El Mercurio vuelve a su condición natural de trinchera ideológica, de muro de contención para cautelar la construcción de la sociedad neoliberal tras el golpe de Estado de hace 40 años. El diario de Agustín Edwards nos recuerda también que ha sido una útil “retroexcavadora” y “aplanadora” política durante la dictadura y la transición, primero para ayudar a destrozar las organizaciones políticas y más tarde, para asentar y convencer de los beneficios del mercado mientras la oligarquía y sus secuaces se repartían las empresas estatales. El Mercurio es un anestésico.
La verdadera derecha y sus intereses no descansan en la UDI ni en RN. La verdadera casa de la derecha, en palabras del documentalista Ignacio Agüero, es El Mercurio. Es la casa patriarcal, el lugar donde están las cosas claras, el refugio de las ideas. Es el orden natural de la derecha. Es rito diario y apariencia de verdad.
La defensa de los intereses de la oligarquía es asunto de grados y matices. A través de campañas del terror durante el gobierno de Salvador Allende, línea directa con los agentes de la Dina y CNI y boletín de los Chicago Boys durante los años de la dictadura, útil adormecedor de conciencias durante la transición, con su alter ego que es Las Ultimas Noticias.
Mal le ha caído el retorno de Michelle Bachelet y su modulación del discurso estudiantil. Aunque las reformas ya estaban anunciadas desde noviembre pasado, El Mercurio reacciona sobre la marcha desplegando día a día un guión que recogen, cual obedientes subordinados, los parlamentarios de derecha. La casa paterna del conservadurismo chileno sabe muy bien cómo organizar a sus retoños. Desde el envío de la reforma tributaria podemos leer día a día, más como folletín periódico que como información de prensa, el despliegue de una campaña bien dirigida por los tradicionales poderes. Una pauta de prensa pergeñada por inversionistas, banqueros, terratenientes, comerciantes y asesores que busca instalarse como la agenda política del país. Los principales titulares de una semana transparentan de forma palmaria la mano que los escribe.
Empezamos el martes 1º de abril. El Mercurio recibe el envío de la reforma con un titular que más parece reflexión que constatación. El diario dice: “Bachelet concreta reforma tributaria con mínimos cambios en relación con el programa de gobierno”, frase que trasluce no solo su molestia, sino su visión de la política: los programas políticos electorales son para ganar elecciones, no para cumplirlos.
Al observar esa portada hubo otro titular que pudo haber sido redactado por la Asociación de Isapres. Ante la fuerte alza en las tarifas de esas aseguradoras privadas, El Mercurio no tiene ningún pudor en buscar responsables que no están en los costos médicos ni en la codicia de los accionistas, sino que son ¡los mismos usuarios disconformes con el sistema! Porque sus conclusiones son bien claras: “Reajuste en planes de salud será más alto en las Isapres que más juicios enfrentan”. Si quiere que no suban las tarifas, no reclame, debiera decir un subtítulo.
El miércoles 2 de abril nos deleita con una advertencia sobre las atribuciones del SII, porque “El gobierno incorpora polémico artículo que permitirá al SII acceder a información de compras hechas con tarjetas”. Y sigue con las Isapres. Un juego estadístico de las aseguradoras privadas le ha dicho a los redactores que los “planes de las Isapres subieron 24,3 por ciento desde el inicio de los juicios por alzas de precios”. Para que no quepan dudas, el aumento de las tarifas tiene un solo culpable: el usuario.
El jueves 3 de abril los titulares han sido escritos por los auditores y otros empleados de las grandes corporaciones. Estos bien pagados asesores tributarios son calificados como “expertos”. El diario hace una jugada que supera la imaginación en cuanto a las capacidades de manipulación periodística e ideológica, y dice que “Expertos afirman que nivel de impuesto a las empresas será en la práctica del 35% y no del 25%”. ¿Mentira? No, el diario de Agustín tiene su verdad.
A la mañana siguiente, ésta es la verdad. Por tanto el gobierno miente y, de pasada, perjudica también a los trabajadores. El viernes 4 las cifras que el día anterior calcularon sus “expertos” son ya una realidad, lo que da pie a una incipiente campaña del terror: “Tributación del 35 por ciento para empresas podría significar un 6% menos de pensión para los cotizantes”.
El sábado 5 de abril todavía quedan miedos que difundir. El Mercurio titula: “Fuerte impacto en precios y gastos por compra y venta de viviendas produciría reforma tributaria”, afirmación reforzada con la opinión del abogado Fernando Barros, para quien “el proyecto representa la total desprotección de la privacidad de los contribuyentes”. Barros, vale recordar, fue uno de los abogados defensores de Pinochet.
Estos ejemplos no son aislados, reproducen un mecanismo que construye a diario la realidad chilena, que intoxica la política y el sentido común.