En todo proceso de reforma que toque, al menos en parte, la estructura del modelo heredado de Augusto Pinochet – tan bien gestionado por la Concertación -, por lógica, tiene que provocar la ira y la defensa de los privilegiados, que no están dispuestos a aceptar ningún cambio al paraíso de injusticia en que viven. Aunque la derecha política parecía derrotada, ha sabido desarrollar un frente de masas sobre la base de las capas medias, especialmente los padres de familia y apoderados de los colegios subvencionados, a la cual se suman los seguidores de la iglesia de mamón – aquella que confunde a Jesucristo con un banquero o un moralista que desprecia a los seres humanos, sobre todo a los pobres -.
El proceso de reforma, bien sabemos, procede desde arriba, pues es más tecnocrático que popular y carece de relato y de epopeya, además, le falta calle, olor a pueblo, o a estudiantes, en suma, es como una planificación de “déspotas ilustrados” que ven la revolución desde sus escritorios y no desde el árbol siempre verde de la vida. En el fondo, uno llegaría a pensar que ni ellos mismos están seguros ni del contenido, ni de los objetivos del proyecto de reforma educacional.
el democratacristiano Gutenberg Martínez, en el programa Tolerancia Cero, de CHV, del domingo 2 de noviembre, ha tenido la franqueza de develar que se siente incómodo en la Nueva Mayoría y que, por el contrario, se sentía a gusto en la Concertación
Si no entendemos el cambio en la educación como una misión, al cual hay que entregarse con dientes y muelas y ciertas de mística – como la tenían los profesores educados en las Escuelas Normales de otrora, o también la de maestros y profesores que participaron en las Misiones Educativas, en la segunda república española, hacia los años 30 – es seguro que esta reforma se quedará a medio camino.
Junto a la reacción de la derecha ante la reforma, también surge la idea de la restauración que, por ejemplo, el democratacristiano Gutenberg Martínez, en el programa Tolerancia Cero, de CHV, del domingo 2 de noviembre, ha tenido la franqueza de develar que se siente incómodo en la Nueva Mayoría y que, por el contrario, se sentía a gusto en la Concertación, es decir, su sueño sería el regreso al eje sociaslista-democratacristiano, la hegemonía de los autocomplacientes y, por qué no, el partido transversal.
Por extraña coincidencia, en un mismo día, en los dos programas domingueros que se dedican a la “opinología política” fueron invitados Camilo Escalona, al programa Estado Nacional, de TVN, y Gutenberg Martínez, a Tolerancia Cero, ambos pertenecientes a la dinastía de los “viejos zorros” reaccionarios, a quienes no les movimiento de piernas y que, además, posan de hábiles maquineros políticos – no los llamaré operadores porque sería un insulto, además, esto empleo es para “roteques”, para jefes de gabinete o para secretarios, muy devotos de sus jefes.
Ambos prohombres, que ocupan muchas páginas de El Mercurio, son candidatos a conductores de los partidos Socialista y Democracia Cristiana, respectivamente, es decir, estos personajes serían como Mariano Osorio, San Bruno y Casimiro Marco del Pont que, en Chile, lideraron la restauración de la monarquía española.
Camilo Escalona, que se ha convertido en un Jesús socialista, y Gutenberg Martínez, en el hombre que salvará a la Democracia Cristiana de la decadencia son los líderes y gestores de la restauración concertacionista que, seguramente, será más cruel y reaccionaria que la misma reconquista española – ya veo en Juan Fernández al pobre senador de la retroexcavadora, Jaime Quintana -.
Rafael Luis Gumucio Rivas
04 11 2014