Noviembre 25, 2024

Ricardo Ezzati o la opción preferencial por los colegios para ricos

El cardenal Ezzati corresponde al típico modelo de “príncipes diplomáticos” del Vaticano: sus prédicas son crípticas y no se juega por los pobres, al menos en lo que a educación se refiere, pues siempre se suma a la “orquesta del terror” de la derecha. Es salesiano, como Raúl Silva Henríquez, pero su antípoda moral. En los casos de pedofilia, la verdad es que tuvo una actuación muy poco decorosa – sobre todo en el asunto Karadima, el Maciel chileno – y, con justa razón, James Hamilton, Andrés Murillo y Juan Carlos Cruz cuestionaron su nombramiento de purpurado, concedido por el Papa Francisco.

 

En plena ofensiva de la derecha contra la reforma educacional que propone el gobierno, el cardenal de los ricos le presta las mejores ropas y, con su vocecita en falsete dice, nada menos, que “la gratuidad tiene un peligro porque el Estado podría imponer un modelo distinto al que las personas quieren…”, lo cual conduce a que el Estado sea dueño de la educación. En el fondo, lo que el prelado pretende transmitir a la opinión pública es que la gratuidad de la educación, en esencia, destruye lo que la derecha y la iglesia llama “libertad de enseñanza”.

 

La iglesia es una institución que, a través de los colegios particulares regentados por congregaciones religiosas – que son las que más segregan en Chile – y basándose en un proyecto educativo propio seleccionan a los alumnos, no sólo por la riqueza de los padres de familia, mediante el cobro de matrículas y mensualidades altas, sino también sobre la base de una moral farisaica, impide el ingreso de postulantes cuyos padres estén divorciados – al menos, el Papa Francisco está dando ejemplos concretos para terminar con tanta imbecilidad de una iglesia arcaica, reaccionaria y castigadora -.

 

Las frases pronunciados por Monseñor Ezzati le vienen como anillo al dedo a la derecha, que pretende convencer a muchos ingenuos que la gratuidad de la educación, la des municipalización y la inyección de más recursos a la educación estatal es equivalente a la ENU, (Escuela Nacional Unificada), propuesta el Presidente Salvador Allende con el propósito de dar impulso a la educación popular – a mi modo de ver una de las mejores propuestas de reforma de la educación chilena -; lamentablemente, en esa coyuntura, como en la actual, la iglesia se prestó y aún lo hace para defender “la educación como un bien de consumo” y que se transa en el mercado.

 

Es muy ridículo creer que el proyecto Eyzaguirre, que hasta ahora nadie lo conoce y que tiene tantas interpretaciones según el interesado e interlocutor en sus múltiples reuniones explicativas, va a conducir a la formación marxista de nuestros niños y nadie se traga el cuento de que los van a mandar a Cuba. En la realidad, hasta ahora tenemos que conformarnos solamente con titulares, como poner fin a la selección que, se supone, debiera ser ampliada a la educación secundaria – la LGE aunque no se aplique ese articulado, la prohíbe hasta el séptimo año -. Con respecto a la gratuidad, aún desconocemos los mecanismos y el tiempo de espera en su aplicación. En lo que dice relación con des municipalización, sólo tenemos informaciones bastante vagas, especialmente para su posible implementación.

 

En el fondo, este gobierno no ataca la existencia de colegios privados – religiosos o laicos, manteniendo el carácter mixto del sistema educacional, como tampoco postula un Estado docente descentralizado; hasta el momento, únicamente se limita a plantear que con dineros de todos los chilenos no se puede lucrar y discriminar a favor de empresarios de la educación, que se llenan sus bolsillos con los dineros fiscales, y que ahora poner el grito en el cielo porque se sienten amenazados con el retiro de la teta.

 

En un país en que prácticamente el Estado no existe, y están casi todas las actividades en manos de privados, incluso, la educación y la salud, me parece poco racional que el cardenal actual se ande preocupando por hipotética estatización de la educación: por desgracia, estamos muy lejos de las ideas de Alejandro Venegas, Enrique Molina, Valentín Letelier y Diego Barros Arana, entre otros, y sí muy cerca de Milton Friedman, Friedrich Hayek, cultores de la educación de mercado.

 

Como ha ocurrido muchas veces en la historia, los reaccionarios se parapetan en la sacristía.

Rafael Luis Gumucio Rivas

23/04/2014

 

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