El incendio de los cerros en Valparaíso, El Vergel, La Cruz, El Litre, Mariposas, Las Cañas, Mercedes, Miguel Ángel, dejó un saldo de 2.900 casas quemadas y más de 10.000 damnificados como trágico testimonio de la precariedad en que vive la mayor parte de la población en Chile, agravada por los cambios climáticos que se están produciendo en todo el mundo por la intensa explotación que hacemos del planeta, en una peligrosa apuesta que implica seguir sacando de la naturaleza recursos finitos, que ya dan muestras evidente de agotamiento.
Hace muchas décadas que sabemos de los gases y su efecto invernadero, que en palabras simples significa un mayor calentamiento de la Tierra. Entre los gases más conocido esta el vapor de agua, (H20) compuesto por minúsculas gotas de agua líquida o cristales de hielo que conocemos como nubes, el óxido de carbono, (CO2), o el metano, (CH4). Exceptuando los clorofluorocarbonos (CFC) que los produce el hombre, los gases están presentes en la atmósfera de manera natural, sin embargo, lo que ha ido cambiando ha sido su alta concentración alterada por la actividad humana. El metano es un gas de efecto invernadero relativamente potente que podría estar contribuyendo a aumentar el calentamiento global del planeta en una proporción de 1 a 23, lo cual quiere decir que cada 100 años, cada kilo de metano calienta la Tierra 25 veces más que la misma masa de CO2. En el efecto invernadero se han detectado excesos de algunos gases artificiales como el dióxido de carbono y el óxido de nitrógeno que están acidificando los océanos y reduciendo el fitoplancton por el intensivo uso de combustibles fósiles y disminución de la forestación.
Lo ocurrido en Valparaíso no puede separarse de los cambios climáticos que están ocurriendo en la Tierra, fenómenos que han aumentado poniendo en más riesgo las grandes aglomeraciones humanas, que en épocas anteriores estaban favorecidas por un medio ambiente más acogedor y menor densidad de personas. Grandes inundaciones, intensas nevadas, deshielos, huracanes o tifones que ocurren en períodos muy cortos de tiempo están produciendo graves consecuencias humanas y pérdidas materiales que no se pueden seguir ignorando y que dan cuenta de las alteraciones del clima en todas partes.
Los informes climáticos sobre Chile de hace más de 20 años ya daban señales de la desertificación que se produciría en el país. Hoy estamos en un serio proceso de falta de agua en los pequeños y grandes pueblos del norte del país, provocando el lento éxodo de sus pobladores, quienes además son asediados por las mineras que se apoderaron de lo que queda de agua, en su afán de continuar explotando una minería cuyos beneficios se van todo al extranjero.
Del incendio de Valparaíso podemos discutir eternamente si hubiera sido mejor tener buenos accesos, más vías de agua o si hubiera sido preferible comprar modernos aviones para combatir los incendios forestales. Hemos llegado a un punto en que nuestra principal debilidad como país es, no poder producir reflexiones inteligentes sobre los cambios que se están produciendo en la naturaleza y en el aspecto social. Más de 3 años de sequías en varias regiones de Chile, producen sequedad de la vegetación en las zonas altas como los cerros. Una humedad menor al 30 %, debiera decirles algo a las autoridades. Era inminente el peligro que acechaba a las poblaciones cercanas. Los funcionarios burocráticos no entienden que deben estar constantemente analizando la información que reciben y actuar de inmediato, sin embargo, queda la impresión que a pesar de la información que reciben, no saben qué hacer con ella o se limitan a preparar un informe a un superior, siempre está ocupado en sesudas reuniones.
Cuando hablamos de reflexión inteligente nos referimos a una exigencia que obligue a los políticos a estar conectados con los cambios, a detectar no sólo los problemas de origen natural, sino la propia acción depredadora del hombre. El modelo económico neo liberal es una actividad depredadora, cuyo accionar ha sido imponer más de lo mismo, como solución a problemas causados por ellos a partir de los años 70. La crisis del petróleo la convirtieron en un hito a partir del cual reforzaron la decisión de sustentar la riqueza de los países ricos, con más explotación sobre los hombros de los países más pobres, rentabilizando su pobreza con la precarización del trabajo. A algunos países les tocó un golpe de estado, como a nosotros, a otros la guerra o simplemente fueron invadidos.
Los tiempos han cambiado, pero la crisis que vive la sociedad actual, la llamada sociedad del conocimiento, se ha ido larvado sobre una pobreza mentirosa, esa que permite tener un moderno celular de una gran compañía, que se ha vuelto multimillonaria vendiendo tecnología para la diversión, pero que no significa para las personas tener un nivel de ingresos que asegure que podrán comer mañana. Los políticos siguen preocupados de su rol tradicional. Escuchar a la Alcaldesa de Viña del Mar, Virginia Reginato, hablando sobre el incendio en los cerros, fue una verdadera arenga populista sin contenido alguno, como si estuviera en campaña. Expresiones como esas dan cuenta que los líderes no se hacen cargo de la necesidad de una profunda reflexión que les permita entender los serios problemas que tenemos como país y reconocer su origen. No es necesario tener un Ministro del Interior acarreando paquetes con los jóvenes voluntarios, lo necesitamos pensando en los peligros y buscando las soluciones.
Para mantener el engaño sistemático se sigue hablando de lo beneficioso del crecimiento del PIB, pero se calla la distribución de dicho ingreso, que llega solo al 5% de los más ricos de Chile. Somos el país de los duros contrastes, como la pobreza que nos volvió a recordar la desgracia de Valparaíso y la de los sectores pobres afectados por el terremotos o el tsunami. Después de 20, 30 o más años de esfuerzos, algunas familias lograron armar sus viviendas, la mayoría de ellas de material liviano, principalmente madera y hojalata, muchas sin agua ni alcantarillado, donde deben vivir confinadas a pasar los inviernos con muy poco que las proteja, y luego sufrir los incendios en el verano. Si contrastamos dicha situación con el beneficio del periodo 1990-2003, de US$ 220.000 millones de dólares que se llevaron del país todas las mineras, nos quedamos mudos de espanto e incredulidad.
Si se gastaran $ 20 millones de pesos por cada casa, incluido el costo de $ 3 millones para instalarlas con los servicios necesarios, las 2.900 casas para los damnificados representan una cifra total de US$ 103,5 millones de dólares. Ahora, si comparamos dicha cifra con las más de 9 veces que representa una sola obra urbana en Santiago, como es el acceso al nuevo túnel autopista de Américo Vespucio, que incluirá pasar a través del cerro San Cristóbal, para unir la Ciudad Empresarial con Av. El Cerro, tres pistas subterráneas, consideradas de relevancia para el sector alto de la ciudad, a un costo de US$ 1.000 millones de dólares, entendemos por qué necesita el Sr. Felipe Larraín, ex Ministro de Hacienda de Piñera seguir hablando del crecimiento, cuando dijo, “el principal recaudador es el crecimiento económico. Cada punto de crecimiento del Pib, son US$ 600 millones. La diferencia entre pasar de crecer en 3,5% a 5,5 % en el Pib, al cuarto año son US$ 6.858 millones de recaudación solo por mayor crecimiento de estos 2,5 puntos. El acumulado en 4 años son US$ 16.413 millones”. (El Mercurio 13 de Abril 2014, B6).
Alguien cree después de revisar estas odiosas discriminaciones en la inversión, que el crecimiento está llegando a todos los chilenos, mientras la desgracia de miles de personas en Valparaíso y sus casas incendiadas, viven una miseria galopante y sin recursos para protegerlos. El impacto en estas personas es más humano que material, significa asumir que perdieron años y años de vida de trabajo y que no pueden regresar la vida atrás para empezar de nuevo y seguir luchando contra una economía neo liberal que solo les permite vivir en las laderas de los cerros. ¿De qué sirve crecer al 5%, 6% o 7%, como dice el Sr. Felipe Larraín, si todo el dinero va a parar al bolsillo de los más ricos del país? Fue impactante conocer el caso de un matrimonio adulto mayor fallecido en los cerros. Una pareja de alrededor de 85 años, tomaron la decisión de quedarse en su casa e inmolarse de una forma terrible. Los venció la dura realidad, no tendrían vida suficiente para rehacer nada y optaron por la muerte que se los llevo juntos.
Otro notorio contraste en la inversión de los recursos fiscales es el Metro. En el Metro de Santiago se pueden notar las diferencias. Están las estaciones para el sector alto, Providencia o las Condes que cuentan con múltiples accesos, escaleras mecánicas, terminaciones de gran costo, cafeterías, diversos servicios y carros con aire acondicionado. Compárelas Ud., con las estaciones que van hacia el sector poniente, sur y sur oriente y verá que algunas son simples pasillos estrechos y largas escaleras que evidencian el ahorro realizado, lo que se ratifica con la línea 4, que emerge a la superficie después de salir de la zona central, cortando la ciudad en dos, para dificultar mas la circulación de las personas que deben caminar para acceder al transporte público.
Solo con la firme decisión de un gobierno con sentido social y fuerte compromiso para terminar con la inequidad, se podrán evitar futuras tragedias que seguirán ocurriendo, donde el mayor sufrimiento será humano. La gente afectada en Valparaíso y por el terremoto, son personas sencillas que no tienen una maestría en economía en Harvard, pero que han sabido sobrevivir a un neoliberalismo despiadado que los confinó a su suerte y les impuso más cargas sobres sus hombros, al bajar los salarios para que las empresas de las elites resultaran rentables.
¿Cómo resolvería el país una grave convulsión social, que puede provenir como consecuencia de la naturaleza que se degrada de año en año o por una estrepitosa caída de las economías mundiales? No es una exageración, Chile fue uno de los países que más sufrió con la gran recesión iniciada en 1929 y volveremos a ser atrapados por los grandes colosos, en caso de una debacle. Debemos ser capaces de tener un pueblo organizado que sepa lo que debe hacer para vivir las grandes crisis y no esperar que todos estén en la calle tirando piedras o saqueando los supermercados para planear una solución que le permita a la gente comer.
Con millones de chilenos viviendo en la postergación de un ingreso promedio de $ 300 mil pesos no se necesita ser adivino o agorero para pensar en futuras crisis que serán superiores a la que viven los países desarrollados. Llegado el momento sólo podrán aplicar fuerza letal, un recurso muy conocido y usado por el neo liberalismo para trasladar la carga a los hombros de los más pobres, con costo en vidas humanas, para que ellos sigan viviendo en opulencia.
Mario Briones R.