Los trabajadores organizados se constituyeron en actores principales en la historia de los siglos XIX y XX, incluso, dieron lugar a la formación, no sólo de Centrales Obreras, sino también a partidos laboristas socialdemócratas. Por desgracia, a partir del siglo XXI, las Confederaciones y Federaciones de trabajadores han perdido fuerza, producto de la hegemonía mundial del neoliberalismo, que coloca al especulador financiero y a los banqueros como los actores principales de la sociedad contemporánea.
Ronald Reagan y Margaret Thatcher llegaron a tal extremo que negaban la existencia de la sociedad – sólo hay familias e individuos – y, en esta” utopía”, no hay ningún espacio para la lucha de clases, los sindicatos y los trabajadores.
En Chile, el movimiento obrero tiene una rica historia que va desde el mutualismo hasta la CUT: a fines del siglo XIX, la expresión política de los trabajadores fue el Partido Demócrata, que animó la primera gran huelga obrera durante el gobierno de José Manuel Balmaceda. Posteriormente, surgieron los anarquistas, bajo la influencia de los exiliados de la Comuna de París. La historiografía estalinista ha intentado borrar el rol fundamental de los ácratas, a comienzos del siglo XX, incluso, en un comienzo, el apóstol de los trabajadores, Luis Emilio Recabarren, militó en el Partido Demócrata y no fue lejano a los libertarios.
Durante todo el período de la República Parlamentaria el movimiento de los trabajadores resistió los embates de la explotación y, sobre todo de la represión por parte de los gobiernos plutocráticos, que usaron un “ejército prusiano” de carniceros para diezmarlos a sangre y fuego. Innumerables ejemplos de esta barbarie están representados por las matanzas de la huelga de carne en Santiago, el sud americano en Valparaíso y Santa María de Iquique.
En la medida en que transcurría el tiempo, las Centrales Obreras fueron adquiriendo más peso, incluso, en el caso de los Frentes Populares, en España, Francia y Chile llegaron a ser parte del gobierno, junto a los partidos obreros, el comunista y el Socialista. Las grandes huelgas lograron, por ejemplo, en Francia, la reivindicación de las primeras vacaciones pagadas para sus afiliados; claro que el Frente Popular chileno dejó de lado a pobladores y campesinos, centrándose, fundamentalmente, en la clase obrera; en Santiago, el 2 de abril de 1957, servirá para traer al recuerdo la existencia de los pobladores ; en 1964, con el triunfo de Eduardo Frei Montalva, se dio preponderancia a la clase campesina, abandonada por partidos obreristas, como lo eran los de izquierda en ese tiempo.
La CUT nació como una organización revolucionaria, cuyo líder máximo fue don Clotario Blest, un cristiano revolucionario que tuvo el valor de oponerse a las políticas anti sindicales de los gobiernos gerenciales, especialmente dirigidos por Carlos Ibáñez del Campo y por Arturo Alessandri Rodríguez. Durante la gestión de don Clotario en la jefatura de la CUT, se anticipó una ruptura revolucionaria del movimiento de trabajadores contra la sociedad capitalista de entonces, lo cual le valió al adalid de los trabajadores vivir una época de entrada y salida de la cárcel pública, hecho que deba más consecuencia y, por consiguiente, mística, al movimiento de los trabajadores.
En la república, (1891-1973), las huelgas generales de los trabajadores lograban paralizar a todo el país y cada una de ellas hacía tiritar a los distintos gobiernos de la época. En la Unidad Popular, los trabajadores organizados fueron los grandes protagonistas de este intento de tocar el cielo con las manos.
Durante la dictadura de Augusto Pinochet y su sucesión concertacionista-piñerista, junto con imponer el neoliberalismo, logró destruir la poderosa organización sindical de los trabajadores. Hoy, la CUT, dirigida por Bárbara Figueroa, no es ni la sombra de aquella de Clotario Blest: son impensables las huelgas generales, los trabajadores están fragmentados, ni siquiera pueden reivindicar por franja, pues deben hacerlo con empresarios dueños de multi-rut. Nunca en la historia ha estado más balcanizada y dividida la clase obrera que en los gobiernos de la “trinidad” Pinochet-Concertación-Piñera. Causa pena que la herencia de Recabarren haya sido tan despiadadamente traicionada.
Rafael Luis GUMUCIO Rivas
2 05 2014