Noviembre 24, 2024

¡Qué miedo, Karl Marx resucitó!

El ateo de Marx resolvió resucitar justo el domingo de Pascua, qué atropello a la razón. Una frase, supuestamente irónica del diputado Marcelo Schilling ha despertado un debate sólo digno de la mediocridad intelectual de nuestras castas políticas: “El planteamiento de Carlos Marx ahora ha resucitado en todo su esplendor y vemos a los ricos arrinconados en sus castillos, tratando de resistir estas hordas que quieren tomar por asalto el futuro y que piden justicia. Un espectáculo que vemos cotidianamente en la Comisión de Hacienda y que lo veremos en la Sala”. Ernesto Ottone – que se las da de sabio – sentenció, en un artículo suyo, publicado en un diario El Mostrador, que “Marx se hubiera reido a carcajadas de la distribución del ingreso, manga de ignorantes”. En Radio Cooperativa dice en una entrevista: “me parece una brutalidad que alguien de la Nueva Mayoría plantee la lucha de clases y mete a Marx en ese cuento…”

 

Las frases del diputado Schilling han sido respondidas con mucho enojo por los líderes de la derecha, que están aterrados – a pesar de lo tibia y rayana en la moderación – de la reforma tributaria. El senador Víctor Pérez lanza un desafío al gobierno a que se defina “si es marxista o no”, ¿han visto tontería igual, cuando a la Nueva Mayoría no le alcanzan las fuerzas ni siquiera para ser socialdemócrata? El diputado Ernesto Silva, candidato a la presidencia de la UDI, acusa a los parlamentarios de gobierno que tratar de “revivir la lucha de clases, que tanto daño le ha hecho a Chile”.

 

La derecha quiere convencer, a toda costa, a los tontos y asustadizos ciudadanos que el gobierno de Michelle Bachelet es igual al de la Unidad Popular, que impide el crecimiento ilimitado de los dueños de Chile. Los derechistas saben muy bien que para defender bien a los ricos es necesario “incorporar” a las llamadas capas medias y hacer creer que el aumento al 23% del impuesto a la primera categoría sería pagado por los consumidores y que la compra y venta de casas secundarias atentaría contra los pobres, que son propietarios de viviendas en Cartagena y en el Quisco. A “los buenos para el copete”, que se les limitará el arte de empinar el codo. A los propietarios de un auto para cada miembro de la familia – en una misma casa – se les aumentará el precio de la bencina.

 

En este afán de cazar incautos a fin de acumular fuerzas para lograr un frente de masas, capaz de oponerse a las “pérfidas reformas de este gobierno marxista”, la derecha trató de vender al incauto ciudadano la idea de que la eliminación del FUT significaba, nada menos, que aniquilar las microempresas e, incluso, las familiares; afortunadamente, este camelo ha sido completamente destruido, pues el empresario Roberto Fantuzzi demostró, con argumentos contundentes, que las Pymes usan sólo el 6% del FUT, y las grandes empresas, el 94%. Hay unanimidad en la opinión pública de que el FUT sólo sirve para evadir impuestos.

 

Nuevamente, un sector de los democratacristianos, dirigidos por la familia Walker y de otros príncipes, le presta ropa a una derecha que está aislada, tal como ocurrió en la época de la Unidad Popular cuando el freísmo se unió a los nacionales, formando la CODE; claro que ahora la situación es muy distinta, pues los democratacristianos integran un partido decadente desde el punto de vista electoral y político y carece de toda ideal, salvo el pragmatismo de seguir succionando la teta del Estado y, en su de diferenciarse, pasan llorando por no haber logrado las mejores pegas en el nuevo gobierno o, en el caso de la reforma tributaria, poniéndose de parte de los pisqueros – como lo hace en un alarde de clientelismo el senador Jorge Pizarro – o poniendo palitos al gobierno, que no son piedras en el zapato, sino verdaderas rocas – como lo hace Ignacio Walker, que hasta sus mismos correligionarios lo desmienten -.

 

El sueño del pibe, de Carlos Larraín, es que la Democracia Cristiana vuelva a sus orígenes históricos y, como los años 70, se alíe a la derecha para oponerse a cualquier reforma que vulnere los intereses de los ricos.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas

22/04/2014

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