Noviembre 23, 2024

Día nacional de la prensa deja en evidencia la agonía de los medios de comunicación independientes

 

El reciente cierre del diario La Nación empaña la conmemoración del Día Nacional de la Prensa. Una verdadera crónica de una muerte anunciada tras décadas de nula preocupación por la pluralidad de los medios de comunicación. Cambio21 conversó con destacados periodistas que a lo largo de su carrera han vivido el cierre de revistas, diarios y radios.

 

Hace más de 200 años, el 13 de febrero de 1812, fray Camilo Henríquez fundó el primer periódico de nuestro país: “La Aurora de Chile”. Con un afán altruista, su sueño era convertirse en un canal que permitiera mejorar la cultura de nuestro país.

“Oh ¡si la Aurora de Chile pudiese contribuir de algún modo à la ilustración de mis Compatriotas! ¡Si fuese la aurora de mas copiosas luces, precediendo a escritores más favorecidos de la naturaleza!”.(sic), señalaba textual en su primera edición.

De ahí en más han surgido cientos de medios de comunicación. Actualmente tenemos más de 60 periódicos de pago, 7 canales de televisión abierta y centenares de radios a lo largo del país. Este amplio espectro, no siempre implica diversidad, pluralidad o un real cumplimiento del objetivo del sacerdote de ser un aporte al conocimiento de los chilenos. Al contrario, a lo largo de nuestra historia hemos visto cómo muchos medios han sido cerrados y otros utilizados por grupos de poder político-económico para defender sus proyectos.

El más cercano ejemplo de ello fue lo ocurrido inmediatamente después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, cuando Cadena Democrática -formada por las radios derechistas Minería y Agricultura- fue utilizada por Pinochet para emitir sus bandos, mientras que las instalaciones de las radios Portales, Magallanes y Corporación, todas las estaciones de TV (excepto Canal 13) fueron silenciadas y sus responsables detenidos. La antena transmisora de Radio Magallanes fue bombardeada para acallar el famoso último discurso del presidente Allende. Los diarios Clarín, Última Hora, El Siglo y otros fueron allanados y sus prensas destruidas. Los medios que se salvaron fueron fuertemente intervenidos.

Los años posteriores y para contrarrestar esta estrategia de silenciamiento, desde la oposición – muchas veces desde la clandestinidad y con apoyo político incluso del extranjero – surgieron medios como las revistas Cauce, Hoy, Análisis y Apsi, los diarios La Época, Fortín Mapocho y otras decenas de medios que después de terminada la dictadura no pudieron subsistir.

El mercado regula

Sin duda la censura y persecución de periodistas opositores, unido al éxito del modelo económico que implantó la dictadura, explican el origen de la consolidación del duopolio informativo formado por El Mercurio y La Tercera.

Sin embargo a juicio de profesionales de las comunicaciones consultados por Cambio21, la teoría acuñada en la década del 90 por el encargado de las comunicaciones del gobierno de Patricio Aylwin, Eugenio Tironi, fue la lápida para muchos medios durante las últimas décadas.

En ese entonces el experto consideraba que “la mejor política comunicacional es no tener política comunicacional”, por lo que uno de sus primeros anuncios fue que el gobierno iba “a restarle injerencia al Ejecutivo en el sistema comunicacional” y que “la existencia de medios gubernamentales con ciertos privilegios y garantías constituía una clara interferencia en el sistema”.

Así se explica por qué no se generó una política de Estado que fomentara la diversidad y pluralidad de los medios y que garantizara que la inversión en publicidad no estuviera escandalosamente concentrada en El Mercurio, como denunció el año 2009 el diputado Marcelo Schilling.

Al respecto el periodista y ex director de Radio Chilena y de Prensa en TVN, Abel Esquivel, consideró que “para que el país tenga una mayor pluralidad, se necesita que el Estado no monopolice la publicidad en un determinado medio como ocurre hasta ahora con El Mercurio” y calificó de “increíble que gobiernos cuya línea ideológica no coinciden con El Mercurio, sigan publicitando en ellos”.

Por su parte, la directora de Ciper Chile, Mónica González, afirmó que “me cuesta poner la culpa a la dictadura, porque han transcurrido 24 años, ya no hay excusa para eso. El tema es que en este tiempo no ha habido vocación, convicción, ni empeño en poner más diversidad en los medios”.

Explicó que los medios son “necesarios e imprescindibles fiscalizadores del poder público y privado y un aporte a la democracia. Sin una prensa y medios de comunicación que sean capaces de hacer un periodismo riguroso no es posible hacer una verdadera fiscalización del poder político y menos del poder económico que es que realmente importa”, reflexionó.

Coincidiendo con estas declaraciones, para el Premio Nacional de Periodismo y ex Director de Revista Análisis, Juan Pablo Cárdenas el problema es que “en Chile no hay políticas estatales como existen en otras democracias para fomentar la diversidad informativa”.

Panorama desolador

“No creo que vayan a cambiar muchas cosas por la actitud de la clase política, que es chata y bastante mediocre y no tiene mucho interés en profundizar la democracia y por lo mismo no ha tenido interés en promover la diversidad informativa, que es un pilar de la democracia”, afirmó Juan Pablo Cárdenas.

Por ello adelantó que “la discusión vamos a tener que imponerla nosotros. Mi visión es optimista, pero no tengo ninguna confianza que las autoridades nos vayan a llevar por mejor camino, porque sino ya habrían reaccionado especialmente para decirle a Bachelet que le diga a Piñera que no cierre el diario La Nación”.

En tanto, Mónica González, enfatizó en el rol de los periodistas y la necesidad de un marco regulatorio: “Un medio, independiente de su propiedad, debe hacer todo lo posible para que la entrega de su información sea lo más cercana a la realidad y en eso estamos al debe, porque no existen sanciones contra los que faltan a la verdad, la manipulación y menos contra la mentira”.

“Entonces si tu juntas la gran concentración de la propiedad y cero control y regulación sobre los abusos que se cometen en los medios de comunicación, tienes un panorama bastante desolador”, señaló y puso hincapié en que no centra sus esperanzas en un gobierno, sino que “los propios periodistas debemos trabajar en torno a temas como la transparencia”.

“No sólo se debe saber la propiedad de un medio, sino informar de todos los otros negocios que tiene ese dueño, porque son negocios relacionados que nublan la independencia. Lo que no debe ser aceptable es que un grupo económico aproveche el medio para sus intereses”, sentenció.

Los cierres emblemáticos

Entre los más recordados medios que se han cerrado las últimas décadas destaca revista Cauce en 1989. Fortín Mapocho en 1990. Pluma y Pincel en 1993. Análisis en 1994, APSI en 1995, La Época en 1997, Hoy en 1998, entre otros. Durante la dictadura muchas de estas publicaciones llegaron a vender más de treinta mil ejemplares, por cada número.

Mónica González recordó con cariño el cierre de la revista Cauce. “Fue un esfuerzo impresionante de todo un equipo para sacar adelante historias prohibidas por la dictadura. A nosotros nos despidieron para impedir que se publicaran las declaraciones de Andrés Valenzuela, un desertor de la FACH que contaba por primera vez cómo habían detenido, asesinado y enterrado clandestinamente a opositores que el régimen militar”.

Juan Pablo Cárdenas, explicó el surgimiento y cierre de revista Análisis: “Bajo dictadura la posibilidad de desarrollar medios estuvo estimulada por la necesidad de tenerlos, Análisis contó con una gran cantidad de suscriptores, incluso cuando la fundamos y no teníamos un peso, se pagó con las suscripciones adelantadas de la gente, que confiaba en que nosotros íbamos a romper el bloqueo informativo de la dictadura. También contábamos con una ayuda internacional que nos nunca pasó más del 20%, pero en el gobierno de Aylwin nos bloqueo esta ayuda con el argumento de que podría ser visto como una injerencia en los asuntos internos. Desde La Moneda se gestó el cierre de Análisis y la asfixia a los otros medios. Es una responsabilidad de la clase política actual”, concluyó.

Distinto fue el cierre de Radio Chilena la más antigua de Chile, que transmitió desde 1922 hasta el 2005. Según recordó su director Abel Esquivel, en su cierre hubo dos factores. “El primero es que el proyecto Sólo Noticias se anticipó a los tiempos, porque el público no estaba acostumbrado al formato 24 horas y porque quienes en ese momento tenían el control de la sociedad ( 50% la congregación Salesiana y 50% el Arzobispado), no entendieron e incluso al arzobispo de la época – monseñor Errázuriz – les molestaba la independencia informativa”.

A fines del Gobierno del Presidente Lagos, un grupo de empresarios y políticos de centro izquierda creó el semanario “Siete”. Luego el mismo grupo con el apoyo del dueño de La Tercera, Álvaro Saieh, crearon el “Diario Siete”, que salía todos los días.
Debido a su falta de apoyo comercial, el “Diario Siete” cuyo Presidente era el ex ministro Genaro Arriagada y su directora Mónica González, cerró sus ediciones en el Gobierno de Bachelet.

La muerte anunciada de La Nación

Fue fundada en 1917 por Eliodoro Yáñez y hasta 2012 circuló en su edición de papel. El 27 de enero pasado, mientras la gran mayoría de los chilenos tenía puestos sus ojos en La Haya, La Nación fue adjudicada por $ 320 millones a Macarena Duarte, representante de Novoa y Compañía Limitada, una empresa de asesorías financieras. La adquisición incluye la marca nacion.cl, el diario La Nación y las otras publicaciones, como Fusta, Triunfo, Legales y Negocios.

Ya a mal traer por “la política de no tener política” acuñada durante la Concertación, Sebastián Piñera firmó su sentencia de muerte durante su candidatura cuando alegó por la cobertura que el diario daba a su contendor, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, afirmando que tenía “la firme convicción que lo mejor para Chile es cerrar el diario La Nación” y después impidió el ingreso de los periodistas del diario a un acto masivo de su campaña en el Arena Santiago.

Después de eso vino la venta del emblemático edificio de calle Agustinas – que al menos quedó en manos de Bienes Nacionales – y la venta a principios de este año de todo el archivo histórico a la Universidad Diego Portales.

El senador electo y ex presidente del Colegio de Periodistas, Alejandro Guillier, señaló que “cuando el Estado se deshace del diario La Nación, lo que demuestra es una falta de visión crónica de la derecha, que no entiende que el Estado como tal tiene que tener un medio de comunicación y este debe ser acorde a las tecnologías del momento”.

El director de la desaparecida revista Análisis Juan Pablo Cárdenas dijo: “Yo sé que el cierre de La Nación es obra del gobierno de Sebastián Piñera, luego del maltrato que sufrió durante la campaña presidencial. Pero lo cierto es que todos los últimos gobiernos contribuyeron a que llegue esta hora”.

Cárdenas agregó que “los gobiernos que sucedieron a Pinochet tuvieron la oportunidad de haber desarrollado desde La Nación un medio de comunicación que sirviera a la diversidad, pero cada uno de los gobiernos lo que hizo fue someterla a los intereses del gobierno de turno”.

En el mismo sentido la destacada periodista, Mónica González afirmó que “cuando un gobierno tiene un diario y no hay una verdadera política editorial independiente, se convierte en prescindible”.

Recordó que “La Nación llegó a vender casi nada y eso fue producto de la poca convicción para mantener un medio que pudiera investigar en aquellos nichos donde otros medios no lo hacen porque va en contra de los intereses de sus dueños o de los amigos de sus dueños. No se trata de tener un medio de gobierno porque sí. Se debe garantizar que un medio del Estado sea del Estado y no del gobierno de turno, es decir que pertenezca a los ciudadanos, con una línea editorial independiente y con financiamiento independiente”.

 

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