Diciembre 26, 2024

Espejismos de “la Transición” y una cruel ironía del destino

El sociólogo y analista político Felipe Portales, formula recientemente -una vez más- en su artículo titulado ¡Hace 25 años que su voto no vale nada!, una muy buena síntesis de los efectos de la derechización de la exConcertación, hoy devenida en Nueva Mayoría que, como hemos podido comprobar durante estos últimos meses, no tiene nada de lo uno ni de lo otro. Ello con motivo de otro muy buen artículo de Mario Briones R., motivado a su vez, por el inexplicable y humillante proceso de ‘perfeccionamiento’ del proyecto de reforma tributaria emprendido por el actual gobierno, titulado coloquialmente El voto de un ciudadano chileno vale callampa. Ambos trabajos publicados en El Clarín de Chile.

 

Por lo que, esta vez, facilismos al margen y aprovechando vuestra confianza, solo me quiero limitar a citarle una parrafada in extenso y a realizar, a modo de corolario, una breve pero sentida reflexión:

“La tozuda negativa a hacer pactos meramente electorales con el PC, que le habrían brindado a la Concertación la mayoría en ambas cámaras en 1997; la renuencia de Lagos y Bachelet a efectuar transformaciones profundas del modelo económico heredado de la dictadura, pese a haber dispuesto de mayorías parlamentarias en sus períodos de gobierno; las modificaciones legales de comienzos de los 90 que hicieron aún mas entreguistas al capital transnacional –que en tiempos de la dictadura- las políticas del cobre; la ampliación de las privatizaciones de servicios públicos; la mantención de los grandes subsidios a las grandes empresas forestales; la renegociación de las deudas de los bancos en términos muy convenientes para los grandes grupos económicos; la mantención de leyes y políticas pesqueras extremadamente favorables para aquellos; la profusión de tratados bilaterales de libre comercio para integrarnos de manera solitaria y subordinada al mercado mundial; el préstamo del Banco del Estado al Grupo Luksic, para que este adquiriera el Banco de Chile; el bloqueo de significativas ayudas holandesas a las revistas Análisis, Apsi y Hoy; la discriminación del avisaje estatal contra los medios escritos teóricamente afines a la Concertación, lo que significó su total exterminio en la década de los 90; la “neutralización” de TVN por medio de una ley en 1992; la privatización del Canal de la “U”; la tenaz negativa a devolverle los bienes del confiscado diario Clarín a su legítimo propietario (de acuerdo al Consejo de Defensa del Estado y a un tribunal del Banco Mundial), vigorizando de paso al duopolio “El Mercurio-Copesa”; etc.”

Finalmente, solo me resta señalar, que resulta francamente doloroso y desesperanzador constatar que una inmensa mayoría de chilenos, aquellos que participaron con valor y decisión en la lucha por la recuperación de la democracia y de los sucesivos procesos electorales plenos de esperanzas y alegría, hoy se sienten ya no defraudados sino que virtualmente estafados, pues ven en todo ello un mero espejismo y que esta gente en estos casi 25 años -dicho en buen chileno-, solo vino a aprovecharse (del pánico). Y, por si esto fuera poco, han logrado recuperar una idea típica del pinochetismo, eso de que la política era algo sucio, en lo cual no había que entrar. Cruel ironía del destino.

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