En Chile hoy especular con que la extrema derecha, que gobernó en dictadura y está en campaña para liquidar las reformas y debilitar al gobierno, puede estar metida en los atentados del Metro aparece como un despropósito. ¡Cómo se les ocurre! ¡Autocritíquense!
Si en Alemania, en los años 50 del siglo pasado, se hubiera especulado con que eran nazis los que ajusticiaron a varios judíos y comunistas que fueron sacados en la noche de sus viviendas y exterminados en la ciudad de Colonia cinco años después del fin de la guerra, se diría que esa especulación era absolutamente fundada. ¡Ya se sabía allí lo que habían hecho los nazis con Hitler en el poder!
Tampoco corresponde aquí, hoy, constatar a 40 años plazo que una de las diferencias históricas entre la izquierda y la DC (que se abuenaron hace tiempo y hoy gobiernan juntas) es que la izquierda gobernó con Allende y la DC oficial estuvo a favor del derrocamiento de Allende.
En Chile no puede hacerse algo parecido a lo que se hizo en Alemania, porque en Chile (no hay otro supuesto lógico) nunca la derecha empresarial ejerció el terror con la mano mora de la dictadura de Pinochet y porque en Chile jamás la dirección de la DC justificó y explicó el golpe de Estado de 1973.
Yo creía lo contrario a lo que hoy El Mercurio, la CNN y las derechas están afirmando pero recién me entero que todo lo que yo creía no fue verdad. Y como no fue verdad, no se puede –nadie puede- hacer posibles analogías entre lo que habría sucedido con sucesos actuales.
Es decir que los hechos que di por verdaderos durante algo así como 40 años, día y noche, sencillamente no sucedieron. Y por tanto no pueden servir de antecedente a conductas presentes o futuras.
Me arrepiento, entonces, de haber pensado así. El haberlo hecho sólo ha atentado en contra de la convivencia democrática y de la construcción de futuro. Ah, y de la base de sustentación del gobierno. E incluso del carácter de la oposición, que yo creía ligado a los grandes detentadores del poder económico. Pido perdón.
Lo estoy entendiendo ahora. No se puede funcionar a base de pesadillas, de fantasías, de delirios, de sueños apocalípticos, porque todo lo que yo daba por cierto y esencial para mi actitud ante la vida, para mi conducta humana, eran simplemente pesadillas, delirios, fantasías, es decir yo actuaba en los últimos 40 años, y que me lo perdonen los actuales enfermos mentales, como alguien que confunde sus miedos imaginarios con la realidad.
Yo siempre pensé –estuve seguro- que los grandes empresarios de derecha participaron activamente en el golpe de estado de 1973 y apoyaron la dictadura, con todas sus brutalidades, las desapariciones, los asesinatos, las torturas, los exilios, los destierros, las expropiaciones sin pago al Estado, la explotación sin ley a las mayorías, y, por tanto, como los pedófilos o los femicidas, debían ser incorporados a listas públicas de personajes de cuidado para la sociedad, para la humanidad y, una vez condenados, obligados a utilizar brazaletes electrónicos para detectarlos.
Y pensé, y comprobé, que Frei Montalva y la directiva DC del 73 aceptaron con gusto el golpe de Estado y los inicios de la dictadura, como se desprende indiscutiblemente de la carta de Frei a Mariano Rumor, su camarada italiano. Hubo incluso regalo de joyas a la dictadura. Pensé.
Pero no era así. No fue así. Era un error más que esencial el mío.
Lo que sucedió en Chile, lo que a mí me sucedió, sólo fue un sueño brutal, un invento surgido de mi ideologización de la realidad. Yo la verdad siempre estuve enfermo y debí ser enclaustrado en un Siquiátrico o en un Gulag nacional. Nunca constaté que sólo 13, algunos valiosos amigos míos. Nunca fui exonerado, nunca exiliado, jamás se me impidió volver en más de una década, no fui secuestrado ni encerrado en un subterráneo en 1985, mi hijo menor no fue detenido ilegalmente y también encerrado en 1986, mi amigo Ruiz Tagle jamás fue asesinado (¿cómo pude creer eso?), mis 44 compañeras y compañeros nunca fueron asesinados o desaparecidos. Mis amigos Klinger, Carlos Bau, Carlos Montes, jamás fueron torturados. Mi familia nunca fue impedida de vivir en la patria. Lo de las miles de víctimas, denunciadas al mundo y sentidas por el mundo, fue un sinquerer artificio sonambulero.
A mí me pasó casi lo mismo que a los sentenciados en los juicios de la Inquisición, de Stalin, de Mao, de Mc Carthy, sentenciados que al final, como era justo, desalojaron sus pesadillas y reconocieron, murieron culpándose a sí mismos de haber dudado de la Iglesia o del respectivo gran conductor. Aceptaron la realidad.
La derecha chilena actual tiene razón. Walker y algunos de la Nueva Mayoría también.
Las brujas que reconocían y confesaban en el Santo Oficio, antes de ser quemadas vivas, su dependencia de Lucifer, tenían razón, como la tenía la Inquisición; ellas eran culpables y enviadas directas del Averno. Con su suplicio y su muerte volvían a su vida en las tinieblas.
En los años 30 del siglo pasado Zinoviev confesó en Moscú, ante los jueces y antes del cadalso, que el gobierno de Stalin tenía razón: él, Zinoviev, había planificado el asesinato del líder máximo y merecía morir. Lo mismo Nicolái Bujarin, un año después.
En EEUU Mc Carthy logró que varios críticos del sistema norteamericano se autoinculparan de atentar contra la legítima autoridad. Y con razón. Esos actorcitos eran todos comunistas.
Con Mao y el maoísmo fueron habituales, sobre todo durante la Revolución Cultural, los exámenes de conciencia públicos y las autoinculpaciones que conducían, con razón, al ajusticiamiento casi inmediato. Autoajusticiamiento.
Y hasta en la Antigüedad se criticó a Abraham, injustamente, por ofrecer a Jehová la vida de su pequeño hijo acuchillada y posiblemente descuartizada por él mismo. ¡Vaya críticos superficiales!
Hay que desterrar para siempre las pesadillas y atenerse a la verdad. La verdad histórica. Esa que nunca jamás podrá contemplar que la dictadura chilena contó con la cooperación de los grandes empresarios de derecha o que la cúpula demócrata cristiana justificó y explicó en su hora las razones y las medidas de los militares golpistas. La carta de Frei a Mariano Rumor, en noviembre de 1973, sencillamente no existió. No la lean.
Ah, y no vayan a creer que el ex alcalde de Providencia, el prestigioso Sr.Labbé, ha sido detenido hoy por desaparición de personas. Eso no es más que otro sueño pesadillesco que perjudica a los demócratas de la UDI.