Somos mujeres y hombres, trabajador@s manuales e intelectuales, estudiantes y dueñas de casa que buscamos la transformación del Chile actual en un país más democrático, solidario, fraterno e igualitario, y por eso hemos decidido unir esfuerzos en una nueva organización política denominada Convergencia de Izquierdas, que busca aportar de manera creativa, responsable y efectiva con las demandas populares que buscan devolver la dignidad y soberanía al pueblo de Chile.
Nos constituimos desde la urgente necesidad de desarrollar un sujeto político de izquierda que sea contribuyente a estas luchas de los movimientos sociales y ciudadanos.
EL CHILE EN QUE NACEMOS
Nacemos en un momento en que el orden neoliberal ha generado una crisis multidimensional, de naturaleza ecológica, alimentaria, política, cultural, a escala planetaria, y vive entre una y otra crisis económicas que, sin embargo, sólo son parte de una crisis de reestructuración del sistema.
En el mundo, han comenzado desde hace algunos años movilizaciones y protestas que expresan demandas por derechos ciudadanos, democráticos y sociales. Nacemos cuando también en Chile ha comenzado a ampliarse la movilización social de rechazo al status quo.
En un momento en que Chile vive una crisis larvada, pues a pesar de cierta prosperidad económica, circunscrita sólo a ámbitos materiales, y de recibir parte de los frutos del desarrollo tecnológico, ellos llegan desigualmente a la población. Esta crisis se manifiesta en una transición que devino en un sistema semidemocrático, en una brutal concentración de la riqueza y del ingreso, en un país donde la desconfianza y el temor imperan en la cotidianeidad de las personas, donde los poderes públicos tienen escasa representatividad y el sistema de partidos políticos vive un inmenso desprestigio.
Este doloroso escenario, es herencia de la institucionalidad de la dictadura y de los siguientes 24 años de co-gobierno de la Concertación y de la Alianza, que la consolidaron (con meros cambios formales) y profundizaron, instalándose una mirada común que articuló a grandes grupos económicos, tecnócratas y la elite política gobernante. Así la Concertación frustró las grandes expectativas de cambios que concitaba en la base popular.
Por ello es urgente construir una alternativa de transformación, que se proponga los cambios que Chile requiere, distinta a los grandes bloques políticos predominantes.
SUPERAR EL NEOLIBERALISMO, EL CAPITALISMO Y EL PATRIARCADO
Aspiramos a que el capitalismo llegue a ser solo un mal recuerdo de la humanidad, en tanto no sólo ha sido un sistema profundamente injusto, sino que ha demostrado su incapacidad para resolver los problemas fundamentales de las sociedades y sea reemplazado por una forma de organización social que no esté basada en relaciones de explotación y de dominación, sino en la cooperación y solidaridad; en que avancemos crecientemente hacia formas de democracia directa y en que los trabajadores manuales e intelectuales progresivamente tengan el control de los procesos productivos y de la riqueza; donde el conocimiento no sea un instrumento de dominación ni esté al servicio de la perpetuación y ampliación de las desigualdades. Afirmamos la necesidad de una nueva forma de organización que, de una parte nos permita vernos y relacionarnos como libres e iguales en la diversidad, y de otra reinstale la sociedad humana en el medioambiente natural de modo compatible con la biosfera y la continuidad de los ecosistemas que sostienen la vida en la Tierra.
Es verdad que la globalización ha significado una dialéctica donde se combinan importantes elementos de progreso, aun cuando principalmente en la dimensión más estrictamente material de éste, pero también en la capacidad de extender la vida humana, en grandes aumentos de la productividad, en desarrollo tecnológico, en un fuerte desarrollo de las comunicaciones y acceso al consumo en muchas materias antes inimaginables.
Empero, estos procesos globalizadores, hegemonizados por el gran capital financiero, también han generado un nuevo tipo de pobreza, multidimensional. Con carencias en requerimientos básicos como alimentación de buena calidad, acceso a salud, con inseguridad en materia ciudadanas, con jubilaciones miserables, con carencias en dignidad humana, con espacios urbanos segregados y con desarrollo de la vivienda sin el acompañamiento de servicios comunitarios básicos.
También han aumentado las desigualdades, entre países y dentro de ellos, ha aumentado gravemente la contaminación por emisiones de CO2 y demás gases de efecto invernadero, acelerando el calentamiento global, y se avanza peligrosamente a situaciones riesgosas para la continuidad de los ecosistemas y la biosfera.
Se ha desarrollado, por otra parte, una cultura individualista y hedonista, donde lo importante son el consumo y las apariencias por sobre el desarrollo integral de las personas, los valores solidarios y el interés por el hermano, amiga, compañera o vecino.
En Chile las brutales desigualdades distributivas –inadmisibles en cualquier país civilizado- encuentran su razón última en un patrón productivo primario exportador, en la concentración de la riqueza y en asimetrías gigantescas en la relación entre los dueños del capital y los trabajadores. Se fundan en una creciente movilidad del capital y en formas cada vez más precarias de trabajo, en muchos casos sostenidos en el abuso de la subcontratación. También en una protección extrema del mismo capital, subsidios a su reproducción (vía beneficios tributarios) y al establecimiento de mercados privatizados y subsidiados (ej. forestales e industrias de recursos naturales) que deberían pagar royalties y cuando lo hacen es sólo nominal y de un sistema tributario que no morigera las diferencias.
Todo lo cual queda asegurado por la vinculación existente entre política y negocios, por medio de la que se capturan representantes e instituciones públicas, que dejan de servir el interés general y pasan a servir el interés privado de empresarios nacionales y extranjeros, lo que muchas veces se encubre y manifiesta, simultáneamente, como una alianza “público-privado”.
SER UN INSTRUMENTO PARA LOS CAMBIOS
Nos constituimos para cambiar un orden político, social y económico que, hegemonizado por el capital financiero y el interés de grandes y poderosos, genera una cultura inhumana la cual aspiramos a transformar. Luchamos contra el creciente deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de l@s habitantes de Chile y contra la inseguridad generalizada en ámbitos como el laboral, la salud, las pensiones, el endeudamiento, etc. Porque la mayoría de la población vive prisionera de las deudas, por las que debe pagar intereses usureros y es transformada de ciudadanos en consumidores y de estos en deudores. Lucharemos contra ese orden que impone, bajo el imperio de la ley, la injusticia social y por los derechos conculcados de la mayoría ciudadana en sus diversas expresiones.
Nacemos como orgullosos herederos de las tradiciones de lucha de nuestro pueblo, de la izquierda y demás movimientos que aspiraban al cambio social en el siglo XX, pues prácticamente todo lo que el mundo hoy considera civilizado tiene origen en estas fuerzas políticas. Lo hacemos desde ese legado que es de millones de compatriotas que han luchado por un Chile democrático, justo y solidario con exponentes como Luis E. Recabarren, Clotario Blest y principalmente el Presidente Salvador Allende.
Como fuerza que opta por el cambio asumimos la más rica tradición de los sectores que aspiraron al cambio social, así reconocemos en el pensamiento de origen marxista un instrumento importante para el cambio, enriquecido por los constantes aportes del devenir social y el desarrollo científico y tecnológico; así como en los fundamentales aportes que vienen desde el pensamiento laico, el ideario libertario y la tradición social cristiana, principalmente de la teología de la liberación.
Pero también nacemos desde una crítica radical de esa izquierda por cuanto condenamos la justificación de dictaduras y la violación de los derechos humanos aun cuando ocurran en regímenes que se autodenominen socialistas. Desde la autocrítica pues fuimos también una fuerza machista y homofóbica, que compartió con el capitalismo la misma ideología depredadora del medio ambiente y que desde una visión tradicional de nacionalidad y civilización contribuyó ideológicamente a la idea de asimilación de nuestros pueblos nativos y a la destrucción de su cultura.
Por ello nos ubicamos en una mirada renovadora de la izquierda, lo que también significa asumir los cambios profundos que la sociedad ha vivido. Asumimos el respeto irrestricto a la dinámica de los movimientos sociales y ciudadanos, superando cualquier tentación de percibirlos como correa de transmisión de nuestras políticas.
Compartimos la desconfianza hacia la decadente y oligarquizada estructura partidaria actual. Entendemos que la ciudadanía está cada vez menos disponible a dejarse representar, lo que es un mandato para avanzar hacia una democracia participativa. Por lo que, en primer lugar, nuestro quehacer político debe ser una contribución a la generación de tejido social.
Este conjunto de elementos también importan un profundo proceso de renovación doctrinal que debemos asumir.
Por tanto nuestro campo de acción serán los cambios políticos, el despliegue de las ideas y una nueva cultura y la participación en las distintas partes donde nuestro pueblo vive. Seremos una izquierda política, social y cultural o no seremos.
Nos reconocemos como una expresión de una corriente renovadora de la izquierda y refundadora del socialismo chileno en toda su amplitud, y por tanto, sabemos que con diversas organizaciones tenemos un amplio espacio no sólo de cercanía, encuentro y articulación sino también de confluencia. Al punto que nada justificaría mantener en el mediano plazo existencias diferenciadas y distancias prejuiciosas.
Aspiramos a impulsar con ellos un frente amplio democratizador que, derrotando el duopolio, cambie este orden neoliberal por una auténtica democracia, dotándonos de una nueva Constitución Política, que garantice la plena vigencia de los derechos humanos.
Por ello trabajaremos en la construcción de una gran mayoría política y social.
REFUNDAR LA REPÚBLICA Y LA DEMOCRACIA: UN CHILE DEMOCRÁTICO Y SOLIDARIO PARA TODOS SUS HABITANTES
Esta nueva Constitución deberá ser redactada por una Asamblea Constituyente, lo que exige como precondición un creciente debate público. Esta Asamblea deberá ser plenamente representativa de los intereses de las mayorías ciudadanas y su trabajo deberá ser sancionado por un plebiscito. Aspiramos a que de este proceso surja un Estado democrático, multicultural, plurinacional y social de derechos, cuyo eje sea el respeto de los derechos humanos,esto es derechos civiles, políticos, sociales, culturales y ambientales. En síntesis Chile debe ser una sociedad de derechos
Este nuevo Estado debe ser laico, resguardar la diversidad, propender al desarrollo espacial equilibrado y descentralizado del país, garante de derechos sociales básicos, que asegure la propiedad pública del cobre y las principales riquezas básicas de Chile, la nacionalización del agua y establecer la necesidad de la participación en las decisiones públicas de las organizaciones sociales y ciudadanas.
Sin embargo, una sociedad mejor no se resuelve sólo por una nueva constitución, así como tampoco una vida de mejor calidad. Por ello nuestra lucha no sólo es constitucional, también se dirige a lograr cambios que exigen nuevas miradas sobre los problemas más relevantes de la sociedad, tales como la jornada de trabajo y los derechos laborales, los derechos humanos, seguridad social, la descentralización, o educación entre otros.
También es necesario adquirir una mirada nueva de la economía: no es solo más estado en vez de mercado, tampoco es sólo reconocer la importancia del mercado en ciertas esferas, si no también son formas cooperativas, autogestionarias y de economía social no mercantil.
Debemos terminar con nuestra dependencia como país y participar activamente en los procesos de integración latinoamericana, lo cual –además- es una condición indispensable de una participación relevante en el mundo global.
Proponemos un nuevo modelo de desarrollo, compatible con el medio ambiente, con un nuevo patrón productivo y nuevas relaciones económicas. Con un área de economía social y/o economía solidaria; y con crecientes espacios para la creatividad social para desarrollar nuevas soluciones que potencien la autogestión de recursos. Privilegiaremos el desarrollo local y la acción comunitaria en la perspectiva del desarrollo de la comunidad por sí misma y el desarrollo de una cultura que ponga en el centro al ser humano y la protección de su entorno natural.
Asumimos que nuestra sociedad tiene una nueva aproximación a la tecnología, y en particular a las tecnologías de información y comunicación (TIC’S), lo cual permite nuevas formas de relación entre las personas ya que la estructura -en redes- de estas tecnologías permiten vínculos cada vez más horizontales y de cooperación.
Del mismo modo deberá establecerse un conjunto de elementos que aseguren los nacientes derechos informáticos que cubran desde la seguridad en la privacidad de la información personal hasta la accesibilidad a la conectividad, así como una cultura de respeto a través de las redes, que evite que el conocimiento sofisticado sea una mera arma de dominación, y que amenace las libertades individuales. Para ello es primordial la promoción de los sistemas de software libre y de código abierto.
Las primeras tareas que emprendemos son la lucha por la educación pública, gratuita, laica y de alta calidad, para que sea un instrumento de liberación, de desarrollo personal y de la comunidad, así como un medio para acceder al creciente conocimiento disponible, terminando con la naturaleza mercantil impuesta que hoy tiene, en concordancia con la demanda protagonizada por el movimiento estudiantil, ,que concitó apoyo en vastos sectores ciudadanos.
También serán parte de nuestras primeras acciones la lucha por la salud pública, de acceso universal y calidad, y con un énfasis preventivo -; que junto a la previsión social sean responsabilidad ineludible del Estado, terminando con el abusivo sistema de las AFP y de capitalización individual. Entendemos que recuperar el cobre es parte sustantiva, no sólo de nuestra soberanía, sino también para alcanzar los recursos que financien estas exigencias mínimas que nos plantea el mundo de hoy.
Con la misma fuerza y prioridad lucharemos por cambios en la legislación laboral, para asegurar los derechos de los trabajadores y un nivel de vida digno y en ascenso. En particular, en la coyuntura actual lucharemos contra cualquier tipo de medida que descargue en ellos los costos de la desaceleración y potencial crisis macroeconómica. Así también por los derechos de los pueblos originarios; los derechos nacidos de la diversidad sexual; y el fin de toda forma de discriminación que impide que la mujer ejerza plenamente todos sus derechos.
Sostenemos la necesidad de la solidaridad de las diferentes demandas sociales, su articulación para realizar conjuntamente la lucha por su concreción, tanto a través de la movilización como de la lucha político institucional, en tanto prevalezca un ambiente democrático en el país. Entendemos que estas demandas y luchas que por sí mismas serán insuficientes si ellas no se articulan en una propuesta de una nueva sociedad que las incorpore.
NUESTRO CAMINO
Porque no creemos en las vanguardias iluminadas ni aspiramos a serlo, y confiamos en la capacidad del pueblo y la ciudadanía para dotarse de sus organizaciones y formas de lucha, de las que somos un contribuyente más. Sabemos que los derechos populares se desarrollarán fundamentalmente a través de la generación de tejido social y su fortalecimiento, y ello será una bandera que asumimos a plenitud.
Donde estemos, en primer lugar crearemos o participaremos en sindicatos, organizaciones de pobladores, centros de estudiantes, organizaciones ecologistas, asociaciones de consumidores, cooperativas para la provisión de bienes de consumo de forma más asociativa, grupos de derechos de mujeres y colectivos que organicen la demanda de derechos de la diversidad sexual así como la lucha por la protección de la familia, en sus diversas formas y tipos, así como de cualquier otra organización que expandir el ejercicio de los derechos ciudadanos y sociales.
Porque creemos en la democracia participativa, nuestra organización la vivirá en su funcionamiento interno, por lo que se dotará de mecanismos que hagan posible la existencia de amplios espacios para debatir y confrontar puntos de vista distintos, así como la toma de decisiones de forma transparente y colectiva, y donde los dirigentes serán permanentemente responsables ante el conjunto de la organización. Del mismo modo nuestra organización respetará la autonomía necesaria para la elaboración de políticas en cada región. En las acciones cotidianas, priorizaremos la práctica de la solidaridad y el respeto irrestricto a la dignidad humana.
En esa pluralidad y diversidad, y con estos fines y propósitos transformadores principales nos hemos constituido como CONVERGENCIA DE IZQUIERDAS.
Santiago, septiembre de 2014
Convergencia de Izquierdas Ñuñoa
Desde la Izquierda y con los Movimientos Sociales !!