Diciembre 27, 2024

25 verdades sobre las manifestaciones en Venezuela

Como en 2002, la oposición radical, incapaz de tomar el poder por vía de las urnas, multiplica las acciones con el objetivo de romper el orden constitucional.

 

Nicolás Maduro, Presidente legítimo de Venezuela desde abril de 2013, hace frente a una poderosa oposición, apoyada por Estados Unidos, que aspira retomar el poder que perdió en 1998.

 

Como perdió las elecciones presidenciales de abril de 2013 por una diferencia del 1,59%, la oposición rechazó primero los resultados electorales, avalados no obstante por las más importantes instituciones internacionales, desde la Unión Europea hasta la Organización de Estados Americanos, pasando por el Centro Carter, y expresó su rabia en actos violentos que costaron la vida a once militantes chavistas.

 

No obstante, el débil margen que separó al candidato de la oposición Henrique Capriles del vencedor Nicolás Maduro, galvanizó a la derecha, motivada por la perspectiva de la reconquista del poder. Entonces hizo de las elecciones municipales de diciembre de 2013 un objetivo estratégico.

 

Contra todo pronóstico, las elecciones municipales se transformaron en un plebiscito a favor del poder chavista, que ganó el 76% de los municipios (256) contra el 23% (76) para la coalición MUD que agrupó a toda la oposición.

 

Desmoralizado por ese serio revés, viendo la perspectiva de una reconquista del poder por la vía democrática alejarse otra vez –las próximas elecciones serán las legislativas en diciembre de 2015–, la oposición ha decidido reproducir el esquema de abril de 2002 que desembocó en un golpe de Estado mediático-militar contra el Presidente Hugo Chávez.

 

A partir de enero de 2014, el sector radical de la oposición decidió actuar. Leopoldo López, líder del partido Voluntad Popular, quien participó en el golpe de Estado de abril de 2002, lanzó un llamado a la insurrección a partir del 2 de enero de 2014: “Queremos lanzar un llamado a los venezolanos […] a que nos alcemos. Convocamos al pueblo venezolano a decir ‘basta ya’. […] Con una meta a discutir: ‘la salida’. ¿Cuál es la salida de este desastre?”

 

El 2 de febrero de 2014, durante una manifestación, Leopoldo López acusó al poder como responsable de todos los males: “Las carencias que padecemos hoy tienen un culpable. Ese culpable es el poder nacional”.

 

El 2 de febrero de 2014, Antonio Ledezma, figura de la oposición y alcalde de la capital, Caracas, también lanzó un llamado al cambio: “Este régimen que cumple hoy quince años continuos promoviendo la confrontación. Hoy comienza la unidad en la calle de toda Venezuela”.

 

María Corina Machado, diputada de la oposición, lanzó un llamado a acabar con la “tiranía”: “El pueblo de Venezuela tiene una respuesta: ‘Rebeldía, rebeldía’. Hay algunos que dicen que debemos esperar a unas elecciones en unos cuantos años. ¿Pueden esperar los que no consiguen alimentos para sus hijos? ¿Pueden esperar los empleados públicos, los campesinos, los comerciantes, a quienes les arrebatan su derecho al trabajo y a la propiedad? Venezuela no puede esperar más”.

 

El 6 de febrero de 2014, tras una manifestación de la oposición, un grupo de una centena de estudiantes encapuchados atacó la residencia del gobernador del Estado de Táchira, hiriendo a una decena de policías.

 

La misma semana, varias manifestaciones de la oposición se suceden en diferentes Estados y degeneran todas en violencia.

 

El 12 de febrero de 2014 otra manifestación, orquestada por la oposición frente al Ministerio Público, compuesta de estudiantes de las universidades privadas organizados en grupos de choque, resultó de una violencia inaudita, con tres muertos, una centena de heridos e innumerables daños materiales.

 

Como durante el golpe de Estado de abril de 2002, las tres personas fallecidas fueron ejecutadas con una bala en la cabeza.

 

Entre ellas se encontraban un militante chavista, Juan Montoya, y un opositor llamado Basil Da Acosta. Según la investigación balística, ambos fueron ejecutados con la misma arma.

 

Los siguientes días los manifestantes, oficialmente movilizados “contra la vida cara y la inseguridad”, se instalaron en la Plaza Altamira, situada en un barrio rico de Caracas.

 

Desde hace varios meses, Venezuela sufre una guerra económica orquestada por la oposición que controla aún amplios sectores, con la organización artificial de penurias, acaparamiento de productos de primera necesidad y multiplicación de actos especulativos.

 

Así, el 5 de febrero de 2014, las autoridades requisaron en el Estado de Táchira cerca de mil toneladas de productos alimenticios de primera necesidad (arroz, azúcar, aceite, café, etc.) escondidos en almacenes. Desde enero de 2013, las autoridades han requisado más de 50.000 toneladas de alimentos.

 

El Gobierno bolivariano decidió actuar y castigar a los acaparadores y especuladores. En noviembre de 2013, la cadena Daka de productos electrodomésticos fue intervenida y las autoridades decidieron regular los precios. La empresa facturaba sus productos con un beneficio de más del 1.000%, por lo que era inaccesibles para la mayoría de los venezolanos.

 

Ahora el margen máximo de las empresas no podrá superar el 30%.

 

El Presidente Nicolás Maduro denunció un intento de golpe de Estado y llamó a los ciudadanos a hacer frente al “fascismo”. “Nada nos apartará del camino de la Patria y de la vía de la democracia”, afirmó.

 

El 17 de febrero de 2014, tres diplomáticos estadounidenses fueron expulsados del país por su implicación con los sangrientos acontecimientos. Se habían reunido con los estudiantes de las universidades privadas para coordinar las manifestaciones, según las autoridades venezolanas.

 

El 18 de febrero de 2014, Leopoldo López fue arrestado por su responsabilidad política en las violentas manifestaciones y fue entregado a la justicia.

 

La administración de Obama condenó al Gobierno de Caracas por las violencias, sin señalar un solo instante la responsabilidad de la oposición que intenta perpetrar un golpe de Estado. Al contrario, el Departamento de Estado exigió la liberación inmediata de Leopoldo López, principal instigador de los acontecimientos dramáticos.

 

Los medios occidentales ocultaron los actos violentos de los grupúsculos armados (metros y edificios públicos saqueados, tiendas Mercal –¡Donde el pueblo se abastece en alimentos!– quemadas), así como el hecho de que la televisión pública Venezolana de Televisión fue atacada con armas de fuego.

 

Los medios occidentales, lejos de presentar los acontecimientos dramáticos ocurridos en Venezuela con toda imparcialidad, tomaron partido a favor de la oposición golpista y contra el Gobierno democrático y legítimo de Nicolás Maduro. No vacilan en manipular a la opinión pública y presentan la situación como un levantamiento popular masivo contra el poder. En realidad, Maduro dispone del apoyo masivo de la mayoría de los venezolanos, como lo ilustran las manifestaciones gigantescas a favor de la Revolución Bolivariana.

 

*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba. Les médias face au défi de l’impartialité, Paris, Editions Estrella, 2013, con un prólogo de Eduardo Galeano.

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