Uno de los recientes fenómenos que llama la atención en el ámbito de Internet, desde una perspectiva de la sociedad civil, es la aparición repentina del “modelo multistakeholderism” -MS- (modelo de múltiples partes interesadas o modelo multisectorial) y su inserción, desde hace unos 2 o 3 años(1), en los debates sobre la gobernanza de Internet. El término, por supuesto, existe de tiempos atrás e incluso se lo ha utilizado en relación a Internet para describir (en forma más o menos adecuada) los procesos de toma de decisiones de varios de sus órganos técnicos (IETF, IAB, ICANN).(2)
Asociado a este hecho está el nuevo e insólito esfuerzo del gobierno de EE.UU. –en todos los frentes y junto con sus aliados y acólitos empresariales, técnicos y segmentos de la sociedad civil que participan en las discusiones de la gobernanza de Internet–, para extender el uso de las versiones del modelo MS. Esto es, a partir de que en ámbitos locales y técnicos circunscritos ha logrado un grado considerable de éxito, se apunta a que se convierta en la base fundamental, y prácticamente única, sobre la cual se debe canalizar el tratamiento de este tipo de debates sobre la gobernanza de Internet (según establece el pronunciamiento del gobierno de EEUU sobre la transferencia de la función de gestión del sistema de nombres de dominio -DNS-)(3).
Cabe destacar también que el término “multisectorial” parece haber reemplazado a “libertad en Internet”, como el meme(4) movilizador de preferencia respecto a Internet (habida cuenta que “libertad en Internet” se ha visto desacreditada, tras las revelaciones de Snowden(5), al ser asociada con la “libertad” del gobierno de EEUU de “vigilar”, “sabotear” y “subvertir” a través de Internet).
En medio de estos acontecimientos se ha producido un desplazamiento sutil en la presentación del modelo MS: si antes se lo hacía como marco para los procesos de consulta de la gobernanza de Internet, ahora aparece como el modelo necesario para la toma de decisiones para la gobernanza de Internet. Por otra parte, se da por entendido que esta toma de decisiones tendría lugar no sólo dentro de las áreas relativamente circunscritas de la gestión técnica de las funciones de Internet, sino también en las áreas más amplias del impacto de Internet y de las políticas públicas asociadas, donde la importancia de Internet es a la vez mundial y en rápida expansión.
Lo más llamativo es que el multisectorialismo se presenta como el modelo que sustituiría a los procesos “anticuados” de la toma de decisiones democráticas en estas esferas; lo que, según algunos de sus defensores, proporcionaría un modelo “posdemocrático mejorado” para la definición de políticas mundiales en materia de Internet.
¿Qué es exactamente el “multistakeholderism”?
Esto no está del todo claro y nadie aún (mucho menos el Departamento de Estado de EE.UU., que invoca el modelo 12 veces en su presentación de una página para la reunión NetMundial en Brasil)(6) ha proporcionado algo más que referencias en titulares al “modelo MS” o ejemplos de lo que podría parecer.
Sea lo que sea, un elemento clave es que las políticas (y otros
aspectos) serán decididas por y con la inclusión de todas las “partes interesadas”. Ellas evidentemente incluirán, por ejemplo, las principales corporaciones empresariales de Internet, que podrán así promover sus “intereses” y formular las políticas de Internet a través de algún proceso de consenso donde todos los participantes estarán en “igualdad” de condiciones, y donde las normas que rigen, por ejemplo, los procedimientos operativos, conflictos de interés, los modos y estructuras de gobernanza interna, normas de participación, etc. etc.
parecen inventarse sobre la marcha.
Es evidente que las grandes corporaciones de Internet, el gobierno de EEUU y sus aliados en las comunidades técnicas y en la sociedad civil están muy entusiastas; elaborar conjuntamente cuestiones como los marcos relacionados a Internet, los principios y normas (o no) para la privacidad y la seguridad, los impuestos, los derechos de autor etc., es bastante seductor. Lo que no está tan claro es si el resultado de alguna manera contribuye al interés público más general, o promueve a Internet para el bien común, o cualquier cosa que vaya más allá de un conjunto de normas y prácticas diseñadas para promover los intereses y los beneficios de quienes ya gozan de los mayores rendimientos gracias a su actual “interés” en Internet.
Lo que aparece manifiesto, sin embargo, es que el modelo MS que están presentando es de hecho la transformación del modelo económico neoliberal, que ha provocado graves estragos y tragedias humanas en todo el mundo, en una nueva forma de gobernabilidad “posdemocrática”. (Esta conexión entre el modelo económico neoliberal y la gobernanza de múltiples partes interesadas se presenta más claramente en un documento publicado por el Aspen Institute, con numerosos coautores y colaboradores, estrellas de Internet: “Toward A Single Global Digital Economy” (7) (Hacia una economía global digital única). El documento defiende, esboza y celebra el dominio sobre la economía de Internet por parte de EEUU, las corporaciones estadounidenses y sus aliados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos –OCDE-, y proporciona un plan de acción para la implementación del modelo MS como la estructura de gobernanza de respaldo).
Así, por ejemplo, si bien existen oportunidades claras y bien vistas para la participación de las partes interesadas del sector privado, del sector técnico y de actores de la sociedad civil en los foros sobre políticas de Internet (el mercado) no hay nadie en el proceso (ninguna “parte interesada”) con la tarea de representar el “interés público”.
Por lo tanto, nadie tiene la responsabilidad de asegurar que los procesos de toma de decisiones sean justos y no contaminados y que la gama de participantes sea lo suficientemente incluyente como para garantizar un resultado legítimo y socialmente equitativo. En el modelo de múltiples partes, como en el modelo económico neoliberal, tampoco existe un marco regulatorio externo para proteger el interés general o público en medio de los resultados derivados de las interacciones entre los intereses sectoriales particulares.
¿Y el interés público?
Mientras que en un proceso democrático normal (o un mercado no
“liberalizado”) el marco y las expectativas de participación subyacentes serían que los actores persigan el “interés público” (con diferentes interpretaciones de lo que eso podría significar, por supuesto) y que existiría algún tipo de contrato social básico para proporcionar una “red de seguridad social” para todos los individuos y grupos, y en particular los menos capaces de defender sus propios intereses, en el modelo MS no hay promoción del interés público. De alguna manera el interés público más bien sería un resultado o efecto colateral (mágico) de los procesos de confluencia (o consenso) de cada parte individual actuando en búsqueda de su interés particular. Los gobiernos pueden o no ser una parte (igual) interesada de este modelo, pero de todos modos, la intención general es, en lo posible, descartar por completo al gobierno (incluso en su rol de protector de los derechos y garante de procesos y resultados equitativos).
Sin duda esto representa una “privatización” total de la gobernanza, cuando por ejemplo, las grandes empresas de Internet tienen igualdad de derechos en la determinación de asuntos de gobernanza de Internet en áreas como la regulación (cuando tal cosa se permita), junto con las otras partes interesadas. En este modelo, no existe un espacio para Internet como un bien común, ni como un espacio o recurso disponible en forma igual para todos y todas en tanto herramienta para el mejoramiento económico y social general (por ejemplo, para los marginados, los pobres, la población de los países en desarrollo e incluso quienes no son actualmente “usuarios/as” de Internet). Las “partes interesadas”
pueden inventar e incluso hacer cumplir las normas, y cualquiera que no es o no puede ser una “parte interesada”: pues, qué pena.
Asimismo, hay una negativa a aceptar incluso la posibilidad de un marco regulatorio para Internet (fue el argumento expresado con mayor vehemencia en el transcurso de la campaña Libertad en Internet), o de admitir que Internet tendría tal importancia como plataforma fundamental para la acción humana en el presente período, que ya no puede ser vista como un dominio de acción y control únicamente privatizado.
Los efectos dañinos del neoliberalismo son muy bien conocidos. Estos se han hecho evidentes a través de su impulso a la privatización de servicios públicos como la educación y los cuidados de la salud en los países en desarrollo (y los desarrollados), con los consiguientes aumentos significativos en la no – escolarización y el deterioro de la salud entre la población pobre, marginada y rural; el debilitamiento del contrato social y de las redes de protección social en los países desarrollados, con los aumentos asociados de la pobreza infantil, la falta de vivienda y el hambre; el “Consenso de Washington” y los regímenes de austeridad impuestos desde el exterior, de los que muchos países en todo el mundo se están recién ahora recuperando (y que el propio Fondo Monetario Internacional -FMI- ha reconocido como un error grave y altamente destructivo); las acciones del FMI y del Banco Mundial para insistir en la privatización y la desregulación y así diezmar a numerosas empresas locales a favor de las multinacionales; y en general, al dar el impulso (y modelo) ideológico para un ataque social y económico significativo a nivel mundial contra los sectores empobrecidos y vulnerables.
Este es el modo de gobernanza que a través del modelo MS (su contraparte en la gobernanza mundial de Internet y más allá) está destinado a ser el modelo básico de gobierno para Internet, promovido –nada sorprendente– por el sector empresarial y el gobierno de EEUU, pero también –y eso sí es asombroso– por amplios elementos de la sociedad civil, como también de la comunidad técnica.
El verdadero significado y objetivo final de esta neoliberalización de la gobernanza es, por supuesto, no respecto a las cuestiones técnicas circunscritas de la gobernanza de Internet, sino más bien a cuestiones como la fiscalización del comercio habilitado por Internet y en última instancia, la necesidad de compartir los ingresos provenientes de la actividad económica relacionada con Internet, en un mundo donde la desigualdad de ingresos está creciendo a un ritmo sin precedentes sobre una plataforma de Internet y de la digitalización global.
Con la cancha inclinada
El contexto actual, donde los gigantes mundiales de Internet, como Google o Amazon tienen total libertad para transferir/asignar ingresos y costos a cualquier lugar que elijan dentro de sus imperios multinacionales, con el fin de reducir al mínimo las cargas fiscales, está llegando rápidamente a un punto crítico, en el que algún tipo de intervención es probable. En un horizonte más lejano, la importancia de la polarización de ingresos a escala nacional e internacional –en gran parte vinculada de alguna manera con la tecnología digital e Internet– necesitará en algún momento de intervención y reequilibrio, si se quiere evitar la protesta social.
Podemos suponer que, en un régimen de gobernanza de múltiples partes interesadas, los gigantes de Internet como Google o Amazon serán socios (partes interesadas) iguales en la determinación de asuntos de regulación de Internet, impuestos y la posible asignación/reasignación de beneficios generales, es decir, aquellos aspectos que sean de preocupación financiera directa para ellos y sus accionistas/propietarios. Y estas resoluciones se llevarán a cabo en contextos políticos donde no haya defensores/partes interesadas evidentes que representen el interés público general global. Obviamente no es coincidencia que tal arreglo favorece directamente a EE.UU. y a otros intereses de los países desarrollados y a los intereses de las empresas dominantes de Internet, es decir, aquellos que cabildean más activamente a favor del modelo de múltiples partes interesadas.
Por lo mismo, es indudable que los países en desarrollo estarán en clara desventaja. Sus gobiernos carecen de los conocimientos y, a menudo, los recursos para actuar como partes interesadas eficaces en los procesos de MS. Sus empresas nacionales de Internet o son subunidades de las corporaciones globales o son demasiado débiles para ser eficaces en este tipo de entornos; es más, muchas de sus organizaciones de la sociedad civil han sido cooptadas por medio de dádivas como los viajes internacionales, el halago de la “participación” en discusiones con estrellas de Internet, junto con las migajas de los beneficios organizacionales locales. Los ciudadanos de estos países (junto con las poblaciones desposeídas en los países desarrollados) estarán completamente a merced de las elites de los países desarrollados y aquellas de esos pequeños segmentos de sus propios países que ya han alcanzado el éxito en el ámbito mundial de Internet, pudiendo beneficiarse enormemente en términos de prestigio y de otras maneras, mediante el dominio sobre los procesos de gobernanza de múltiples partes interesadas.
(Traducción ALAI).
* Michael Gurstein, canadiense, es Director Executivo del Centre for Community Informatics Research, Development and Training.