Feliz se ha demostrado la prensa nacional ante el anuncio de la Familia Araneda, recientemente adentrada y estrenada en sociedad. Resulta que la ilustrísima Familia Araneda se trasladará de predio, con nana y todo, dejando las llanuras mohosas de la Metrópolis para brillar en las blancas arenas estadounidenses. ¿Dónde? En Florida: allí donde todo florece y donde los Araneda –y un sinfín de otros compatriotas– solo por aspecto ya parecen pertenecer. Esos señores no son de aquí. De acuerdo a lo explicado por LUN, adalid de la cultura regional, el 18 de Agosto del año dos mil catorce, la Familia Araneda incluso planea llevarse a las crías, tan bribonas y socarronas, hambrientas de Mall, de progreso, de idioma inglés. Y sobre todo de libertad.
Porque si algo distingue a Estados Unidos, según explica la misma entrevistada, Señora de Araneda, es que uno en Estados Unidos es realmente libre. Así, tal cual: libre. Tan, tan, tan libre que es posible usar fieltro, osnaburgo, gaza y cotelé en un mismo vestido y la gente mira y no dice nada. A lo sumo un aleteo con las pestañas y una graciosísima venia. En Chile por el contrario, la gente observa de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba y lanza maldiciones y escupe y envidia. Sin duda es un país de envidiosos: ¡vamos, a odiar a quienes se van a Florida! Uno que no ha ido a Florida no puede saber lo que es ir a Florida, de modo que no queda otro recurso que sentarse en el living de casa, refunfuñar, encender la tele, programar algo en Chilevisión –la unión perfecta entre empresariado y alta cultura– e ilustrarse en Derecho y fechorías recientes en alguna supuesta población periférica. De vez en cuando es posible disfrutar de “La Jueza” con un cuenco repleto de castañas, ¡qué rico! Castañas y una cerveza helada. Después ir a buscar al niño a la escuela, colgarse la mochila del niño al hombro y mirar de frente, de cara a la vida recostada en el horizonte andino, que no se ve, pero que seguramente existe. A veces también es posible mirar en menos. A veces la envidiosa tiene visión panorámica de la vida y opina en Twitter, en Instagram o en Facebook. Ella siempre dice las cosas por su nombre, como su ídola la Doctora Cordero, o como su otra ídola, Raquel Argandoña. ¡Bravo!
Pero no nos olvidemos de LUN. LUN es leído y estudiado por la mayoría de los chilenos. Allí donde exista un chileno: LUN. Y LUN explica que la casa de los Araneda será de alquiler, y que los niños (que tienen nombres elegantes, fragantes y sonoros, nombres de gente multimillonaria, ningún Brian o Kevin asomando la cabeza, ninguna Helen o Patrick arruinando el conjunto Vuitton familiar) asistirán a un COLEGIO donde los impregnarán del idioma inglés y de finuras tales como vivir en una linda y amplia casa floridiana, donde todas las piezas desembocarán nada menos que en la habitación multipropósito, para que la mami pueda darle un coscacho al desobediente cuando éste vomite la hamburguesa. Eso cuesta un dineral, ¡una fortuna! Y va el niño y ensucia la alfombra de motivos orientales. Al niño hay que enseñarle feminismo desde pequeño: el trabajo de la ama de casa es más válido que cualquier otro pues en él existe sacrificio y mucha entrega católica y bien estaría que todas dedicaran algo de sí mismas a la espléndida crianza, a pesar de que en ocasiones el niño tiene la ocurrencia de ensuciar las cucharas, las cortinas y los cojines, a pesar de que el niño se zampa la inteligencia materna con sus idas al baño en horas siempre imprevistas. Bueno, la vida es así.
Y lo que más complica a la mamá (alta, radiante, moderna, repleta de visos capilares) es que el supermercado es tan raro, porque contrario al supermercado de la Dehesa, el de allá está en inglés. Es decir, ella entiende un poco de inglés, pero es difícil entender la ubicación de los polvos royal, de tal o cual escurridiza pertenencia, o incluso de la mortadela fina y la margarina light. Entrar al supermercado de Florida involucra adentrarse en cuestiones dificilísimas, como la filología, la fenomenología o la neurolingüística.
Para eso se llevan a la nana.
El éxito de los Araneda ha asegurado bienestar no solo para ellos mismos, sino también para aquel ser lindo y bonito y cariñoso y hacendoso que tal como explica LUN a través de una colorista e impactante fotografía, tiene la profesión más linda de todas: nana. Sin nunca habérselo propuesto esta nana (según LUN, aunque al parecer tiene nombre) de pronto se ha visto directamente beneficiada del resplandeciente brillo mediático de sus amos y se instalará en una regia habitación de Servicio doméstico nada menos que en una casa magnífica, con mansardas, cercos y jardín y patio. Se la llevaron junto a otras valiosas posesiones. Junto a las pulseras, zarcillos, horquillas, filigranas de oro y filigranas de plata, echarpes, sandalias, cupones de sorteo, maletines, alpargatas, lapiceras, sacapuntas, tinturas para el pelo (en castellano), manteles a crochet, etcétera, etcétera, etcétera.
Con todo eso, la felicidad de la nana no tiene límites.
Y como el trabajo de nana se resume a evaluar la mugre de la credencia, los baños, frotar las tazas con la escobilla, frotar los platos con la escobilla y blanquear las manos con cloro y otros productos desinfectantes, y asimismo cuidar a los niños, para que crezcan rosados y atléticos y que se note que fueron criados por nana con influencias directas de la clase alta, y como todo esto es así y nunca habrá nada mejor que agregar, vale la pena nombrarla a la rápida. Ahí, entre las alabanzas a la piscina, el atracadero, el invernáculo y las temperaturas que arruinan un perfecto alisado de peluquería, aparece de pronto la foto recién hecha de la nana, que en nada se parece a la patrona, a pesar de que están así, tan juntitas. Porque si bien es igual de cariñosa que la patrona, la nana es solo eso, nana. No tiene la actitud de alambre de la Doña, que debe mantenerse muy delgada con la ayuda del running y la cocina internacional, de otro modo no podría haberle puesto nombres elegantes y sonoros a los niñitos. Tampoco tiene la ropa de la Doña, ni mucho menos su simpatía…
…pero a cambio tiene toda la entrega materna, al punto que LUN la menciona como nota al pie, porque su reconocida bondad intrínseca natural por naturaleza explica todo lo que ella fue, es o podría llegar a ser. En cualquier caso a lo que más apunta es limpiar la casa de la Familia en otro lugar, más allá de las fronteras regionales y ya lo ha logrado, como bien lo mencionó LUN el 18 de Agosto del año dos mil catorce.
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