de las FFAA, y luego entre el 83 al 86, antes de las protestas, se mandaba a campos de concentración express, por uno o dos días a los mayores de 16 años en algunos barrios populares de las ciudades de nuestro Chile (acuérdense de esas multicanchas rellenas de chilenos, solo por siaca). Para muchos es terrorismo la amenaza mapuche en el Wallmapu, pero no consideran terrorismo lo sucedido en Chacabuco o Pisagua, Ritoque o la Quiriquina.
¿Cuántos son los miles de torturados y detenidos, por razones políticas? Nadie lo sabe con certeza. Algunos fueron apremiados incluso por si acaso, porque era amigo de tal o cual otro. O porque al milico le gustaba la “mina” de este otro.
Torturados por ser judío, asesinados por ser judíos, por rusos blancos como Krassnoff Marchenko , que recibe más de $1.600.000 de pensión por su destacada y ejemplar obra.
O mujeres, despedazadas, destrozadas y asesinadas en la tortura, como Lumi Videla, arrojadas hacia el interior de la Embajada de Italia.
¿No es esto terrorismo? ¿Entonces qué es?
Cómo podríamos catalogar al hecho de hacer volar a un ex Ministro de Defensa a solo dos mil quinientos metros de la Casa Blanca. ¿Será acaso un acto de Justicia Divina? ¿Serán niñerías del General?
El asesinato de Tucapel Jiménez, ¿cómo se califica?
El caso de lo degollados, el uso de helicópteros institucionales, etcétera etcétera, ¿cómo se califica?
Los cinco desaparecidos en represalia por el secuestro del Coronel Carlos Carreño, ¿cómo se califica?
El asesinato de Jeckar Neghme en 1989, y tantos otros crímenes brutales sin más sentido que generar terror, ¿cómo se califica?
¿Se acuerda alguien del nombre del teniente del Ejército (el jamás vencido), que murió volando la Iglesia de la Santísima Trinidad en Punta Arenas? Valiente el hombre, héroe de nuestro glorioso Ejercito. ¿Y en qué año fue? ¿1982? o ¿1984? ¿y a quien se iba a responsabilizar por este atentado?
Menciono solo estos, pero se me vienen a la memoria muchos, muchos otros, y recuerdo que nuestra memoria es selectiva y trata de olvidar los momentos duros y difíciles, en especial aquellos que hieren nuestra dignidad, eso que nos acobardaron, esos que nos asustaron. No todos los días puedo recordar y tener pena por la desaparición de mi compadre. La memoria ayuda a superar. Pero no por ello, hoy cuando se va a legislar sobre terrorismo, hay que olvidar quien ha sido el mayor terrorista de Chile, y como actuó, y porque hasta el día de hoy no hay JUSTICIA. Que aún se siguen encubriendo los crímenes, las torturas y desapariciones.
Ahora van a legislar sobre TERRORISMO. Quiero ver a los valientes.
Cómo se consagrará el terrorismo de Estado, cómo se atacará esta lacra del Estado policial.
Cómo hasta hoy existe un Código de Justicia Militar, que básicamente se aplica a los civiles para su represión. Sino veamos el reciente caso Fragatas, de la Armada, donde no hay ningún marino preso, pese a que se probó la venta de información a potencias extranjeras, y que se traicionó a la PATRIA. Ni un rasguño. Los almirantes se pasean felices con su pensión completa. Y toda gama de prebendas.
¿Qué dirá la nueva ley sobre los torturadores? ¿Serán premiados con ascensos y pensiones de primera clase? ¿Casinos de Oficiales como el Caleuche, de nuestra Armada?
Hoy los militares tienen prisiones propias, el Coronel Labbé, no ha ido a ninguna prisión, sino al Casino de Oficiales de la unidad donde estaba arrestado. Tienen mozos en la “cárcel”, pagados por todos los chilenos.
La tortura debe ser sancionada de raíz, al igual que las ejecuciones sumarias, la violencia “innecesaria”. Cualquier funcionario público uniformado o civil, debe ser condenado, a lo menos a 30 años de prisión efectiva, por estos crímenes. Así como ser degradado de su cargo y o rango, en la plaza pública mayor de la provincia donde se haya efectuado esta acción, ante su unidad formada, así como delegaciones de todas las unidades de la región de oficiales, clases y soldados. También de las policías. Y funcionarios del Gobierno Civil y de la Justicia.
La destitución deberá conllevar, la expulsión con deshonra total, degradación al grado más bajo de su institución, a la pérdida de los derechos civiles de por vida, así como la reducción de su pensión manteniendo sólo el derecho a la mínima solidaria que entrega el Estado de Chile, junto con Fonasa nivel C o similar. Nada de Hospitales militares, o similares, su presencia e ingreso en Unidades Militares y Casinos queda también prohibida de por vida. Su nombre debe ser puesto en una pared visible exterior de la guardia principal de la unidad, como de traidor a la institución y la Patria.
Los cómplices son todos los que participen de este acto, como Jefes, y subalternos, choferes, pilotos, oficiales de Guardia y Ronda de donde se haya efectuado la tortura y/o ejecución.
En caso de desaparición de los detenidos o presos, será también responsable el Jefe de la Unidad, y serán condenados a las anteriores penas, además de prisión hasta la aparición del detenido.
Esa sería un buen comienzo, para una ley antiterrorista. Que ayude a acabar con el terrorismo de estado. Y que se consagre constitucionalmente.
Acuérdense que mataron a Eduardo Frei Montalva.
Legislen para Chile, no para los ricos.