La edificación de la primera planta termosolar de América Latina comenzó en Antofagasta, un proyecto energético que evitará la emisión de 643 mil toneladas de dióxido de carbono (CO2) cada año. Dirigidas por la compañía española Abengoa, las obras constructivas comenzaron la víspera en el desierto de Atacama para levantar una planta de energía renovable considerada la mayor de Chile, y una de las pocas de su tipo en el mundo.
Con una torre de 250 metros de altura, la segunda más alta del país, el sistema funcionará mediante 10 mil 600 espejos (heliostatos) de 140 metros cuadrados que reflejarán la luz y el calor del Sol hacia la torre, la cual podrá captar y retener toda la energía durante unas 18 horas.
El especialista Manuel Sánchez, delegado de Abengoa en Chile, explicó las diferencias de la planta con respecto a la energía fotovoltaica, pues mientras esta utiliza la luz para generar electricidad y no es almacenable, la termosolar usa el calor del Sol para generar energía y sí se puede almacenar.
“Eso hace que el modelo fotovoltaico sea intermitente y necesite una fuente de respaldo, cuando la termosolar funciona de manera autónoma”, argumentó.
Según el experto, la torre captará el reflejo de los espejos para almacenarlo en un sistema de tanques llenos de sales fusionadas, compuesto que luego será utilizado para calentar agua, producir vapor, y con él mover una turbina encargada de generar la energía eléctrica.
En consecuencia, agregó, el proyecto garantizará energía las 24 horas del día, sin interrupciones y con un precio fijo.
El emplazamiento en el desierto de Atacama es otro factor importante para el funcionamiento de la planta, pues “la altura y la limpieza de la atmósfera hacen que el nivel de radiación en la zona sea tremenda, la mayor del mundo y la que debería hacer a la energía solar la principal fuente energética de Chile”, sostuvo.
De acuerdo con sus declaraciones, con 112 sistemas similares Chile podría pasar a ser autónomo energéticamente.