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Gene Sharp es el teórico central de la actual estrategia norteamericana diseñada para desestabilizar gobiernos no controlados política y económicamente por los Estados Unidos. Son aquellos países donde, existiendo inmensas riquezas naturales como el petróleo, por ejemplo, sus gobiernos no permiten el saqueo y enriquecimiento doloso que pretenden obtener las transnacionales norteamericanas y europeas.
Los principios conspirativos de esta táctica desestabilizadora, aparentemente “no violenta”, se centran en provocar el caos interno para conseguir que el gobierno de esos países se desestabilice y caiga. Luego, en una segunda etapa, se apela a los estudiantes y a la juventud en general para que emprendan actos de protesta, donde se genere violencia y los medios de comunicación y agencias de prensa puedan difundir escenas de terror, de incendios y saqueos, muertos y heridos que se le achacarán a las fuerzas del orden del gobierno que se pretende derrocar.
Esto último es lo que ha sucedido esta semana en Venezuela al utilizar las marchas del día de la juventud para crear el caos en las calles de las grandes ciudades.
Si estas revueltas juveniles “prenden mecha” en otros sectores de la población – como ha sido el proceso en Georgia, Kirguistán, Ucrania, Líbano, Irán y más recientemente en Túnez, Egipto, Libia y Siria -, la siguiente etapa será crear un “gobierno paralelo” en el exilio, a lo que le sigue una intervención armada internacional con aparente carácter de “acción humanitaria”, que busca derrocar al gobierno, dándole paso a uno con vocación de títere.
En el documental Cómo empezar una revolución, del director escocés Ruaridh Arrow, se puede conocer el trabajo conspirativo de Sharp y del Instituto Albert Einstein para desestabilizar gobiernos no avalados por los Estados Unidos y la Unión Europea.
Este proyecto conspirativo incluye, como brazo fundamental del complot, a los medios de comunicación y las agencias de noticias. Por ello es indispensable filtrar la información recibida, además de buscar en la red medios alternativos de denuncia de estos planes macabros.
Y que los colombianos no nos quedemos inermes pensando que esto le está ocurriendo solo a Venezuela y no a nosotros. Los servicios de inteligencia alternativos han podido comprobar que varios de los reconocidos seguidores de Álvaro Uribe Vélez se han ido estratégicamente a vivir a diferentes países latinoamericanos, siendo entrenados simultáneamente por las escuelas que preparan los agentes necesarios para estos nuevos caminos de imposición imperialista.
Recordemos a Bertolt Brecht y pensemos que ahora vienen por nuestros hermanos venezolanos y que pueden luego venir por nosotros, si el proceso de paz no se les acomoda al objetivo central de tener “manos libres” para saquear las minas que hoy están en territorio dominado por la guerrilla y que, con la desmovilización de nuestras guerrillas, los norteamericanos y los europeos esperan poder explotar con los consabidos contratos leoninos que en nada benefician a nuestro país y su gente.