Ucrania, el segundo país más grande de Europa, es por el momento (junto con Venezuela) el epicentro de la geopolítica mundial. Su destino definirá las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, entre la Unión Europea y Rusia y, eventualmente, entre Estados Unidos y la Unión Europea. Desde hace 2 mil años, Ucrania ha sido el cruce de caminos entre oriente y occidente, entre el norte y el sur, un punto de encuentro de rurikidas, eslavos, godos, magiares, visigodos, helenos, ostrogodos, tártaros y cosacos. En la actualidad Ucrania está jaloneada por dos poderosas fuerzas geopolíticas.
Por un lado, gravita históricamente en el ámbito de la Unión Aduanera con Rusia, Bielorrusia, y Kazajstán, para formar un espacio económico común. Por otra parte, la magnetiza la firma de un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea.
Cualquier intento opuesto a su vocación de bisagra entre ambos mundos la desgarrará, acendrará los conflictos internos y desestabilizará la relación entre las grandes potencias.
Las convulsiones en Ucrania pueden leerse como el jaloneo entre dos poderosas oligarquías enriquecidas por las privatizaciones postsoviéticas. Los vínculos económicos entre Ucrania y Rusia son antiguos e intensos. El 4 de marzo de 2013, durante una de las múltiples visitas a ese país efectuadas a lo largo del año, Vladimir Putin señaló la importancia de la cooperación bilateral industrial en la fabricación de aviones, maquinaria agrícola, máquinas de construcción, barcos y generación de energía nuclear. Cada uno de esos rubros ha arropado a poderosos sectores empresariales en ambos países.
En contrapunto, existe también una oligarquía ucraniana ligada a Estados Unidos. Por ejemplo Victor Pinchuk se casó en 2002 con Oleana, la hija del entonces presidente de Ucrania, Leonid Kuchma, el cual privatizó la industria del hierro y permitió que su yerno se volviera magnate del sector y ganara un lugar en la lista de Forbes. De acuerdo a Mario Dinussi (“La Clinton-Pinchuk Conection, una oligarchia ucranio-americana”, Il Manifesto, 22/02/14) Pinchuk se adhirió a la Clinton Global Initiative, recibió menciones públicas del ex presidente de Estados Unidos, y posteriormente fundó la Yalta European Strategy, fundación destinada a “promover la democracia” y la cual ha recibido visitas de la pareja Clinton, Condolezza Rice, Tony Blair y José Manuel Barroso. Cuando el magnate cumplió 50 años organizó una fiesta que costó 6 millones de dólares.
Para el pueblo ucranio el efecto de las privatizaciones ha sido severo. El ingreso promedio es de 330 dólares mensuales, por ello, entre 1991 y 2014 Ucrania pasó de 51 a 46 millones de habitantes. Actualmente 6 millones de ucranios deambulan en busca de trabajo por el mundo.
Algunas fuerzas políticas de la Unión Europea han pretendido lucrar con ese descontento aprovechándolo para apoderarse de “la canasta de pan”.
Como ha señalado la investigadora Jean Marie Chauvier, en diversas colaboraciones con Le Monde Diplomatique y otros medios, la Unión Europea ha alimentado las fantasías de la clase media pro occidental y juega con fuego al estimular a la derecha nacionalista, pero, a la larga, pagará el costo de prometer el cielo europeo. Ya hay muchos ucranios trabajando en la industria de la construcción en Alemania, en los invernaderos de Andalucía y en las redes de prostitución en varios países europeos. Alimentar la fantasía de la occidentalización está llevando a fomentar un clima xenófobo y antirruso, y sobre todo a dar alas a los herederos de la “Unión de Nacionalistas de Ucrania” que colaboraron con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
El 27 de julio de 2013, durante la conferencia sobre valores ortodoxo-eslavos, Vladimir Putin pronunció un discurso, para celebrar el 1025 aniversario de la fundación de la civilización ucraniana, en el cual señaló que “la santa Rusia” fue fundada a orillas del Dnieper, donde nació una civilización común compartida por Ucrania, Rusia y Bielorrusia, que si bien ha dado lugar tres estados diferentes, constituye, afirmó, una comunidad de valores que permite hablar “de un solo pueblo”.
Sin duda Rusia se mantendrá muy atenta a los acontecimientos e intentará intervenir en la solución de la crisis. En cualquier caso, no me imagino a Vladimir Putin sentado, esperando a que saquen su flota de Sebastopol.
Una de las principales tradiciones del pueblo ucranio consiste en decorar, esconder y encontrar huevos de Pascua llamados Pisanky (cocidos) y Prasanky (crudos). La semilla de una nueva Europa y el auténtico huevo de Pascua sería que los obreros y los campesinos ucranios, tomaran la palabra ante las dos oligarquías que intentan quitarle a su país su vocación de engarce entre culturas.
* Alberto Betancourt Posada es Historiador y profesor en la UNAM.