Bajo el lema “Sin empleo de calidad no hay recuperación”, decenas de miles de personas marcharon este jueves, Día Internacional del Trabajo, en unas 70 ciudades de España, donde los sindicatos denuncian una precarización laboral pese a la incipiente reactivación económica.
“¡Manos arriba, esto es un contrato!” o “Por nuestros derechos”, podía leerse en las pancartas enarboladas por los manifestantes que desfilaron por el centro de Madrid, entre estruendo de pito y tambores, llevando globos rojos y banderines sindicales. “La última reforma laboral y todas las medidas tomadas por el gobierno para la estabilidad presupuestaria lo único que han hecho ha sido quitar derechos a los trabajadores”, denunciaba Jesús Huertas, funcionario de 48 años, vestido con una camiseta que decía: “La dignidad es el salario”.
Determinado a rebajar un déficit público galopante, el gobierno conservador de Mariano Rajoy decidió a principios de 2012 un plan de austeridad con ajustes por 150.000 millones de euros hasta finales de 2014.
Dos años después, el ejecutivo se declara alentado por las incipientes muestras de reactivación económica, con un crecimiento del 0,4% del PIB en el primer trimestre, tras las alzas de 0,2% y 0,1% respectivamente en el cuarto y tercero de 2013.
Esta ligera mejora no se traduce sin embargo en el frente laboral: la tasa de desempleo volvió a aumentar en España en el primer trimestre, a 25,93%, cerca de su récord histórico.
El mensaje optimista del gobierno provoca así indignación entre la oposición de izquierdas y los manifestantes.
“Todo lo que nos están contando es un gran cuento chino”, consideraba José Antonio Hernán, desempleado de 36 años, en la marcha de Madrid.
“Yo llevo con el sueldo congelado desde hace seis años y además me lo han rebajado en dos ocasiones”, lanzaba junto a él Rosa Llorente, maestra de educación infantil de 35 años, denunciando un aumento de alumnos en las aulas y una sobrecarga de trabajo de los profesores.
La educación y la salud están entre los sectores públicos más afectados por los recortes presupuestarios en un país donde, en los últimos años, numerosas empresas privadas cerraron, bajaron salarios o redujeron sus plantillas mediante Expedientes de Regulación de Empleo (ERE).
“¡Este ERE es ilegal!”, coreaban en la manifestación madrileña trabajadores la emboterradora española de Coca-Cola, quien anunció un ajuste que afecta a 1.250 trabajadores.
Por primera vez, los líderes de los grandes sindicatos, Ignacio Fernandez Toxo de Comisiones Obreras y Cándido Méndez de UGT, desfilaron en la manifestación de Bilbao, en el norte del país. La industria del País Vasco se vio sacudida este año por la quiebra de uno de sus buques insignia, el fabricante de electrodomésticos Fagor.
Más de 10.000 personas participaron, según los sindicatos, en la marcha bilbaína.
A su término, un grupo de unos 40 encapuchados provocó destrozos en varios comercios del centro antes de ser dispersados por la policía. La televisión pública mostró imágenes de escaparates rotos y cajeros automáticos de bancos golpeados.
También se celebraron manifestaciones multitudinarias en grandes ciudades como Barcelona, en el noreste, o Valencia, en el este del país.