Diciembre 26, 2024

Error geoestratégico del régimen de EE.UU. en Ucrania

putin

¿Realmente creyeron en Washington que Putin hubiera aceptado la presencia de la OTAN en Ucrania, un verdadero ‘casus belli’?

 Las relaciones entre Barack Obama y Vladimir Putin colisionaron a partir del asilo de Edward Snowden en Rusia. ¿De cuántas cosas no se habrán enterado en el Kremlin sobre las intenciones desestabilizadoras de EEUU?

 

Toda la mutua confianza establecida de Obama con Rusia mediante la famosa ‘perezagruzka’ (“reactivación”) se derrumba en Ucrania por el reparto multipolar del nuevo (des)orden mundial.

 

La ‘perezagruzka’ de Obama no se confina a Ucrania –quizá la parte más exquisitamente sensible por su frontera de mil 576 kilómetros con Rusia y sus lazos históricos y culturales– y su dinámica se extiende a Siria y Venezuela, como declaró sin ambages Obama en Toluca (19/2/14), donde arremetió contra Putin tres días antes del derrocamiento del gobierno elegido en Ucrania y un día antes de la clausura de los Juegos Olímpicos de Sochi. El cronograma geopolítico es prístino.

 

Sin remontarnos 10 años atrás, a la “revolución de color” en Kiev patrocinada por el megaespeculador George Soros [al servicio de EEUU], a mi juicio, los eventos no empezaron en Ucrania a escala local/regional el 22 de febrero, sino se detonan con la derrota geoestratégica de Obama en Siria, lo cual obliga(ba) a un revire de EEUU en la parte más ultrasensible de Rusia.

 

A menos de nueve meses de las elecciones intermedias en noviembre, Obama –a quienes muchos consideran un presidente sin cartas en la mano (“lame duck”)– estaba obligado a demostrar la vigencia de EEUU en el reacomodo del nuevo orden multipolar, donde estaba perdiendo la partida frente a los BRICS. Pero se le pasó la mano.

 

Si se interpreta correctamente su conferencia de prensa en Toluca, el revire de Obama se escenificó en tres lugares simultáneos donde Rusia conserva una relativa influencia: Ucrania, Siria y Venezuela –sin contar el espectacular acercamiento [a Rusia] del general Sisi, el nuevo faraón de Egipto, quien visitó Moscú 10 días antes del golpe de Kiev, al estilo paraguayo con mezcla hondureña que óptimamente maneja el Departamento de Estado con los cuentos texanos de la “democracia” y los “derechos humanos” diseñados para cándidos en geopolítica.

 

Aunque se encuentra en su fase disfuncional, Egipto es el alma del mundo árabe y puede recuperar sus laureles de antaño en África.

 

La pérdida de Egipto por Obama tiene implicaciones mayúsculas en la geopolítica global. Y aquí es donde empieza a dibujarse lo que está en juego en Crimea, mucho más importante que Ucrania misma: el puerto de Sebastopol, sede de la flota rusa en el Mar Negro, que lo conecta con el Mediterráneo; es decir, con el puerto “ruso” de Tartus, en Siria, y la nueva conexión con el general Sisi en Egipto: toda la geopolítica rusa en el “Gran Medio Oriente”, donde se empieza a replegar Obama tanto en Afganistán como en Irak.

 

Mas allá de que el depuesto presidente Yanukovich –quien sin ser trapecista osó saltar al vacío acrobático entre EEUU, la Unión Europea (UE) y Rusia– haya firmado un humillante acuerdo con Chevron para la explotación del shale gas por 10 mil millones de dólares (‘Reuters’, 5/11/13), Kiev, la capital filoeuropea, ostenta legítimas aspiraciones. Que lamentablemente han sido mancilladas por la prevalencia de grupos neonazis en los que EEUU “invirtió” 5 mil millones de dólares, a confesión de la asistente del Departamento de Estado, Victoria Nuland, esposa del súper halcón neoconservador straussiano Robert Kagan, y quien mandó a freír espárragos a los europeos con su indeleble frase “fucking Europe”, con el fin de colocar a su marioneta fondomonetarista en el poder.

 

Es difícil retroceder el reloj geoestratégico

 

Hubiera sido ingenuo pensar que un “cambio de régimen” en Kiev decididamente a favor de EEUU/OTAN/UE no hubiera tenido consecuencias en el Kremlin, donde el contra-revire esperado de Putin vino después de Sochi con la consolidación de la presencia rusa en la República Autónoma de Crimea (de mayoría rusa), donde tiene una estratégica presencia militar en el puerto de Sebastopol.

 

El jaque de Obama a Putin en Kiev fue temerario y ponía en peligro la existencia misma del Gobierno ruso, como ha externado metafóricamente Zbigniew Brzezinski, ex asesor de Seguridad Nacional de Carter e íntimo de Obama: la captura de Moscú pasa por Kiev.

 

¿Realmente creyeron en Washington que Putin hubiera aceptado la presencia de la OTAN en Ucrania, un verdadero ‘casus belli’?

 

Una cosa es que Ucrania –étnicamente fracturada en su parte occidental filoeuropea y su parte [mayoritaria] sureña/oriental filorrusa– pertenezca mercantilmente a la UE y/o a la Unión Aduanera rusa, pero otra cosa es la presencia de la OTAN en la frontera rusa.

 

El veterano ex diplomático indio MK Bhadrakumar, quien colige los movimientos geopolíticos en Eurasia, considera que “Putin desmontó el bluff de las sanciones de Obama” cuando el zar ruso comentó que “en el mundo de hoy, donde todo está interconectado y cada uno es dependiente del otro de una u otra forma, nos podemos desde luego infligir daño uno al otro, pero este daño será mutuo”.

 

Sergeï Glazyev, consejero del Kremlin, advirtió que Rusia reducirá “a cero” sus inversiones económicas en EEUU si Washington impone sanciones contra Rusia, lo que llevaría al crash del sistema financiero de EEUU (‘Le Monde’, 4/3/14).

 

A mi juicio, Rusia puede desprenderse de sus bonos del Tesoro de EEUU por 200 mil millones de dólares y cesar la compraventa del petróleo con el dólar. ¿A quién le conviene?

 

Sin importar las intenciones de EEUU/OTAN/UE, el contrarrevire de Putin en Crimea impide la presencia de la OTAN, no se diga después de apoyar las veleidades independentistas de la parte oriental rusófila.

 

Todo lo que sigue es negociable y es probable que se encamine a un complejo triple acomodamiento, como el mismo Brzezinski ha expresado en twitter: 1. Entre los grupos de la oposición nada cohesivos que han sido rebasados por la punta de lanza neonazi; 2. Entre la UE (léase: Alemania tan dependiente del gas ruso) y Rusia, tomando en cuenta los intereses de las “dos Ucranias” y Crimea, y 3. Entre EEUU y Rusia.

 

Parte sustancial del nuevo (des)orden multipolar del siglo XXI se está definiendo en Ucrania. Falta China.

 

Publicado en  La Haine.es

 

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