Noviembre 24, 2024

Pensando sobre nuestra condición humana

Cuantas veces no hemos escuchado que las noches de Luna menguante son propicias para la siembra (especialmente para las papas), que la Cruz del Sur guía a los caminantes en la oscuridad, que las estrellas fugaces traen buena suerte. Son saberes que resuenan de boca en boca, de tiempo en tiempo. Muchos de ellos los hemos repetido o escuchado, pero de algunos no sabemos siquiera su origen

La geografía de Chile, variada y abrupta, le entrega un sello de identidad a las diversas costumbres y tradiciones de los pueblos originarios que aún habitan Chile.

 

El año pasado, Sonia Montecino y Catalina Infante junto a Editorial Catalonia publicaron el libro “la tierra del cielo. Lecturas de mitos chilenos sobre los cuerpos celestes”, libro que busca resguardar la oralidad de los pueblos originarios chilenos sobre los fenómenos celestes que día y noche veían en el cielo.

 

En el libro, con bellas ilustraciones de Leonor Pérez, entrega relatos sobre la relación de los hombres con el firmamento y aquellos fenómenos climáticos como la lluvia, la sequía y “nos enseñan de una mirada, que conciben que la materia está animada por espíritus y por energías que provienen de las y los antepasados”, explica Sonia Montecino en el prólogo.

 

Los Mitos aymara, rapanui, mapuche, tehuelche, yámana, selknam, dan cuenta de la profunda preocupación de nuestras culturas indígenas por los astros, estrellas fugaces, arco iris, constelaciones, el Sol, la Luna y la Vía Láctea, entre otros.

 

Según Oreste Plath, investigador de las tradiciones populares chilenas, “el mito entrega el conocimiento de la vida del hombre antiguo y la interpretación de sus pensamientos y acciones. Es una clave que pasa a ser el auxilio a muchas disciplinas humanísticas y científicas que exploran el origen, el ambiente y el quehacer natural e intelectual del hombre”.

 

Según Plath, “las leyendas responden a los estímulos de la naturaleza circundante, pueden tener una razón, ocultar una verdad, tener relación con la geografía, con un hecho histórico o con un acontecimiento que repetido y exagerado integra el acervo folclórico”.

 

Ambos, crean un relato que recoge las arraigadas costumbres y creencias criollas transformándose en un reflejo de la identidad de un país.

 

Entonces los mitos, serían las explicaciones que los hombres primitivos dieron a los fenómenos de la naturaleza cuyas causas no podían dilucidar. De esta forma, los sucesos del entorno encontraron sus orígenes en personajes divinos, sobrehumanos y como resultado de poderes buenos o malos, es por ello que parte del sistema religioso de una cultura, los cuales los considera historias verdaderas otorgándole un respaldo narrativo a las creencias centrales de la comunidad.

 

Chile es un país extremadamente largo, de difícil acceso, con una variedad geográfica que empieza por el desierto más seco por el norte, un gran océano por el oeste, al este nos limita la Cordillera de los Ande y en el extremo austral está la Antártida. A esa gama geográfica se le une la cultural que van desde lo atacamas por el norte hasta los yaganes en el extremo austral.

 

Los mitos nos dicen de cómo estos pueblos tan distintos pensaron el origen de las cosas que existen en el mundo. A través de relatos orales, de figuras rupestres, de cordeles de bailes y cantos, las narraciones del nacimiento del cielo, de la tierra y de los mares los fueron contados de generación en generación y como los sueños, los mitos siempre proponen acertijos, preguntas y no verdades absolutas, nos están llamando todo el tiempo a pensar sobre nuestra condición humana y sobre nuestra íntima y estrecha relación con la naturaleza, con la materia viviente que forma parte de la existencia.

 

Todo lo que habita en las alturas, desde las nubes hasta la lluvia, desde el Sol hasta los rayos, desde las estrellas fugaces hasta el amanecer, cada elemento del cielo posee una historia, guarda un mensaje, un significado especial para los nuevos y antiguos habitantes de Chile.

 

Una linda transmisión de la sabiduría y conocimientos que nuestros pueblos ancestrales han acumulado sobre el cielo, y que busca llegar a niños, jóvenes y adultos, así como a todas las personas sensibles a los enigmas que encierra el Universo y nuestros orígenes.

Este nuevo libro, da cuenta de los pensamientos e ideas que nuestros pueblos originarios tuvieron en relación al cielo por ejemplo, como una estrella mapuche recorre la Tierra y va creando los puntos cardinales; dos hermanas rapanui saltan al cielo para escapar de sus padres; una pisada de avestruz crea la Cruz del Sur y la Vía Láctea es un río que fluye en el interior del cielo.

 

Los eclipses, los meteoritos, las fases de la Luna, que observamos cotidianamente, se llenan de sentidos y se nos tornan cercanos como si fueran nuestros propios abuelos y abuelas, nuestra parentela muerta la que brilla en las noches claras.

 

Desde esta óptica, comenta Sonia Montecino, “las particularidades que adoptan anuncian cosas que los pueblos originarios fueron codificando, conocimientos que sirven para tener buenas cosechas, para saber contabilizar el tiempo, para ordenar los ciclos personales de la vida, y los ciclos sociales en rituales y ceremonias”.

 

La tierra del cielo es un lugar enigmático si no se conoce su origen, sus propiedades y los seres que allí habitan. Muchas de nuestras sociedades están seguras de que venimos de esa tierra y que allí retornaremos”, dice Montecino.

 

Un libro destinado a la difusión de la tradición oral de nuestros pueblos originarios narrado en un lenguaje atractivo para todas las edades. Con estos mitos, la Colección Monito del Monte, hará mirar al lector hacia el cielo, tierra enigmática de la cual, muchos de nuestros pueblos originarios piensan que ya que venimos de ese lugar, en algún momento volveremos a esa tierra a encontrarnos con los ancestros guiados por la magia, la luz y el calor de nuestros pueblos originarios.

 

 

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