Cristian Zuñiga, columnista del diario electrónico El Clarín, ha intentado refutar un artículo de mi autoría –publicado en el mismo medio bajo el título de “La Izquierda sin el PC”- de manera bastante escolar y carente de elementos de juicio certeros. Zuñiga busca sus argumentos en el “manual de los cortapalos” de la socialdemocracia chilena, utilizándolo en una curiosa defensa que hace del PC y su actual política. Algunas de sus concienzudas y morrocotudas expresiones son: “Viudo del PC del siglo XX”; “Se entiende la estrategia LUN”; “anticomunismo que recorre la sangre chilena desde regimientos a casas Okupas”; “cual adolescente frustrado, encara al PC por haber dejado ‘desarticulada’ a la ‘izquierda anti-neoliberal’ a cambio de las ‘poltronas que le ofreció la oligarquía política’”; también agrega que quienes critican al PC –va implícito- utilizan argumentos de enseñanza básica”, etcétera, etcétera. Tras este berrinche sopeado de retórica parriana, Zúñiga pasa a demostrar sus cualidades de cientista político en defensa de la Nueva Mayoría… ¡No me ayude compadre! Se escuchó a lo lejos en el monte.
Planeta Zúñiga se horroriza y exclama: No se puede denostar al PC públicamente ya que su estrategia te ha otorgado injerencia en el programa de gobierno, más 6 cupos parlamentarios y 1 ministro. Tal denuesto, agrega, [Zúñiga llama “denostar” a la “crítica política” que alude a sus intereses] demuestra que “en Chile se sigue dando en abundancia lo que el viejo Lenin llamabainfantilismo izquierdista”. Pues bien, este mentado “infantilismo izquierdista”, es el principal elemento de juicio del “manual de los cortapalos” utilizado por quienes ondulan entre [utilizaré conceptos del propio Zúñiga] “moderados y graduales cambios” y “una socialdemocracia de baja intensidad”. Opción por la que ha optado el PC y la cual Zúñiga aplaude, concluyendo que los cambios que se harán no serán “los propuestos por los grandes líderes de izquierda tipo Marcel Claude y Roxana Miranda”. Lo cual debemos agradecer, sobre todo al PC, que será “protagonista y cancerbero” de estos cambios “en la medida de lo posible”. La izquierda, por lo tanto, debería estar alegre y no “respirar desde la herida del adolescente que queda sin asiento”. Zúñiga cree que todos los que participamos en política lo hacemos por un asiento. O sea, el argumento cristiano de traspasar las propias culpas. Luego Zúñiga remata con un zaratustral: “Si hasta MEO hoy lo reconoce así”… OOhhh, se escuchó a lo lejos en los templos mencheviques.
Respecto a la crítica del columnista de que “ya es hora de dejar de poner moralina al discurso de ‘izquierda’”, no vale la pena responder, Zúñiga se responde solo. Además, la gente no es tonta y se da cuenta perfectamente de las diferencias entre un gato y una liebre… ¡Gracias Zúñiga!… se escuchó clamar a Enrique Correa a lo lejos…