La región de América Latina y Caribe se utiliza de ejemplo en los últimos tiempos para ilustrar el avance de las mujeres en política. Con seis presidentas de la nación en seis países distintos -empezando por Michelle Bachelet, la argentina Cristina Fernández, la brasileña Dilma Rousseff, la jamaicana Portia Simpson, la presidenta de Trinidad y Tobago Kamla Persad Bissessar y, hasta inicios de mayo, Laura Chinchilla en Costa Rica- nuestra zona es la que tiene mayor participación femenina en la representación parlamentaria. Según datos del Banco Mundial, en 2013 un 26% de los asientos de parlamentos nacionales de América Latina y Caribe eran ocupados por mujeres, mientras que en Europa y Asia Central ese porcentaje es de tan sólo un 17%.
Este fenómeno puede explicarse por la juventud de las democracias latinoamericanas con respecto a las europeas o por la percepción que los ciudadanos de esta región tienen respecto a los políticos de uno u otro género, considerando a las mujeres más honestas y con un mayor interés social que los hombres.
La “alta” (apenas una cuarta parte del total) participación de las mujeres latinoamericanas en política no es representativa de su presencia real en el resto de esferas de poder. Ni en América ni en Europa.
Un ejemplo cercano: en septiembre de 2013 en Chile, el mismo lugar donde se tituló en 1919 la primera ingeniera de Sudamérica (Justicia Espada Acuña), la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas tuvo que aprobar, por primera vez en la historia de la Universidad de Chile, un cupo de ingreso exclusivo para mujeres debido a la falta de estudiantes de este género.
Es la denominada “discriminación positiva”; algunos opinan que es necesaria para cubrir la ausencia de mujeres en Ciencia, mientras otros creen que no deja de ser discriminación. Aun a riesgo de generara algo de discordia, este artículo propone hacer un poco de discriminación positiva y dar visibilidad a mujeres con perfiles muy distintos pero que comparten juventud y género, y destacadas en áreas muy diferentes pero con un denominador común: estar dominadas por hombres.
Tres mujeres excepcionales en el más amplio sentido de la palabra, tanto por sus logros como por ser una excepción.
Ska Keller. Alemana. 33 años. Candidata a la presidencia de la Comisión Europea en las pasadas elecciones de mayo. De los ocho candidatos sólo dos eran mujeres: Keller, en representación del Partido Verde Europeo, y la sueca Amelia Andersdotter del Partido Pirata Europeo que cuenta con una mínima participación en el Parlamento Europeo.
En esa Europa con un 17% de participación parlamentaria de las mujeres, no parece casual que las dos únicas candidatas fueran también las únicas que compartiesen candidatura, Keller junto al francés José Bové y Andersdotter junto a Peter Sunde. Aun así su presencia aporta cierto matiz de renovación a la política europea.
La alemana se unió al Partido Verde a los 20 años y sólo lleva desde 2009 en el Parlamento Europeo pero ya es uno de sus rostros más conocidos. Propone una forma de hacer política distinta tanto en forma como en el fondo pero ha sido capaz de ser miembro de varias comisiones de desarrollo y comercio internacional, y ha formado parte de delegaciones de la Unión Europea como la que se encarga de las relaciones con Turquía, algo delicadas desde la llegada al poder de Erdogan.
Keller fue la única candidata –junto a Bové- elegida a través de los votos de sus compañeros de partido en unas primarias abiertas.
Vanessa Selbst. 29 años. EE.UU. En el show business y el deporte, pese a que las mujeres ganan notablemente menos, éstas cuentan con sus propias áreas diferenciadas. Sin embargo, en el mundo del póquer, que tiene un poco de ambas disciplinas, aunque hay torneos sólo para mujeres, la competición está abierta a todo tipo de jugador sea del género que sea. El porcentaje de féminas que juegan a póquer es todavía mucho más bajo que el de los hombres pero, gracias a la ampliación del perfil del jugador propiciada por la irrupción del póquer online, cada vez hay más mujeres.
Selbst responde al nuevo perfil de jugador de póquer en los últimos años: dos carreras universitarias, Ciencias Políticas y Derecho por la Universidad de Yale, aproximación al juego más cercana a la ciencia (cálculo de probabilidades) que al azar, juventud, y afinidad por otros juegos desde una edad temprana.
La neoyorquina es un ejemplo típico del nuevo jugador de póquer con éxito pero al mismo tiempo es única en su sector. Con más de 7 millones de dólares de ganancias ya se ha convertido en la mujer que más ha ganado en la historia del póquer pero su mayor mérito es que se empiece a hablar de ella como uno de los mejores jugadores del momento, sea del género que sea.
Casada en 2013 con su compañera sentimental de más de tres años, Selbst se define en su cuenta de Twitter como “just an average poker-playing, sorta-almost-lawyering, social-justice-fighting, game-loving, fun-having girl next door”.
Sheryl Sandberg. 44 años. EE.UU. Si hablamos de poder seguramente ni la representación en el Parlamento Europeo ni las ganancias millonarias en el póquer pueden compararse con la importancia del trabajo de Sheryl Sandberg en los últimos años. Esta mujer es una de las mentes más relevantes de Silicon Valley.
Mientras que el gran público conoce los logros de Mark Zuckerberg o la historia de cómo Google se gestó en un garaje, no todo el mundo sabe de la existencia de Sandberg. Esta hija de un oftalmólogo y una profesora de francés, pasó de su trabajo como asesora en el gobierno de Bill Clinton a trabajar con Google.
Fue durante siete años la responsable de la publicidad online del principal buscador del mundo y, en resumen, una de las personas que han hecho que esta herramienta sea tan rentable para sus creadores. El propio Zuckerberg fue a por ella para intentar hacer lo mismo con Facebook y desde 2008, tras varias reuniones para convencerla, Sandberg trabaja con esta red social. En 2012 se convirtió en la primera mujer de la junta directiva de Facebook y ese mismo año fue nombrada por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del Planeta.
Su libro Vayamos Adelante (Lean In) cuenta, en su versión en español, con un prólogo escrito por la presidenta Michelle Bachelet.