Aunque en años recientes se han registrado avances importantes en los países de América Latina y el Caribe, éstos han sido lentos, fragmentados e inestables, señaló el presidente de Cuba, Raúl Castro. Dijo que para revertir las actuales condiciones que caracterizan a la región como la más desigual del planeta es necesario que haya un ejercicio pleno de la soberanía sobre nuestros recursos y replantear las relaciones con los inversionistas extranjeros y las empresas trasnacionales.
Al inaugurar la segunda cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), sostuvo que si bien la inversión extranjera directa ha traído beneficios, no puede olvidarse que el crecimiento desmedido de las utilidades que obtienen, 5.5 veces en los últimos nueve años, afecta su impacto positivo sobre la balanza de pago de nuestros países.
En la sesión de este mecanismo de concertación política en la que por iniciativa del presidente Castro se rindió homenaje con un minuto de silencio al líder de Venezuela, Hugo Chávez, el anfitrión citó varios estudios de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) para documentar las desigualdades de la zona, estudios que arrojan: la tasa de pobreza alcanzó en 2012, como mínimo, 28.2 por ciento de la población. Es decir, 164 millones de personas, y la indigencia o pobreza extrema, 11.3 por ciento, lo que equivale a 66 millones de habitantes.
Lo más preocupante, agregó, es la pobreza infantil, que afecta a 70.5 millones de niños, niñas y adolescentes. De ellos, 23.3 millones en pobreza extrema. En cambio, el 10 por ciento más rico de la población latinoamericana recibe 32 por ciento de los ingresos totales, mientras que el 40 por ciento más pobre percibe sólo 15 por ciento.
Además, la educación que reciben los jóvenes está muy vinculada con su nivel de ingreso. La situación es más seria en la educación secundaria, no sólo porque 50 por ciento de los jóvenes de entre 20 y 24 años no la concluyeron, sino porque solamente 21.7 por ciento de los más pobres la terminó.
En contraste, 78.3 por ciento de sus pares del segmento más rico completaron este nivel. En 2010, la brecha resulta de 56.6 por ciento entre ambos grupos.
En su discurso, el mandatario de Cuba, que ocupa la presidencia pro témpore de la Celac, insistió en que América Latina y el Caribe tienen todas las condiciones para revertir la situación actual: ocupan algo más de 15 por ciento de la superficie terrestre, 8.5 de la población global, cuentan con un porcentaje apreciable de las reservas minerales no renovables más importantes, un tercio de las reservas de agua dulce, 12 por ciento del área cultivable, el mayor potencial mundial en la producción de alimentos y 21 por ciento de los bosques naturales.
A pesar de ello, hemos padecido el problema de no haber traducido los periodos de altos precios de los recursos naturales que se exportan en procesos de desarrollo económico de largo plazo. De ahí la necesidad de ejercer plenamente la soberanía sobre nuestros recursos naturales y plantearnos políticas adecuadas en las relaciones con la inversión extranjera y con las empresas trasnacionales que operan en los países que componen la Celac.
Los pueblos, dijo Raúl Castro, demandan y requieren una mejor distribución de la riqueza y los ingresos, y aquella convertirse en el motor para la eliminación de las desigualdades. El imperativo y desafío consiste en tener capacidad de transformar el capital natural en capital humano, infraestructura económica y diversificación de la base productiva y exportadora, de tal manera que contribuya de manera decisiva a un verdadero proceso de desarrollo.
Señaló que para los países de la región debe ser prioridad la creación de un espacio político común, en el que se avance hacia la paz y el respeto entre nuestras naciones para superar los obstáculos objetivos y los que intencionadamente se nos impongan, para lograr el bienestar común y hacer valer los principios irrenunciables de la autodeterminación, soberanía e igualdad soberana de los estados.
Asimismo, se refirió a la Celac como una entidad de concertación reconocida internacionalmente como representante legítima de los intereses de América Latina y el Caribe. Hemos ido acercando nuestras posiciones y, a pesar de las inevitables diferencias, se fomenta un espíritu de mayor unidad en la diversidad, que debe ser el fin último.
Casi al final de su discurso, el mandatario cubano agradeció a los jefes de Estado y de gobierno asistentes a la cumbre, las muestras de solidaridad ante el criminal bloqueo impuesto a su país durante más de medio siglo y la injusta inclusión de Cuba en la lista de patrocinadores del terrorismo del Departamento de Estado de Estados Unidos.
Además, reiteró su solidaridad con Argentina por el conflicto por las Islas Malvinas; con Ecuador, por las denuncias interpuestas en su contra por empresas trasnacionales, y de nuevo abogó por la independencia de Puerto Rico pues, reiteró, nuestra comunidad estará incompleta mientras falte en ella el escaño de esa isla.