Tras el acuerdo entre senadores de la Nueva Mayoría y de la Alianza –supervisados y orientados por el empresariado- en relación a la reforma tributaria, y del que evidentemente el gobierno estaba al tanto en detalle, queda de manifiesto que la impronta que Enrique Correa y Edgardo Boeninger impusieron desde un principio a la Concertación se mantiene incólume. Es decir, practicar lapolítica del gato por liebre a como dé lugar. Total, y a pesar, el pueblo elector los seguirá reeligiendo saecula saeculorum. En otra arista del tema, el PC reclama, sin que nadie le pregunte, que ellos no fueron parte del acuerdo y por lo tanto son inocentes. No sabían nada del asunto (“ni el vecino Pérez ni el vecino Pinto”), a pesar de que su secretario general, Juan Andrés Lagos, es asesor del ministro del Interior y experto en “prevenir escenarios políticos”. Curioso ¿Creería alguien, haciendo una analogía mundialera, que Pelé o Maradona no saben la diferencia entre arco rival y arco propio? A los tres puntos de la declaración oficial del PC no me referiré. Da vergüenza.
En cuanto al tema de la educación, el ministro Eyzaguirre poco a poco va transparentando su alcurnia política. Primero dijo, al poco tiempo de ser nombrado en el cargo, que no venía a hacer la revolución bolchevique; hace no mucho agregó que él siempre fue socialdemócrata y por esa razón militó en la jota, pues aborrece a los ultra. Claro que no definió si entiende por ultra lo mismo que entiende la UDI. Finalmente remata, despectivamente, estilo Wall Street, con un: “no haré una política educacional al gusto de la calle” ¿Qué pensará de estas palabras la “bancada roja” y la militancia PC, que al incorporarse a la Nueva Mayoría lanzaron la frase “estaremos con un pie en el gobierno y con otro en la calle”. Por la boca muere el pez, dice un refrán.