Noviembre 23, 2024

Telescopio: “yo me recuerdo”

Je me souviens” (“Yo me recuerdo”) es el lema que acompaña al escudo de la provincia de Quebec, es también la frase añadida al pie de cada patente de licencia automovilística emitida en esta provincia canadiense. La expresión—que gran parte de los habitantes aquí lee sin darle mayor importancia—se hizo relevante este pasado lunes cuando el electorado propinó una abrumadora derrota al separatismo representado por el Parti Québécois, hasta ese momento en el gobierno provincial, y de paso pareció sepultar al menos por un buen tiempo, las aspiraciones separatistas, ahora reducidas a un apoyo apenas superior al 25 por ciento, lo que equivale al mismo porcentaje que tenía cuando el movimiento separatista hizo su aparición a fines de los años 60 del siglo pasado.

¿De qué se recordó el electorado quebequense cuando desalojó al Parti Québécois (PQ) del gobierno provincial? Ciertamente de los grandes errores que cometió en el apenas año y medio que gobernó (el gobierno de más corta duración en la historia de Quebec): primero, retrotraer el nacionalismo québécois que en los últimos años había intentado—sin mucho éxito tampoco—atraer a los quebequenses en general, no sólo los de lengua y ancestro francés, a la vieja concepción tribal basada en etnicidad e idioma. “Nous” (nosotros) en oposición a “les autres” (los otros) como fue el mensaje implícito del proyecto favorito del ahora derrotado gobierno: una Carta de Valores Quebequenses (luego rebautizada como Carta del Laicismo) que aunque no lo dijera, apuntaba a la asimilación de las comunidades inmigrantes. Segundo, jugar de un modo indeciso con su propia raison d’être, la separación (independencia) de Quebec. La líder del PQ Pauline Marois apuntó primero a que en la elección buscaba obtener un gobierno mayoritario para así echar a andar el proceso que eventualmente llevara a hacer de Quebec un país independiente.

 

Esto último en cambio se reveló como un fardo muy pesado que en definitiva hundió a su partido, hasta los federalistas se vieron sorprendidos por el alto nivel de rechazo que tiene ya no sólo la idea de separar a Quebec de Canadá, sino que incluso la idea misma de llamar a un referéndum con ese propósito. (“Es un factor de inestabilidad económica” afirman algunos preocupados por sus negocios o sus empleos, “es divisionista” apuntan otros preocupados por las tensiones que un referéndum puede desatar en la sociedad, “es irrelevante y no me interesa” es en general la respuesta de los jóvenes que como en muchos otros lados tienen preocupaciones más urgentes, financiar sus estudios, encontrar trabajo).

 

El PQ ya en campaña entonces cometió otro error, reclutar como “candidato estrella” a quien ha sido motejado como el Silvio Berlusconi de Quebec, Pierre Karl Péladeau, uno de los hombres más ricos de la provincia, como su colega italiano un poderoso empresario de medios de comunicación, dueño de una cadena de periódicos, de canales de televisión y de servicios de televisión por cable e Internet (Quebecor World, una de sus empresas, adquirió talleres impresores en Chile en un momento, como también lo hizo en Argentina). Como el personaje de la península, también un enemigo acérrimo de los sindicatos, hacía sólo un par de años que había puesto en lock out por varios meses a los periodistas de su más importante diario, Le Journal de Montréal. Aunque en un estricto sentido el nacionalismo intenta posicionarse más allá de la divisoria izquierda-derecha, en muchos militantes del PQ, quizás más como deseo que como realidad, perduraba la idea que su organización era si no de izquierda, al menos tenía un sesgo progresista. La presencia de Péladeau fue un duro despertar para la gente que aun mantenía esa ilusión.

 

Para hacer las cosas más complicadas, el propio Péladeau al anunciar su candidatura lo hizo con un exclamativo gesto afirmando en voz alta que lo hacía para “hacer de Quebec un país”. Hasta la líder Madame Marois se entusiasmó con esa retórica, entreteniéndose en bromear que los canadienses no tendrían problema en visitar la provincia y además que los quebequenses conservarían la moneda canadiense una vez independientes. Las “cuentas de la lechera” si uno recuerda la vieja fábula.

 

A esa altura, con uno de los más grandes magnates diciendo que quería hacer de Quebec un país (y claro, la imagen de Italia bajo Berlusconi fue recordada por muchos) y la propia líder separatista elucubrando sobre aduanas y controles fronterizos, la campaña electoral que hasta ese momento parecía ir bien o al menos ponía al PQ disputando la elección, empezó a desmoronarse. En vano Mme. Marois trató de darle otro curso a la campaña, queriendo cambiar de tema. Incluso en una oportunidad hasta hizo visiblemente a un lado al locuaz Péladeau para que no siguiera hablando de separación. Todo ese esfuerzo sin embargo sirvió de poco; en los últimos días se veía que el PQ estaba en dificultades. Aun así nadie esperaba una victoria tan rotunda del Partido Liberal.

 

Los liberales a su vez venían arrastrando su propio fardo, hasta 2012 cuando habían sido gobierno, su récord aparecía marcado por situaciones de escándalo que en un momento llevaron a la instalación de una comisión investigadora a cargo de una jueza (al final de la campaña el PQ ya en desesperación trató de revivir las acusaciones de corrupción contra los liberales, pero hasta eso les salió mal cuando una estación televisiva reveló documentos que comprometían en acciones si no ilegales, al menos dudosas, nada menos que al esposo de la líder del PQ, como en otras partes del mundo, tal clima sólo sirvió para desacreditar a la clase política).

Al final la noche del lunes fue una de sorpresas: el Partido Liberal bajo el liderazgo del médico Philippe Couillard se alzó con una cómoda mayoría en la legislatura provincial y gobernará Quebec por los próximos cuatro años. Mme. Marois, la líder del PQ, la primera mujer que alcanzaba el rango de premier en Quebec, sufrió no sólo la derrota de su partido sino que ni siquiera fue reelegida en su propia circunscripción, ante tal humillante situación anunció su renuncia a la jefatura de su partido esa misma noche. Dos otros partidos tuvieron presencia electoral también, la Coalition Avenir Québec, una agrupación derechista liderada por François Legault, un ex separatista ahora convencido que tal camino no es viable; y Québec Solidaire un partido con un discurso izquierdista pero que es también separatista, su jefa es Françoise David.

 

Los liberales de regreso en el gobierno provincial de Quebec han sido bienvenidos por otros partidos políticos a nivel federal, así lo hicieron sus congéneres liberales federales liderados por Justin Trudeau (hijo de quien fuera el popular primer ministro Pierre Trudeau en los años 70) y lo mismo hizo el izquierdista Nuevo Partido Democrático (NPD) de Tom Mulcair que en la última elección federal obtuvo una amplia representación en esta provincia. El NPD espera repetir su performance este otro año y sabe que esos votantes que ahora votaron liberal, a nivel federal lo hicieron por el NPD, para la próxima elección federal según adonde se inclinen apoyarán a liberales o neodemócratas.

 

Lo que lleva a la cuestión de quiénes son los liberales en Quebec. Uno bien puede decir que dada la distorsión que provoca la presencia de la idea de hacer de Quebec un país, el panorama político aquí no se divide en el clásico espectro de izquierda vs. derecha, sino más bien en una confrontación de federalismo vs. separatismo. Los partidos que representan tales opciones entonces son más bien coaliciones en las que cohabitan sectores progresistas y reaccionarios. El Partido Liberal tiene una buena dosis de gente de derecha, pero también sectores progresistas, por esto mismo será interesante ver cómo se va a mover el nuevo gobierno en los próximos días. Por de pronto el nuevo premier ya ha anunciado que repondrá en la agenda una propuesta transversal que legalizaría el suicidio asistido para casos de personas con enfermedades terminales y que no pueden ellos mismos terminar con sus vidas. También anunció que en reemplazo de la cuestionada Carta de Valores propuesta por el gobierno derrotado, se legislará a favor de reforzar la igualdad de derechos de hombres y mujeres, pero al mismo tiempo se dejará sin efecto las medidas restrictivas a vestimentas de carácter religioso que el PQ había querido imponer. Ambas iniciativas se enmarcan dentro de una línea progresista. Por otro lado sin embargo, hay temores respecto de las políticas económicas que el nuevo gobierno implemente. Un prominente economista, Carlos Leitao, elegido este lunes en la bancada liberal habló mucho de querer “devolver la confianza a la comunidad de negocios” y uno de inmediato sospecha que eso significa darle buen trato a las grandes empresas en desmedro de trabajadores y consumidores. Ciertamente habrá que estar alerta.

 

Por último, para quienes crean que esto sólo concierne a Quebec y Canadá sin otras posibles repercusiones ¿hay lecciones a sacar de aquí?

Pues bien no sólo Chile tiene un sistema electoral injusto (aunque el binominal es probablemente uno de los peores en el mundo), pero el utilizado aquí, heredado del sistema electoral británico (First-past-the-post o de mayoría en español) favorece al partido que obtiene más votos, en este caso los liberales que con poco más del 41 por ciento de votación obtienen la mayoría absoluta de diputados, en tanto que un partido como Québec Solidaire con más de un 7 por ciento de apoyo popular obtiene menos del 3 por ciento de los diputados. Como en otras ocasiones, ha habido llamados para establecer un sistema de representación proporcional, pero ello requeriría el acuerdo de los partidos que precisamente se benefician con el actual sistema ¿suena familiar?

 

La derrota de la opción separatista o independentista puede también repercutir en lo que ocurra en Cataluña (donde por lo demás de manera autoritaria el gobierno español ha declarado ilegal la consulta referendaria fijada para este año) y lo mismo en Escocia, aunque ciertamente las condiciones son muy diferentes en esas regiones, sin embargo muchas de las aprensiones son las mismas que en esta provincia canadiense.

 

¿Y los estudiantes? Como dato curioso, casi al mismo tiempo que se daban las protestas estudiantiles en Chile en 2012, los estudiantes universitarios y colegiales de Quebec salían a la calle, estos últimos reclamando contra las alzas de aranceles decretadas por el previo gobierno liberal. Cuando el PQ desplazó a los liberales, anuló las alzas pero igual mantuvo la indexación de los aranceles de acuerdo al alza del costo de la vida. Los estudiantes salieron de nuevo a la calle y no estuvieron contentos. Pero algunos sí lo estuvieron. Como en Chile, algunos líderes estudiantiles tentaron suerte y uno de ellos, Léo Bureau-Blouin elegido en la bancada del Parti Québécois se convirtió a los 22 años en el diputado más joven. Pero eso fue hace 18 meses, este lunes el electorado le propinó una gran derrota al ex dirigente. Y con justa razón, Bureau-Blouin en una inexcusable declaración atacó a sus propios compañeros anglófonos hace unas semanas sumándose a una campaña para que a algunos estudiantes provenientes de otras provincias no les fuera permitido votar en Quebec a pesar de tener su domicilio aquí. Otra ex dirigente estudiantil, Martine Desjardins, que había presidido la Federación de Estudiantes de Quebec también decidió correr por el PQ y fue derrotada sin pena ni gloria. Los estudiantes parecieron no jugarse en absoluto por estos ex dirigentes que una vez en política partidaria se alejaron de sus bases. Una lección a aprender por parte de aquellos parlamentarios chilenos que fueron dirigentes estudiantiles (como simple advertencia digo yo desde acá, ya que tengo gran respeto por todos ellos y espero que no cometerán los errores de estos aquí).

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