En Brasil la derecha está representada por la Socialdemocracia, cuyo líder, Aécio Neves pertenece a una antigua familia de políticos – uno de ellos Tancredo Neves, fue el primer Presidente de Brasil luego de la dictadura – y es un “playboy”, casado con una famosa modelo. Por cierto, en Brasil, a diferencia de Chile, no existe un partido de extrema derecha – como la UDI – y la Socialdemocracia brasileña sería equivalente a la derecha de la Concertación o a la Fuerza Pública – de Andrés Velasco -. El mentor de Neves es Fernando Enrique Cardoso, una especie de personaje, similar a Ricardo Lagos, tanto en lo de pavo real, como su adhesión al neoliberalismo.
La campaña presidencial estuvo centrada, principalmente, en dos temas: la corrupción y la crisis económica – fundamentalmente el bajo crecimiento y la alta inflación -. La derecha socialdemócrata aprovechó el escándalo de Petrobras para denostar a la candidata del Partido de los Trabajadores, Dilma Rousseff y, también, logró instaurar una campaña de terror económico – la baja de más de un 4% del Bovespa, que casi siempre coincidía con el crecimiento en las encuestas de la candidata en el gobierno -. Una vez asegurado el triunfo de Rousseff, las acciones de Petrobras bajaron un 12%, y el índice bursátil brasilero, un 4%.
A pesar de la campaña del terror, la derecha neoliberal ha vuelto a perder en Brasil, asegurando el Partido de los Trabajadores su cuarto mandato – dos de Lula Da Silva y dos de Dilma Rousseff -; aun cuando estrecho el triunfo de la izquierda, 51,62%, contra 48,36%, es fundamental para asegurar el predominio del progresismo sobre el neoliberalismo que, en América Latina, constituye una ideología fanática del mercado, que ha conducido a muchos países al desastre económico y moral.
Tan estrecho resultado en las elecciones realizadas ayer, constituye una llamada de alerta para el gobierno brasileño, que deberá centrar sus políticas en ganar la confianza de la clase media, superar los problemas de corrupción y a todos aquellos que dicen relación con la cotidianidad de la vida ciudadana, en especial el transporte, la educación y la salud.
En Uruguay, el candidato del Frente Amplio, Tabaré Vásquez había logrado, hasta la mañana de hoy, el 47% de los sufragios, contra el 30,59% de su siguiente contendor, el candidato del Partido Nacional, Alfredo Lacalle Pou, el del Partido Colorado, Pedro Bordaberry, con un 12,8% de los votos; los independientes, Pablo Mieres, 3,02%. En la segunda vuelta, que tendrá lugar el 30 de noviembre, está prácticamente asegurado el triunfo de Tabaré Vásquez, pues a la cifra obtenida en este domingo, 26 de octubre, le bastaría sumar el 3% de los independientes, que son de izquierda. Si Lacalle tuviera todos los votos de los colorados, apenas llegaría a un 43%.
Las elecciones parlamentarias eran lo primordial en Uruguay sobre las presidenciales, donde esperaban sorpresas. El Frente Amplio obtuvo un 48%, el Partido Nacional un 28,94%, el Partido Colorado, un 16,9%, la Asamblea Popular, un 0,67%; con este porcentaje es muy posible
Que el partido del gobierno asegure la mayoría parlamentaria y, de no darse este escenario, tendría que pactar con la Partido Independiente, que tendría uno o dos diputados.
En Bolivia, Brasil y Uruguay la izquierda aún mantiene una mayoría en el parlamento que sumado al ejecutivo, permitirá avanzar en la lucha contra la desigualdad y la pobreza y, de más largo alcance, la integración de los países de la patria grande.
Rafael Luis Gumucio Rivas
27/10/2014