Debemos entender que una reforma educacional no es un asunto menor, que no se trata de consignas más o marchas menos. El asunto es pensar en el país que se necesita para varios decenios por llegar. Es la patria que está dejando las herramientas para las nuevas generaciones, lo que se llama el futuro, palabra tantas veces colgando de enojados carteles y consignas pegadas en los muros.
Esto del futuro ha sido tanto así, que por avanzar en un proceso que nos acercaba al mes siguiente del calendario y de la historia, hubo un golpe militar. Partiendo la historia de la patria en dos. La que se había construido hasta el día 10 de septiembre, y la que a sangre y fuego escribieron las Fuerzas Armadas…..los valientes soldados.
El futuro por lo tanto no es un detalle ni un asunto sencillo, pero es lo que más nos interesa y debe preocuparnos.
Pensar el Chile que se hace urgente para dar sentido a la vida, para hacer que millones en las próximas generaciones sean felices, necesita de transformaciones muy profundas, algo así como un nuevo modelo económico y sustentable.
Apura una patria con plenos derechos democráticos amparados por una Constitución reconocida y avalada por todos, y si no es así, no lograremos avanzar ni un paso en serio. Chile no puede continuar dándose baños de pintura y maquillaje en cada esquina, o cuando los tiempos electorales lo apuran.
El Chile actual es un proyecto de una patria sin soberanía…..un país a medio terminar y a medio construir.
No somos dueños de los recursos naturales. Las fronteras son de mentiras, lo único de verdad son los miles de millones de dólares en armas para defender lo que no existe, de lo que no somos dueños. El 63% del territorio nacional es controlado por cinco grupos privados, es decir 1.044.655 hectáreas son controladas por manos particulares, de los privados bajo formato de fundaciones, organizaciones no gubernamentales, o sencillamente empresarios.
Nuestro mar, que según se canta en ciertas ocasiones bastante desafinado, no les pertenece a todos, agua y pescados son propiedad privada de no más de siete carteles e ilustres caballeros, nombrados como tales por la espada sin filo del parlamento.
Chile también necesita saber que seremos vecinos con Perú y Bolivia hasta que el sol se apague. Las futuras generaciones deberán entender que en este planeta tan globalizado, tan al servicio de los viejos y nuevos imperios, parte importante de la sobrevida y el desarrollo, está relacionada con el vecino, con y los más cercanos.
Apura una patria integradora, donde los pueblos originarios ocupen el lugar que les pertenece, no solamente en sus justas demandas territoriales y de respeto a su cultura, sino que de una justa integración entre todos. No se trata de agradecerles toda esa enorme valentía para batallar contra la invasión española desde Pedro de Valdivia y sus amigos, sencillamente se trata que ambos pueblos tenemos las mismas necesidades, las mismas urgencias. Hay que aprender a compartir también los mismos derechos, sociales y políticos. Lo que hace iguales a los pueblos originarios y a los chilenos, son las condiciones de vida, tan iguales, de tan parecida explotación. Un huinca pobre es tan igual a un mapuche pobre, los dos miran el tiempo por venir pensando que será mejor. El que vende gallinas flacas en el mercado de Temuco, y el que vende ropa usada en una feria de población pobre.
Cómo es posible pensar que los tiempos por llegar serán más justos cuando no somos dueños de nada, cuando los grandes recursos están en manos privadas o grandes sociedades extranjeras, esto no significa negarse a que exista inversión desde otros lados, solo se pide que estén presentes políticas tributarias justas, nada más pero nada menos. Entonces todo queda más claro, nadie defiende a la patria, todos se entregan al abrazo del buen perfume, todos se hacen pajes de la inversión sin control.
Los impuestos o tributos vienen desde muy antiguo, de lo que se trata es que se pague lo correcto, pero para que aquello suceda, deben existir leyes que así lo escriban, y esas leyes no están, no existen. Lo que necesita un país que asegure derechos para todos.
Hubo un tiempo en que fuimos dueños del cobre…….el salario de Chile
Pensar en una patria distinta es saber que la vida no es eterna, y que cuando se llega a los sesenta y cinco se pasa a la pensión, cuando se empieza a caminar por la vereda de la tercera edad, y es extremadamente justo que se aseguren recursos necesarios para poder continuar la vida de forma digna y justa. La actual foto de los chilenos mayores son los que venden parches curita a la salida de las estaciones de metros, “emprendedores” sopaipilleros en carros de supermercado en las esquinas de casi todas las calles. Tercera edad subcontratada para la limpieza de las calles. Un Chile así, una patria con esta foto no es aceptable, nadie asegura la paz social.
Los dueños de las AFP dicen que las pensiones son bajas porque los salarios son bajos. La existencia de pensiones de menos de $ 130.000 son el poco esfuerzo que hacen los chilenos por aumentar su ahorro, dicen. Las AFP gritan que un futuro mejor se asegura con una mayor voluntad y capacidad, donde el ahorro es el camino más ancho para la felicidad…..así sea.
Si bien en los pulcros pasillos de las AFP todo huele bien, no es tan así. Millones de dólares de los ahorrantes no están en Chile, ni en sus bancos ni en acciones de sus empresas. Tantos y tantos millones habitan paraísos fiscales, comparten la vida con acciones en empresas extranjeras en la Quinta Avenida. En resumen, los dineros de millones de chilenos hacen más forrados a extranjeros, que evidentemente no pagan impuestos en la larga franja.
Esta frase es para el bronce….
“El sistema de pensiones de capitalización individual, ha significado la mayor creación de riqueza en beneficio directo de los trabajadores en toda la historia de Chile” José Piñera
La solución real no es una AFP estatal, lo que se necesita es un sistema previsional solidario, donde aporten los empresarios el Estado y el trabajador, solo así se asegura una buena calidad de vida para la población con más años
Entonces al parecer se estaría en un momento especial, donde hay muchos temas en el debate y se trata de legislar sobre ellos.
No se está pidiendo un nuevo contrato social, sencillamente, dar a la ciudadanía derechos, oportunidades, educación y salud a la altura de la dignidad humana, la mínima exigencia de ser constructores del futuro, eso del que tanto se habla, y al cual nunca llegamos y cuando se está cerna, llega la maño con garras que acepta las monedas de valor extranjero.
Los días calendarios nos muestran duras batallas en defensa del lucro, la ganancia. Ese perfume tan brutal que por el cual algunos pocos duermen con una pistola bajo la almohada, pero no todos los actores ciudadanos están presentes. Hay millones que lo del día a día los empuja es la vida misma, algo para comer, algo para pagar, y después nada.
Posiblemente lo que más conocen logren entender que si los asuntos fundamentales no se resuelven, serán las urgencias las que se hagan presentes. Todos conocen de como las calles en Santiago se llenan de pancartas, gritos y consignas, pero sucede que Chile es más largo, y las necesidades nacieron sin número de carne y domicilio fijo, sencillamente se instalaron en el estómago y las enormes ganas de vivir diferente cada día en la mañana, a la hora de despertar.
Buena señal es la del movimiento estudiantil, que a pesar de estar compuesto de varios referentes, logra levantar el cerco y hacerlo avanzar.