Lo ha dicho nuestro joven presidente de partido. Me transparento. Está bueno ya. Hago mi autocrítica rememorando los más famosos tangos de la historia.
“Los muchachos de antes”, tango de Guzmán y Longueira.
Me transparento y confieso que seguí disciplinadamente las clases de Jaime en la UC, en las que señalaba, en los 60, que era necesario renegar de la derecha histórica- derrotada e incapaz- y crear “un gremialismo” capaz de enfrentar la creciente socialización y el auge electoral de comunistas, socialistas y dc. de izquierdas (después mapus), que eran inmensa mayoría en universidades (también en la UC), intelectualidad y trabajadores, y mayoría en el conjunto de la sociedad. E imponer una democracia protegida. A cualquier precio.
“Ando pato”, de Golborne y Moreira.
Vino el gobierno de Allende y muchos de nosotros, jóvenes de humilde procedencia, salimos a las calles a apoyar los caceroleos del barrio alto, a golpear a palos a los comunistas y socialistas, a apedrear las micros con pasajeros en cualquier parte del país, a golpear con laques a vendedores callejeros, a apoyar a los camioneros y a los que ponían bombas, en Punta Arenas, en Maipú, donde fuera, porque andábamos pato. Tirábamos miguelitos cuando lo pedían Vilarín y compañía. Y nos acostumbramos a recibir por apalear.
“Los traidores”, tango de Mendoza y Pinochet.
Y vino el golpe. Y la dictadura, que llamamos “gobierno militar”. Hicimos todo para que ocurriera. Estaba la teoría de Guzmán. Sucedió lo de Schneider y Pérez Zújovic, en que estuvo metida la CIA. Algo sabíamos de la decisión de Arellano y Bonilla en la cúpula. Luego vinieron Leigh, Merino, Mendoza y Pinochet, el apoyo gringo (que ahora se supo), el visto bueno de Onofre y otros, el bombardeo a La Moneda, la muerte de Allende y otros miles. ¡Qué le íbamos a hacer! Estuvo bien hecho. Algunos aquí dijeron que los comunistas muertos eran pocos. Que había que haber matado más. Lo apoyamos todo y hasta hace poco nadie de nosotros se había arrepentido de ese apoyo. Así salvamos a Chile del comunismo.
“Todos tus muertos”, de Pinochet, Contreras y nosotros.
Durante diecisiete años fuimos ministros, subsecretarios, alcaldes designados (Bombal, Moreira, Labbé, Van Rysselberghe y otros), justificamos la persecución, el destierro, los secuestros, los asesinatos, las torturas, los ataques a Silva Henríquez, Valech, Monseñor Baeza, las muertes y desapariciones de otros curas, el degollamiento de radicales como Tucapel Jiménez y de comunistas como Nattino, Guerrero y Parada. Fuimos amigos, y más, de los líderes de Villa Baviera, los defendimos de todo, incluso cuando los acusaron de abusar con menores de edad, porque por sobre todo estaba nuestro anticomunismo militante. Nuestros líderes estuvieron en Chacarillas y también en Villa Baviera. No vamos a nombrarlos a todos, pero sí Chadwich, Guzmán, Larraín, Novoa. Y, al final, Longueira en Londres, con el Tata.
“Al compás de tu mentira”, tango de Lavín, Longueira, Coloma y Novoa, entre otros. Y orquesta.
Dijimos que había habido enfrentamiento y guerra civil. Que se habían matado entre ellos. Que no había desaparecidos. Que se habían ido del país y vivían felices. Que era falso lo de los atropellos a los llamados derechos humanos. Que queríamos el bien de Chile. Que crecíamos en las poblaciones. Que éramos una organización popular. Nos pusimos Unión Demócrata. Nos pusimos Independientes. Dijimos, en un momento, que éramos amigos de Fidel Castro y que copiaríamos en Santiago el sistema de salud cubano. Dijimos que Pinochet era inocente, que Contreras era inocente y que también era inocente Paul Scheffer, que los calumniaban los comunistas de Chile y de otros lugares del mundo.
“Malena”, de Evelyn y Piñera.
Gobernamos con Piñera. No nos fue bien, electoralmente.
Y llevamos después candidatura presidencial. Primero Longueira pero se nos cayó.
Luego Golborne pero estalló lo de Islas Vírgenes y se cayó. También de senador.
Luego Evelyn, a quien también colocó Piñera.
Y Evelyn resultó, de verdad, Malena, Malena canta el tango…La peor de todas.
“Pituca”, de Von y Van .
Ambas, ahora senadoras. “Che, pituca/ quien tuviera la alegría/ de tener una alcancía/ como la de tu papá…”“No derroches los canarios/ que a tu viejo el millonario/ lo voy a ver al final/ con la bandera a media asta/cuidando coches a “nasta”/ en alguna diagonal.” (Cantó Gardel)
“El Choclo”, tango de Délano, el otro Lavín y Cía.
Y finalmente El Choclo. El tango más callado y más cantado. El de más morlacos. Miles de millones. El que ha mostrado nuestro entrañable vínculo esencial con los poderosos del billete. Y con la ilegalidad. Nosotros nacimos con la ilegalidad. Triunfamos con la ilegalidad. Apoyamos un Golpe de Estado, ilegal por cierto, y una dictadura que cerró toda legalidad. Un vínculo con los poderosos que tenemos desde antes de nacer. Cuando Jaime nos anunció. El que tuvimos siempre en la dictadura cívico-militar. El que seguimos teniendo en eso que llaman democracia. Y el que tendremos siempre. Porque Gardel canta. Y sigue cantando. Y cada día canta mejor. Tan, tán.