Janet Yellen, la nueva presidenta de la Reserva Federal de 67 años, se la considera en la jerga política norteamericana como una “paloma”, con raíces “Keynesianas”, algo que ha sido objeto de crítica por los llamados “halcones”, los economistas de la Fed que ven como objetivo de la política monetaria mantener la estabilidad de los precios. Le correspondió el miércoles 19 Marzo hacer su primera rueda de prensa, en un acto que puede considerarse como un reparto de ambiguas señales futuristas, respecto de lo que se espera de la economía de Estados Unidos y en lo que atañe al resto del mundo.
En lo medular entregó información sobre mantener la tasa de referencia en mínimos del 0 – 0,25% que está vigente desde finales del 2008 y se volvió a recortar otros US$ 10.000 millones de dólares las compras de bonos y deuda hipotecaria para dejar en US$ 55,000 millones la nueva cifra, lo que hace estimar en US$ 4,5 billones de dólares el total que ingresará por expansión monetaria del QE3. Junto con ello, la Fed bajó el techo de su previsión de crecimiento para el 2014 y 2015, estimando que el PIB de Estados Unidos crecerá entre 2.8% y 3.0% respecto de cada año, contra un 2.8% y 3.2% esperados en el mes de diciembre 2013.
En cuanto al desempleo para el 2014, se espera una tasa entre 6.1% y 6.3% frente a 6.3% y 6.6%, un poco mejor a lo previsto anteriormente. En febrero la tasa de desempleo era de 6.7%, y ahora la decisión suprime el umbral de 6,5 % por desempleo marcado previamente como indicador, para comenzar a considerar una posible subida de los tipos. Indicó además que podría ser necesario subir las tasas de interés “unos seis meses” después de que la Fed deje de inyectar liquidez en la economía de EE UU., es decir, mantener la disminución de retiro de liquidez hasta Agosto 2014, y a partir de Febrero del 2015 podría iniciarse un aumento de las tasas, lo más inmediato. Como consecuencia de las palabras de la presidenta de la Fed, el dólar se revalorizó, dejando el Euro en US$ 1,37 y el peso chileno en $ 562 comprador y $ 562,5 vendedor, con una libra de cobre que se tranza en US$2,966 dólares.
Esas son las cifras más notorias producto de las últimas decisiones de la FED, con efectos negativos en las bolsas después de las palabras de J. Yellen, quién advierte señales negativas. La mantención del retiro programado de las compras de bonos supone aún seguir inyectando US$ 350.000 millones de dólares hasta agosto del presente año debido a los evidentes signos de debilidad de la economía estadounidense. En este mismo sentido, la rebaja de la previsión de crecimiento para el 2014 y 2015, es un dato empírico que vuelve a cuestionar la efectividad de la política aplicada por la FED, junto al hecho de no amarrarse sólo al 6,5 % en desempleo para iniciar alza en las tasas.
Todas las decisiones que aplica la FED, tienen una incidencia que va más allá de los Estados Unidos. Seguir inyectando dinero traslada inflación al resto del mundo y lo vemos en las caídas de las monedas de los países emergentes y por la salida del capital especulativo. Según la información de los mercados financieros, dicho capital esta regresando a invertirse en Wall Street, incluso en Europa pese a su fuerte crisis, en búsqueda de refugio. Son enormes las sumas de dinero que “flotan” en los mercados de uno a otro continente, sin encontrar instrumentos ni precios con menor nivel de riesgo de inversión, que permita al inversor escapar a tiempo. Es parte de una burbuja formada con el dinero “barato” creado por la emisión de dinero que la banca traspasó al mercado financiero. Salvo el caso de dos o tres países emergentes que pueden tener problemas de desequilibrio interno, en general, la caída en las proyecciones del PIB de los países emergentes se debe a la declinación de la economía mundial, en especial de China, Europa y del propio EE.UU. En el caso de Chile, el mercado financiero estima que la caída del precio del cobre producto de una menor demanda, principalmente de China, puede afectar la disponibilidad de dólares para sus operaciones de comercio exterior y aumentar el déficit en la balanza de pagos.
Las cifras que se manejan oficialmente con respectos a la inflación, siguen siendo contradictorias. El último dato de inflación en EE UU., se ubicó en febrero en 1,2 %, y según los organismos oficiales, “las presiones parecen controladas”. Sabemos que cuando se aumenta en exceso la emisión de dinero, en cualquier país, ocurre una devaluación subsecuente en la moneda de dicho país. En el caso de EE UU, esto es al revés y demuestra que las cifras que se exhiben requieren de una explicación. Dijo la presidente de la FED que, “Si vemos una sustancial caída en la inflación, si la inflación está persistentemente por debajo de nuestro objetivo del 2%, esa es una muy buena razón para dejar los tipos de interés en el lugar actual por más tiempo”. Es decir, se han emitido más de US$ 4 billones de dólares y creer que dicho factor no altera el valor de la moneda es poco serio, por el contrario, se ha revalorizado respecto a las restantes monedas, lo cual hace sospechar de una anormalidad en la economía.
Debemos recordar que ha existido una verdadera guerra con las monedas, EE UU., Europa, Japón, Inglaterra, etc., un objetivo que se transformó casi en una apuesta que los bancos centrales serían capaces de “disolver” todo ese dinero en la economía la local y mundial, sobre la base de una nueva teoría experimental que está afectando a miles de millones de personas en todo el mundo. Cada vez que me encuentro con gente que vive en Estados Unidos o en Europa, cuando vienen a Chile les pregunto si logran percibir la inflación y categóricamente todos expresan que ya sea el dólar o el Euro, dichas monedas han reducido el poder adquisitivo en el consumo familiar habitual y que extrañamente, nadie habla de la inflación ni es un tema que se difunda públicamente.
A los ingredientes macro económicos antes señalados, debemos agregarle las diversas tensiones sociales que se observan en varios países y las tensiones internacionales, muchas de ellas producto de las presiones hegemónicas que buscan sostener y prolongar el actual estado de cosas, de acuerdo al reparto de las zonas de influencia económicas, sin las cuales el dólar no podría sostenerse por su escaso valor intrínseco como moneda de cambio.
La explicación que se puede encontrar en los análisis de las cifras es que éstas expresan un tendencia clara en cuanto a que la innovación y la tecnología están invirtiendo fuertemente la tendencia a la baja de los mercados emergentes, y eso explicaría el drástico retorno negativo de la inversión experimentada en China y el resto de Asia. Respecto de otras partes del mundo se hace el mismo diagnóstico, Europa, Sudamérica, incluso Chile. En el caso de China, se espera un gran descalabro en el crédito, la vivienda y la banca informal, donde tendrán que ocurrir fuertes pérdidas, lo cual está asociado a la eliminación de numerosos puestos de trabajo. El efecto de la innovación tecnológica no es nuevo, es un proceso que ha ocurrido antes como parte de un ciclo donde se sustituyen tecnologías obsoletas por modernas. Basta recordar el testimonio del cinturón del óxido de la vieja industria de fines del siglo XVIII en EE UU., sólo que cada vez más, estos ciclos dejan un mayor número de personas sin trabajo o en condiciones de precariedad laboral, como observamos en Chile, a pesar de la sistemática negativa de Piñera.
Estamos en una especie de lucha en el tiempo por la productividad y la innovación tecnológica. Una persistente recomendación que se sigue haciendo a los países para urgirlos a mejorar la productividad en sus diversas áreas de crecimiento, sin embargo, las cifras y estadísticas nos enrostran la realidad. Está demostrado que la producción por hora de trabajo en los Estados Unidos, se ha cuadruplicado desde 1947, un logro extraordinario para una economía avanzada, en que la productividad fue compartidas por más familias entre 1947 y 1980. No obstante y a pesar de que Estados Unidos está produciendo hoy dos veces más por hora de trabajo, en comparación con 1980, sólo una pequeña parte de esas ganancias en productividad ha ido a parar a las familias con menores ingresos. El resultado ha sido regresivo, el mayor beneficio ha ido a parar principalmente a los dueños del capital y otra parte a los trabajadores mejor pagados que son menos, pero que cada vez representan una parte más grande de los salarios. Este tema está muy bien documentado por la brillante investigación de Thomas Piketty y Emmanuel Saez.
Nos quedan dos puntos negros que revisar. El primero de ellos dice relación con las limitaciones de un planeta que debe satisfacer la demanda de una población más empoderada, mediante el crecimiento. Eso plantea el desafío de lograr un ingreso medianamente cercano a los países desarrollados, y además incorporar el aumento de la población, en circunstancias que ya se observa en dichos países desarrollados la desaparición de la clase media. Un signo de aquello es que una parte del petróleo que ha utilizado China, proviene de los norteamericanos que se quedaron a pie, por disminución del consumo, aumento del precio y porque no pueden comprar autos.
Mayores detalles podrán encontrar Uds., en la presentación de Steve Kopits, Director General de Douglas-Westwood, una empresa líder en investigación de mercado y servicios de consultoría en energía en todo el mundo, realizada el 11 de Febrero del 2014 en la Universidad de Columbia, Estados Unidos, donde explicó, las dificultades a las que nos enfrentamos, “los costes de extracción del petróleo han ido aumentando rápidamente (un 10,9% al año), pero los precios se han mantenido constantes. Las grandes petroleras están viendo cómo se reducen sus beneficios y hace poco han anunciado su intención de vender parte de sus activos a fin de tener fondos con los que repartir dividendos, una estrategia que probablemente conduzca a una eventual caída de la producción de petróleo”. Señala como ejemplo a Brasil y sus nuevos descubrimientos de petróleo, los cuales requieren un precio del barril sobre los US$ 130 dólares para ser rentable, incluso Petrobras necesita un precio de US$ 150 el barril y que la mayoría de las petroleras estadounidenses necesitan el barril a US$ 130 dólares o más para sostenerse.
Grandes sectores se niegan a aceptar que la sociedad de consumo que conocimos no regresará, y si a ello unimos la fantasía de creer que este tipo de problemas, y otros tanto o más graves que ha provocado el modelo neo liberal a ultranza, se resuelven emitiendo dinero, constituyen señales inequívocas que nos pueden llevar a entrar en una fase de pánico colectiva, lo cual me recuerda el último punto negro que creo conveniente comentar.
El cisne negro lo llaman los analistas de mercado, una especie de nubarrón que se siente sobre nuestras cabezas que no avisará cuando se precipiten las bolsas. Más allá de los factores que mantienen habitualmente en vigilia a los inversores, entre ellos la política monetaria de los bancos centrales, siempre hay acontecimientos que irrumpen sin aviso acompañados de gran inestabilidad, una escalada del problema en Crimea, un misil descontrolado, un acto terrorista, cualquier cosa puede ocasionar la caída. El 20 % de las compañías que cotizan en el mercado global de valores se llevan el 90 % del crédito total y cuentan con el 95% del capital político. Las pequeñas y medianas empresas, que abarcan el 100 % de todo el crecimiento del empleo en el sector privado, solo captan el 10 % del crédito y el 5 % del capital político. Si no se toman en cuenta estos datos y que más empresas se están retirando de bolsa que las que ingresan, no hay manera que la tendencia sea a mejorar porque sólo hay espacio para empeorar y para eso no habrán trompetas ni avisos que antecedan el desplome de las bolsas en todo el orbe.
Mario Briones R.