La verdadera incógnita en el camino de Hillary Clinton hacia la Casa Blanca se llama Barack Obama, en profunda crisis de popularidad. Como es comprensible, la “Clinton Machine”, potente organización política en pista desde hace meses por la candidatura de la ex Primera Dama, está empezando a analizar cómo gestionar las “relaciones peligrosas” entre los dos exrivales en las primarias demócratas de 2008.
Por un lado, existe la necesidad de tomar distancias de un líder que atraviesa grandes dificultades, evitando así hundirse con él, sobre todo en vistas de las elecciones de medio término de noviembre. Por otro, sin embargo, hasta los “clintonianos” más fanáticos se dan cuenta de que no pueden esperar obtener la “nomination” arremetiendo contra un presidente que, pese a sus debilidades, ha ganado dos veces las elecciones a la Casa Blanca, representando en los últimos años el punto de referencia del partido.
No en vano, también el libro de memorias de Hillary Clinton “Hard Choices” (Decisiones difíciles) está lleno de esta contradicción: el volumen revela la fuerte colaboración entre ambos, codo con codo, como en las horas dramáticas que precedieron la eliminación de Osama bin Laden.
Pero también pone en evidencia las diferencias entre ambos en algunos temas de política exterior como Rusia, Siria y Cuba.
El portal Politico.com, especializado en la política de Washington, indicó que el borrador del libro pasó por las mesas que cuentan de la Casa Blanca para tener una tácita aprobación antes de mandarlo a la imprenta.
Todos, dentro del partido Demócrata, se dan cuenta de que los republicanos harán de todo para insinuarse en toda fisura que se creó entre los dos. Es así que Tommy Vietor, exasesor de Obama y hoy en día en el staff de Hillary, excluyó discrepancias: “Her record is our record”, como para decir que lo que ella hizo fue aprobado por todos.
Además, muchos consideran que en el fondo la gran mayoría de los electores estadounidenses, pese al fragor de la prensa y de las televisiones, al final no votan pensando en la política exterior, sino en la economía y el trabajo.
Basta pensar, como recordó Ian Brenner, experto de Eurasia Institute, que “Obama ha obtenido en definitiva muchos éxitos en política exterior y lamentablemente para él no está considerado un líder fuerte”.
Por este motivo también, los asesores de Hillary están estudiando con detalle cómo crear una “nueva narrativa” que tenga en cuenta este doble aspecto, resolviendo una complicada paradoja: salvar lo que Obama hizo bien (el final de las dos guerras, la muerte de Bin Laden) pero haciendo olvidar por otro lado que lo hizo él, el presidente incapaz de gestionar la web deObamacare y que quedó atrapado en el escándalo de espionaje, puesto contra las cuerdas a nivel mundial por un analista de la Agencia de Seguridad Nacional apenas treintañero.